Veintidós

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Después de recorrer todo el pueblo por casi una hora, por fin recordé dónde podría encontrarla. Qué tonto soy ¿por qué no se me ocurrió antes?

Subí el cerro rápidamente y encontré la base de SPEED con su puerta abierta de par en par.

Aunque eso es un decir, ya que la "puerta" únicamente consiste en dos tarimas sobrepuestas sobre el marco de la iglesia, así que cualquiera se puede meter y robar todo lo que haya adentro.

Siempre y cuando sepan lo que hay adentro. Supongo que todos asumen que es una iglesia abandonada en la que no hay nada que robar. Y honestamente, aun si lo supieran, no lo harían.

Afortunadamente solo nosotros, los miembros de SPEED conocemos la ubicación de este lugar, así que no debemos preocuparnos. También la otra Mayra lo sabe, pero creo que puedo confiar en ella.

Entré y, efectivamente estaba ahí. Estaba sentada en una de las bancas, la única en pie porque las demás estaban apiladas en un rincón, estaba leyendo manga.

Creo que ya sabía que yo estaba ahí mirándola, pero aun así no volteó a verme. Seguía leyendo el manga para ignorarme.

─Sabía que estabas aquí ─dije para hacerme notar.

La chica siguió con su lectura sin prestarme la más mínima atención.

Así que seguí insistiendo.

─¿Por qué no me dijiste que le suspendieron la obra a tu padre?

Detuvo la lectura del manga, lo cerró y lo puso en la mesa, pero siguió sin mirarme.

─No era de tu incumbencia ─respondió fríamente.

─Claro que lo era ─respondí─. Yo trabajo con tu padre, no sabía que se había ido a Santa Miranda a resolver eso, no me avisó y fui a su oficina pero no estaba, creo que aún no llega.

─No me interesa ─dijo sonando molesta─. Y no quiero hablar más del tema, ni tampoco quiero verlo por ahora.

Y me volteó la mirada aún más.

─¿Estás molesta?

No me respondió, pero sabía que lo estaba.

─Además ─dijo─. El vigilante te dio mal la información. Mi padre sí fue a Santa Miranda, pero llegó ayer en la noche sin poder resolver el problema.

─¿Entonces por qué no abrió la...?

─¡Porque está tomado! ─respondió casi gritando.

─¿Tomado?

─Se puso a tomar, según él, para pensar mejor las cosas o yo que sé, pero el punto es que se puso a tomar.

─¿Entonces está en tu casa?

─Creo que si ─respondió─. Estaba ahí cuando me fui, aun dormía por la borrachera, y como estaba molesta lo dejé y vine aquí.

─¿Y si vas a verlo? ─pregunté.

─¡Ya te dije que no quiero verlo! ─contestó de golpe─. Rompió su promesa.

─¿Promesa?

Y la recordé. Ella mencionó algo acerca de eso cuando fuimos al panteón.

El arqui ha tenido problemas de alcoholismo desde que su esposa falleció, pero estaba tratando de superarlo. Anduvo mucho tiempo buscando trabajo hasta que le dieron la residencia. Fue como una nueva oportunidad para poder hacer mejor las cosas. Y bueno, acaba de echar a perder esa oportunidad. Creo que entiendo un poco por qué ella está molesta.

Yatareni - Volumen UnoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora