EL RETO

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—¡Tenemos que hacer algo!—dijo Rangi, —¡Esto es nuestra culpa!

—Podría ser nuestra culpa, pero definitivamente no es nuestro problema—murmuró Kirima mientras ella apresuradamente empacaba su parte del campamento—No es nuestro problema—Lo repitió como un mantra que podría mantenerlos a salvo de daños.

—No entiendo—dijo Lek. —¿Quién es ese tal Xu Ping An?, ¿Quiénes son los Cuellos Amarillos?, Pensé que estábamos trabajando con la Flor de Otoño.

—Los Cuellos Amarillos son asuntos de los que no queremos participar—dijo Wong, enrollando las mantas para dormir con movimientos apretados y nerviosos de las manos. —Ellos no están en esta vida por dinero o libertad, ellos se regocijan en el saqueo y la destrucción. Son asesinos sin sentido y Xu Ping An es su cerebro, corazón y alma.

—Era un loco sediento de sangre antes de pasar los últimos ocho años encerrado y soñando con la venganza—dijo Kirima. —Escuchamos las historias. El solía llamarse a sí mismo el General de Pandimu y afirmó que sus residentes estaban en deuda con él por la protección que él proveyó.

Lek se rascó la cabeza —¿Dónde está Pandimu?

—¡En ninguna parte!—dijo Kirima. —¡Es el nombre de un mundo que él mismo creó! Mi punto es que ¡él está desquiciado!

Anteriormente, mientras murmuraban excusas sobre la necesidad de dejar la sociedad de los Cuellos Amarillos, Xu parecía tranquilo, sin la mezquindad de Mok o las explosiones de violencia de Wai. Les había asegurado que aunque deseaba celebrar una fiesta en su honor, una pequeña muestra de apreciación, cualquier cosa realmente, eran libres de ir con todas las deudas de La Flor de Otoño y Cuellos amarillos pagadas.

Kyoshi sabía que la apariencia de cortesía no significaba nada. Hombres como Xu simplemente esperaban el momento adecuado para soltarlo y revelar a la bestia detrás de la cortina.

—No sé cómo está vivo—dijo Rangi, quien se paseaba en círculos alrededor de los restos de la fogata. —He leído copias de informes enviados al Rey Tierra por el propio Jianzhu. Xu fue enlistado entre los muertos en la Batalla de Zhulu. ¡Esto no tiene sentido!

Kirima mantuvo su argumento dirigido a Kyoshi. —Mira, ellos son... ¿qué?, Un par de cientos ahora, ¿a lo más?, ¿pocos desde que el Kang Shen decidió cenar rocas? Ellos no son un ejército como lo fueron en el pasado. Simplemente podemos esperar hasta que los gobernadores convoquen una fuerza de la milicia para tratar con ellos. Apuesto a que Te es quien saldrá a su encuentro.

El gobernador Te estaba actualmente al frente de una columna de un solo hombre en nada más que su pijama. No estaba claro si Kirima y los demás sabían cuántos años tenía, pero pudo tener cien, y todavía no sabría cómo tratar con un hombre que había atacado a Jianzhu.

—Eso me parece perfecto—dijo Lek. Su rostro estaba irreconociblemente oscuro. —Cuanto más legisladores muertos, mejor—salió del campamento para preparar a Pengpeng para la partida, satisfecho con su contribución al debate.

—Xu comenzó con números más pequeños que ahora—dijo Rangi. —Si más Cuellos Amarillos salen de su escondite y se unen a su estandarte, volveremos a los días oscuros después de que Kuruk murió.

—¡No volveremos a nada!—gritó Kirima. —¡Xu es el problema de los moradores!, ¡En cuanto nos concierne a nosotros, él es un trabajo terminado!, ¡No volvemos a un trabajo que ya hemos terminado!

—Hace años, pasé por un pueblo atrapado en el paso de los Cuellos Amarillos—dijo Lao Ge, recordando con calma como si hubieran sido unas vacaciones mediocres que él una vez había tomado. —Vi lo que les pasó a los residentes, ellos estaban...— Él torció la boca, tratando de decidir qué palabra a usar antes de decidirse por una, —Apilados— dijo. Hizo un movimiento de superposición con sus manos, alternando una encima de la otra.

El Ascenso de Kyoshi [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora