Capítulo 23

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EL  QUE NO QUISO LUCHAR FUI YO 

Capítulo 23.

Me temblaban las manos, mis padres me miraban esperando que les platicara.

—¿Qué te dijo Esteban?—inquirió mi padre. 

—Les manda saludos —sonreí—, me dijo que en la tarde hablaban. 

—Eso quiere decir que viene de visita. 

—Según lo que me dijo sí. 

—¿Por qué lo dudas hija?—preguntó mi madre.  

—Pues… imagino que debe tener muchas ocupaciones, además nunca nos visita. 

—Es bueno que tenga tiempo para la familia. Cuando hablé con él lo invité a la casa y me dijo que luego vendría a pasear, veo que sí lo cumplió —comentó mi padre. 

Yo seguía sin poderlo entender, era la primera vez que él venía de visita. Digamos que era porque quería visitar a la familia como dice mi papá, mi madre me dijo que preparara algo rico para la comida. Me despedí de ellos y regresé a mi casa, aún sentía los latidos rápidos de mi corazón. Me quedé con la duda de saber si estaba hablando en serio. Decidí y le escribí otra vez. 

Mensaje. 

Sandra.

¿En serio vienes hoy?

Esperé mirando la pantalla del celular, con las manos temblorosas. 

Esteban.

¿No me crees?  

Sandra.

Me parece increíble, tú nunca nos visitas. 

Esteban.

¿Me crees si te digo que quiero verte?

Lo leí como tres veces, mi corazón se quería salir de mi pecho, mi respiración aumentaba, toda la piel se enchinó. Una sonrisa tonta se dibujó en mis labios.

Sandra. 

¿En serio? 

Esteban.

Nos vemos por la tarde. 

Parecía increíble, pero era verdad. Esteban venía para mi casa, no sabía como disimular todo eso que sentía. Ojalá cuando llegara  mis padres ya estuvieran en la casa. Sentía ansiedad, nervios, una sensación en el pecho que me cortaba la respiración. Moría por verlo aunque sabía que él era prohibido, además tenía novia y eso que sentía no estaba bien. Pero era un sentimiento demasiado hermoso.

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         ___ Narra Esteban ____ 

El fin de semana regresé a casa de mis padres para darles personalmente la buena noticia. Como siempre mi padre estaba feliz por los ingresos que eso traería para mí, no era nada nuevo en él.  El miércoles salí a entrenar en la mañana, sentía una extraña sensación en el pecho, algo que no podía controlar, una necesidad, un vacío que tenía que llenar, unas ganas enormes de verla. 

Traté de seguir la razón, pero el corazón era más fuerte. Le envié un mensaje diciendo que iría a su casa, al parecer no me creyó. Decidí llamarla, cuando escuché su voz sentí una descarga en todo el cuerpo, mucho más al escuchar su voz de sorpresa. Imaginaba la expresión de su rostro, no podía resistirlo, quería, necesitaba verla.

Recogí algunas cosas y salí en mi bicicleta. Sentía los latidos acelerados de mi corazón, tal vez eso no era lo correcto, pero era lo que anhelaba, como una maldita necesidad. Se supone que tenía que alejarme, pero digamos que esa sería una despedida, ahora sí sería la última vez que la iba a buscar. 

El QUE NOQUISO LUCHAR FUI YO. 
 
 
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