DEUDAS

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Su columna estaba casi partida en dos. Cada gota de sangre derramada había sido causada por una víbora murciélago. Sus manos se sentían débiles y entumecidas. Su piel había sido calcinada.

Hubo una sacudida y un golpe atravesó su cuerpo. Una eternidad después se dio cuenta de que fueron sus rodillas golpeando el suelo mientras colapsaba. El resto de su torso lo hizo también. El adorno de su cabeza se cayó mientras su mandíbula impactaba contra la plataforma.

Con la mitad de su cara siendo presionada contra la tierra, el sonido fue aumentando. Escuchó a más de una persona gritando. Rangi, ciertamente. ¿Los demás estarían así de tristes? Era difícil de decir. Los alcanzó a ver y solamente vislumbró un desconcertado horror en sus caras, la incapacidad de comprender con qué tipo de elemento había sido atacada.

Xu se puso enfrente bloqueando su vista. Ella nunca había oído sobre el rayo control, mucho menos había sido atacada con él, pero esa era la única explicación para lo que había visto. Azules y ruidosos zig zags saliendo a gran velocidad desde sus dedos hacia su cuerpo. Intentó ponerse sobre sus manos y rodillas, pero colapsó, su pecho descansaba contra el campo.

-Recuerda-, decía Wong en un pasado distante, un recuerdo borroso -esto se acaba cuando el ganador dice que se acaba.

Xu plantó su pie y disparó otra descarga de rayos impactando en su espalda.

-¡No tenía que terminar de esta forma!-gritó. Recalcó su oración una tercera y una cuarta descarga apuntando a su cuerpo. Intentaba carbonizarla más allá de lo reconocible. -¡Obtuviste el más grande regalo en el mundo. Mi respeto. Y lo desechaste! ¡¿Y para qué?!

La pateó en el hombro, un acto sin sentido más que el de mostrar odio.

-No creas que no me di cuenta de cómo me veías aquella última noche. Juzgándome y condenándome con la vista. ¡Lo que tú no entiendes es que los hombres como yo estamos exentos de juicios! Hago mi voluntad, y el mundo debería soportar mi discreción ¡Con sumisión y gratitud-!Acompañado de un quinto rayo para enfatizar.

Lo que Xu no parecía darse cuenta era que ninguno de los rayos a excepción del primero la habían herido al mismo grado. Kyoshi actuaba muerta mientras recuperaba sus sentidos. Había aun un calor abrazador que envolvía su mitad superior, separada por una capa de tela. Su supervivencia se debía a una cota de malla que portaba debajo de su vestimenta, expuesta por las lágrimas y rasguños del ataque de la noche anterior. Era mejor mantenerse en el suelo fingiendo hasta poder encontrar una salida.

Xu respiró una vez más y disparó una continua corriente de rayos a un punto que creyó aseguraría su muerte. Kyoshi olía su ropa humeante mientras la tallaba sobre su cuerpo. La había profanado.

-¡Alto!-Escuchó a Rangi llorar desde muy lejos -¡Por favor, para!

Fue la desesperanza en su voz lo que puso a Kyoshi en el límite, la rendición total de una chica que habría sido invencible de no ser por su amor. Kyoshi le había dado esa debilidad, y Xu la había abierto.

Estaba torturando a la persona que más le importaba en el mundo.

Y por cada espíritu de todas las estrellas que existían en cielo nocturno, él pagaría por eso.

Estiró la mano y agarró el tobillo de Xu. El repentino impacto del rayo hacia sí mismo lo hizo gritar, un indigno y agudo sonido que parecía música para sus oídos. Él detuvo el flujo justo a tiempo, cayendo sobre su espalda.

Kyoshi lo derribó por completo.

Sus ojos se sentían como si estuvieran goteando. No con lágrimas sino con luz.

El Ascenso de Kyoshi [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora