OBLIGACIONES

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–Siempre tuve la sensación de que una fiesta elegante me haría pedazos,– murmuró Jianzhu. Él y Hei-Ran estaban en la biblioteca principal, rodeados por una colección de mapas. La mejor y la peor representación cómica del mundo conocido estaban mostradas en las paredes detrás de paneles de impecable cristal. Páginas irregulares y muy gastadas de libros sobre cartas náuticas colgadas junto a mapas de tela del mismo color que el té. A Jianzhu le gustaba esa habitación. Ya que mostraba el avance de la comprensión humana.

Hei-Ran había insistido para que se reunieran dos veces al día desde cierto incidente, independientemente de si había o no alguna noticia. Y esa tarde, había una.

Terminó de leer la invitación estampada con la insignia del jabalí volador y la arrojó sobre el escritorio.

"La familia Beifong se honra en celebrar una festividad por el Avatar, conmemorando su victoria sobre los piratas del Mar del Este, frente a los sabios reunidos del Reino Tierra."

–Jianzhu, este es un desastre más grande que esa "victoria". Pensé que Lu Beifong había dicho que estaba de acuerdo en no intervenir cuando se trataba de asuntos que tenían que ver con el Avatar.–

–Asi es. Es Hui quien está detrás de todo esto.– Jianzhu giró el abrecartas entre sus dedos, anhelando un implemento más afilado y algo en lo que pudiera clavarlo. —Ha estado en este juego desde el año pasado más o menos, susurrándole al oído a Lu acerca de que el entrenamiento del Avatar no debería dejarse a cargo de un hombre de orígenes tan humildes.–

Bajó aquel cuchillo de metal carente de filo. —Hui puede tener algo de razón. Mira cómo resultó Kuruk.–

–Éramos unos niños en aquel entonces, al igual que Kuruk,– dijo Hei-Ran. –No era nuestra responsabilidad criarlo.–

–Hui todavía representa un ataque contra nosotros,– dijo Jianzhu. –¿Shaw ya respondió sobre el asunto de los shirshus?–

–No. E incluso si lo hiciera, no habría suficiente tiempo antes de que esta fiesta ocurra.– Si una cosa tenía en común Hei-Ran y Jianzhu, era el desdén por las frivolidades. Ella trono los nudillos. –Podríamos decir que el Avatar está enfermo.–

–Podríamos, pero luego me vería como un mal guardián que no puede mantener sano al niño más importante en el mundo, Hui enviaría médicos, herbolarios y curanderos espirituales, todos insistiendo ven al Avatar en persona para darle algún tratamiento. Y cada vez que rechacemos a sus agentes, la sospecha entre los otros sabios crecerá. No, al final la verdad saldrá a la luz,– dijo Jianzhu, recostándose en su silla.

–Es simplemente un asunto de cuánto tiempo más podemos retrasarlo.–

La mente militar de Hei-Ran ya se estaba adaptando. —Entonces necesitamos fortalecer a tus aliados. Descubre qué sabios se quedarán de tu lado después de que esta debacle salga a la luz. Y todo va a resumirse a un enfrentamiento de tu facción contra la suya, ya que en este momento no tenemos un conocimiento de esos números.–

Jianzhu sonrió cuando esa posibilidad le rondó en la cabeza, esperando a ser jugada. Él siempre podría contar con su amiga para sembrar su cabeza con ideas nuevas. Solo por eso, estas reuniones forzadas habrían valido la pena.

–Necesitamos hacer algo así,– dijo. Tamborileando las puntas de sus dedos contra la mesa. –¿Cómo se ve tu guardarropa en estos días?–

Hei-Ran le fulmino con una mirada que decía que debería de estar agradecido de que no tuviera el abre cartas en sus manos.

–Solo quería estar seguro de que tienes listo un vestido elegante,– le contesto inocentemente. –Tenemos una fiesta elegante a la que asistir.–

El Ascenso de Kyoshi [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora