October Memories/Angstober 2020

Día 29: Verdad

Drabble.
Centrado en Mob y Reigen después del arco de separación.

~•~•~

—Oye Mob.—alza la mirada cuando escucha a su maestro nombrarlo—Nunca lo hablamos a fondo, pero me preguntaba ¿Cómo te sentiste cuando descubriste que…no tengo poderes?

Una pregunta inocente quizás. Era cierto, sí, no había mala intención en la pregunta que le formuló, era más una petición o búsqueda de explicación que otra cosa, pero le extrañó un poco. ¿Para qué preguntarle eso cuando ya pasó un buen tiempo y además quedaron en qué entre los dos todo estaba bien? Ve a Reigen descubriendo que a diferencia de su porte normal ahora mismo se notaba nervioso, seguro temiendo por la respuesta que recibiría. Ni siquiera se atrevía a verlo, sus ojos se encontraban viendo la pared de al lado y sus manos estaban quitas, era extraño haber dejado de escuchar el sonido de las teclas de su laptop tan repentinamente.

Mob deja su libro sobre su escritorio y piensa en qué dirá, recuerda en el cómo se sintió cuando sus sospechas resultaron ser ciertas y medita qué palabras usará para transmitir su mensaje.

—Traicionado. Triste. Como un tonto.

Lo escucha suspirar, ve que aprieta los puños y se muerde el labio. Era raro verlo en ese estado cuando se supone que es confiado y, por más grosero que suene, un sin vergüenza. En silencio sigue pensando en sus sentimientos de aquella vez, le había dolido demasiado y por unos momentos dudó sobre si buscar a su maestro después de eso o ya jamás volverlo a ver. Fue un proceso que le hizo sufrir ya que toda su forma de verlo cambiaba notoriamente, era la realidad dándole un golpe para que al fin la notara y ese golpe lo dejó bastante mal. ¿En qué estaba pensando cuando le mintió así por 3 años? Se preguntó. Difícil fue poder encontrarle sentido sin sufrir, durante el lapso de tiempo en el que esto pasó no podía dejar de sentirse mal ni de pensar en ello.

—Perdón.—su voz sonó medio cortada. Seguro estaba llorando o quería hacerlo.

—Ya lo había perdonado.

—Pero jamás me disculpé bien.

—No hace falta. Ya pasó.

Tal vez si deberían hablar bien esto, no dejarlo así esperando a que empeore, pero prefiere como está todo, ya será un problema para su yo futuro. En lugar de seguir vuelve a abrir su libro ignorando el ardor en su garganta, trata de olvidar la plática que acaba de suceder pero el ruido ocasionado por el adulto poniéndose de pie no se lo permite. No le presta atención por lo que termina sorprendido al verlo agachándose a su lado. De un momento a otro lo siente abrazarlo.

—Te hice tanto daño.

—Ya pasó.

—Perdón.

—Lo perdono.

Finalmente corresponde al abrazo, no llora pues se siente más tranquilo ahora que pudo desahogarse un poco.