Capítulo 9

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EL QUE NO QUISO LUCHAR FUI YO

CAPÍTULO  9...

—¡No te rías Esteban,  no es chistoso! — se cruzó de brazos—, tal vez para ti es tonto, pero para mí es la primera vez en mi vida que veo y toco un aparato de esos.

Seguía inmóvil porque aún  lo tenía en las piernas.

—Tranquila no pasó nada —le expliqué —, ves esta ventanita de aquí, solo la minimizaste por eso se quedó así—le indiqué—. Solo tocas aquí y vuelve a aparecer.

—¿No lo dañé? —se llevó las manos a su pecho respirando aliviada.

—No hermosa, no lo dañaste — lo dije en voz alta, se me salió, sus mejillas se tornaron rojas.

—Gracias al cielo —sonrió—, que pena contigo, dirás que soy tonta — bajó la mirada.

—No — la tomé del mentón haciendo que me mirara—, no digas eso, no eres tonta, solo no sabes—sonreí—, pero yo te enseño.

—Sí — sonrió dulcemente—, quiero que me enseñes muchas cosas.

Por unos segundos nuestras miradas se encontraron, trataba descifrar qué decían sus ojos, pero ella bajó la mirada.

—Después seguimos —me señaló el portátil—, tómalo, iré a ayudarle a mi madrina.

Tomé el portátil y ella salió de la habitación.

Quedé peor que antes, no entendía nada. Sus ojos me decían tantas cosas que no lograba entender o no las quería entender,  ¿Sería que  yo veía  cosas que no eran? Me quedé acostado, abrí mi correo y revisé algunos mensajes. Apagué el portátil, me puse unos tenis y salí a caminar a los alrededores de la finca. Necesitaba pensar, necesitaba aire fresco para organizar mis pensamientos.

Tenía que solucionar las cosas con Mariana, eso era lo que tenía que hacer. Mantendría mi distancia con Sandra como al principio, como fue  siempre.  Seguí caminando por los linderos de la finca, luego decidí bajar a la tienda que había cerca de la casa, como a diez minutos. Compré algunos dulces, cuando estaba por irme llegó Sandra con mi hermano.

—No sabía  que estabas aquí —comentó  mi hermano—, de haberlo sabido no hubiésemos tenido que venir, mamá nos encargó unas cosas.

—Salí a caminar y resulté aquí, de haberlo sabido le hubiera llevado lo que necesitaba. 

Mientras nosotros hablábamos Sandra compró lo que mi madre le encargó. Justo en ese momento llegó el vecino que decía  mi madre que babeaba por ella. Al parecer no perdía el tiempo, se acercó a ella con una sonrisa y empezó a hablarle, ella solo respondía lo necesario. Cuando salió de la tienda, él salió tras ella. Mi  hermanito y yo los seguíamos. Escuchaba la cantidad de cosas que le decía, que era muy hermosa, que si tenía novio, respiré profundo. ¿Qué rayos me pasaba?

El tipo seguía insistiendo, yo solo escuchaba.

—Sandra eres muy bella, nunca antes vi una niña tan linda.

—Gracias, imagino que le dices lo mismo a todas —respondió seria.

—Claro que no —le sonrió—, solo a las que me gustan, acéptame una invitación antes de irte.

—No salgo con desconocidos, además el hecho que esté en casa de mis padrinos no quiere decir que puedo hacer lo que quiera —sonrió—, habla con mi padrino a ver qué te dice.

—Se negará, eso es obvio —trató de tomar su mano, pero ella  la alejó —,  Sandra desde que te vi estás metida aquí—señaló su cabeza—. Dime que sí, solo será una salida a la tienda, un helado, un dulce, lo que tú quieras, si quieres invita a tu primito.

El QUE NOQUISO LUCHAR FUI YO. 
 
 
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