Veintiséis

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La niña, después de esta intimidación, arrojó su ficha al recuadro del número uno y procedió a comenzar el juego.

Me atrevo a decir que, aunque era un juego infantil, todos estábamos a la expectativa y hasta se me hizo emocionante.

Una niña de catorce años jugando rayuela nos tenía embobados viéndola jugar, quién lo diría.

Quizá era por el hecho de lo que significaba si perdíamos.

Pero aun así, no podía evitar pensar en un montón de cosas. Por ejemplo, en el hecho de que como Martina es más pequeña, tuviera dificultades al saltar su respectivo cuadro y el que dejó la pelirroja. Pero resultó que la niña tenía bastante habilidad en esto.

Logró superar sin problemas la sexta casilla y llegó a completar todo el juego hasta la casilla diez.

Ya después ella nos diría que sí juega con sus amigos estos juegos en su escuela.

No nos equivocamos al elegirla.

La primera competencia era nuestra.

La niña todavía tuvo la manía de volver a posar como lo hace el líder de SPEED, como señal de victoria, solo que usó una pose que jamás había visto a Gibrán usar, probablemente la inventó ahí mismo.

Y así, cerró de manera, quizá, épica, su participación. Eso elevó nuestra moral bastante.

─Suerte de principiantes ─murmuró Mayra. Parecía molesta pero trataba de esconderlo con una seguridad muy fuerte─. Pero esta vez nos toca a nosotros.

La líder de Nipponkenkyo anunció la segunda competición: saltar la cuerda.

Creo que no hace falta explicar a detalle este juego, consiste simplemente en saltar una cuerda así como lo hacen los gimnastas, por ejemplo.

Pero, de acuerdo a las reglas de Mayra Páez, elegiríamos a cuatro personas de cada Sociedad, dos harían girar la cuerda y otros dos saltarían al mismo tiempo.

Así que, del lado de Nipponkenkyo eligieron a Mayra Páez y a la chica tímida que llevaba la mochila para saltar la cuerda y al tal Diego y a un chico gordito para hacerla girar.

Y, de nuestro lado, eligieron a Guadalupe y Angelina para girar la cuerda y a Mayra Palacios y a mí para saltarla.

No sé si fue buena idea elegir a Mayra porque, con ese vestido y la capa podría tener problemas al saltar, pero cuando la eligieron, ella insistió en que no le afectaría. Al parecer ya está muy acostumbrada a usar vestidos.

Como nosotros ganamos la primera competición, nosotros comenzábamos la segunda.

El objetivo de la competencia era que, mientras la cuerda daba vueltas, los dos que saltarían, entrarían al mismo tiempo a saltarla. Para esto habría que tener una buena coordinación entre los dos. También las dos personas que girarían la cuerda necesitaban coordinarse bien y mover la cuerda a la misma velocidad.

Si uno de los dos se equivoca o deja de saltar, aunque el otro siga saltando, los dos quedan fuera.

Ganaría el equipo que más tiempo, o mejor dicho, más saltos diera en la cuerda.

Otra cosa adicional que añadió Mayra era que, a partir de cierta cantidad de saltos, había que hacer algunas maniobras, por ejemplo, saltar sobre un solo pie, dar la vuelta sobre uno mismo o tomarse de las manos. Pero todo eso nos lo dijo ya cuando estábamos saltando.

Quizá intentaba hacer trampa de manera sutil.

Pues bien, Guadalupe y Angelina hicieron girar la cuerda, mientras Mayra y yo aguardábamos posición para encontrar el momento exacto para entrar en la cuerda.

Yatareni - Volumen UnoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora