PREPARACIONES

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El viaje al palacio de Te fue doloroso y borroso, cada momento que pasaban en la tierra era para entrenar. Loa Daofeis adoptaron sus nuevos roles como sus maestros con gran disfrute, a los criminales les gustaban sus jerarquías, y la Compañía Opera Voladora había establecido una completamente nueva, con Kyoshi al fondo.

–¡No!– Gritó Wong –¡Es abanico abierto, abanico cerrado, bloqueo alto, pasos delicados hacia atrás, una gran zancada hacia adelante, y barrido con la pierna! ¡El abanico no es un arma! ¡Es una extensión de tu brazo!– El hombre no era de muchas palabras, pero cuando de pelea con abanico se refería, se transformaba en un tiránico director de teatro, con el ego y perfeccionismo para combinar.

–¡Podría recordar los movimientos mejor si tan solo no me hicieras cantar trabajos completos de Yuan Zhen, mientras hacemos esto!– Kyoshi dijo, jadeando y resoplando en el campo abierto donde habían aterrizado. El resto del grupo estaba sentado bajo la sombra de un árbol de caqui observando el campo vacío, comiendo de la fruta astringente disfrutando de la brisa mientras Kyoshi trabajaba duro bajo el sol. Wong estaba extremadamente ofendido.

–¡El canto es práctica para la respiración! ¡El poder y la voz ambos vienen desde el centro! ¡Otra vez! ¡Con emoción esta vez!– Sin importar qué tan difícil se pusiera la práctica con abanicos, ella lo aguantaba, los premios eran grandes progresos con su tierra control, con sus abanicos en mano, podía disminuir su concentración para patear rocas hacia blancos y levantar paredes de piedra como un Maestro Tierra normal, no obstante, uno con una técnica descuidada e informal. Aun así, después de todos esos años de tener miedo de destruir el campo con el más pequeño acto de sus poderes, usar las armas de su madre era liberador, era tan efectivo, que se sentía como hacer trampa.

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–Es hacer trampa–. mencionó Lek mientras se lanzaban guijarros una y otra vez en la entrada de una cueva mientras los otros ponían el campamento —Seguro, algunos Maestros Tierra amplifican su poder con armas como martillos y mazos, pero ¿Qué harás si no tienes tus abanicos? ¿Pedir que cambien las reglas?–

–¿Cómo es que alguien robará mis abanicos?– Dijo Kyoshi, el vuelo de los guijarros tomó velocidad, sus arcos creciendo exponencialmente –Siempre los tengo conmigo–.

–Podría no ser robo–. Lek dijo –Podrías olvidarlos. La primera regla del contrabando es no ser atrapado con la mercancía, tus padres sabían eso, probablemente esa es la razón por la cual almacenaron los abanicos contigo en ese pueblo tan provincial–  El temperamento de Kyoshi se encendió.

Uno, se encontró así misma necesitando a Yokoya estos días, muy para su sorpresa, no a la gente, sino al panorama, rudo y salvaje, donde las arboladas montañas se encontraban con el mar y viento salado, el interior del Reino Tierra a veces se sentía como un color café monótono, una expansión plana que cambiaba muy poco de un sitio a otro, ella decidió que no apreciaba que las personas despreciaran la única y pequeña parte donde conoció a Kelsang. Y dos, ella nunca superó el resentimiento que sentía hacia Lek, cada momento que sus padres pasaron tiempo con él y no con ella, no importaba si él solo era un simple miembro del equipo para ellos, lo encontraron útil, decidieron que tenía un propósito. ¿Ella? No tanto, ella pudo haberle explicado sus sentimientos a él, en lugar de eso, partía las rocas voladoras con sus abanicos, rompiéndolas nítidamente en hemisferios, y lanzaba el doble de proyectiles a Lek. —¿Puedes hacer eso, con o sin tu arma?— Se quejó y se lanzó al suelo. El tiro de piedra se movió rápidamente dentro de la pared de la cueva por encima de él, bañándolo en polvo. El tiempo de juego se había puesto demasiado rudo.

–¡Lo siento!– chilló Kyoshi, cubriendo su boca con horror auxiliándose con el abanico, pudo haberlo dejado ciego, o peor, él se levantó con una expresión de enojo en su rostro, pero después recordó algo, su mueca se tornó a una sonrisa tan llena de orgullo que pudo haber iluminado el resto de la cueva.

El Ascenso de Kyoshi [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora