Catorce

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Me encontraba trabajando en la oficina del arquitecto, haciendo unas correcciones a los planos de la residencia en la que estábamos trabajando.

Aun no voy a la obra, pero con tan solo ver los planos me voy dando una idea de qué tan grande es y cómo quedará terminada.

Aunque las obras ya comenzaron desde hace unas tres semanas, los planos siempre están en constante modificación, ya sea para ajustar algún cálculo estructural o por simple capricho del cliente.

Por cierto, hay rumores que dicen que el cliente es un judío, pero ni el arquitecto ni yo hemos podido confirmarlo, ya que el cliente siempre envía representantes legales.

De todos modos, cuando ya había avanzado bastante con las correcciones, que de todos modos siempre hay, el papá de Mayra me dijo que, en dos semanas, el domingo iría a ver la obra, para que vaya viendo cómo se trabaja ahí.

Yo contesté que sí, pero muy dentro de mí no quería hacerlo.

Nunca se lo he dicho a nadie, pero me pongo nervioso de solo pensar que más adelante, tendré que dirigir una obra y dar órdenes a los albañiles. Eso me provoca una cierta ansiedad. E, inconscientemente, me siento de la misma manera al saber que iré a la obra, aunque sólo vaya a ver y no a dar órdenes. Creo que en algún momento tendré que superarlo, pero me hubiera gustado que, para empezar, no tuviera que lidiar con esto.

Por esa razón prefiero solo trabajar en oficina, así como lo hago ahora, y desde aquí poder progresar.

Dirigir una obra no es el único camino que puede tomar un arquitecto.

El sábado siguiente, fue la segunda reunión en la iglesia, es decir, la nueva base de SPEED.

Creo que, hasta ahora, no he explicado del todo, qué es lo que hacemos en esas "reuniones"

Nos reunimos en la base al mediodía de los sábados.

Primero tenemos una plática acerca del manga y el anime que vimos o leímos durante la semana. Comentamos lo que nos gustó, lo que no nos gustó, lo que esperábamos que pasara...

La plática entonces evoluciona a temas más generales, sobre qué anime nos gustaría ver la siguiente temporada, qué anime nos gustaría que tuviera segunda o tercera temporada, sobre el estilo de tal mangaka o casa animadora...

Entonces tomamos un receso, bajamos a comprar botanas, refresco y otras cosas al pueblo y subimos a comerlas a la base.

Esto lo hicimos solo el primer día, ya que, como vimos que no era práctico porque perdíamos tiempo, decidimos que en las siguientes reuniones ya traeríamos la comida.

Solo en pocas ocasiones hemos comido verdadera comida, y no frituras. Y eso también fue porque, a veces, mi tía se ofrecía a prepararnos algo.

Y después del almuerzo, nos dividimos. Algunos se dirigen a la pequeña biblioteca a leer el manga de su interés y otros van a ver algún anime en DVD en la televisión. O incluso, desde el celular a veces ven capítulos de anime que previamente se bajaron de internet.

A veces comemos al mismo tiempo que vemos anime.

Yo pensaba que, por vivir en un pueblo pequeño, no tenían mucho poder adquisitivo. Pero tienen celulares igual de buenos que el mío.

Y al final, a eso de las 2 o 3 de la tarde, nos despedimos con nuestra arenga y cada quien vuelve a su casa.

Por cierto, Mayra casi nunca habla en las reuniones, pero sí que se la pasa leyendo manga y viendo anime.

Me imagino que eso mismo hacen su casa. Es decir, ella, que debería de tener más temas de conversación para ese momento, es la que menos las usa.

Yo tampoco veo mucho anime, excepto en las noches y eso, solo uno o dos capítulos, pero hablo más que ella, aunque igual no es mucho.

Yatareni - Volumen UnoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora