EL CHICO DE MAKAPU

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Yun no podía escuchar lo que decían, pero era posible leer su lenguaje corporal a esta distancia, y a juzgar por la forma en que gesticulaba salvajemente en el aire, Rangi estaba molesta con Kyoshi. Otra vez.

Él sonrió. Las dos eran adorables juntas, podría verlas todo el día. pero luego rodó sobre su espalda y se deslizó por el techo de la pared exterior usando el borde de la canaleta para detener su caída. Dejó que el impacto convirtiera su movimiento en una especie de acorazado, voló de frente en el aire y aterrizó sobre los pies en el patio de mármol quedando:

Cara a cara con Hei-Ran.

–Impresionante.– Dijo la ex directora de la Academia Real de Fuego para chicas, con los brazos cruzados a la espalda. —Cuando los espíritus pidan que intervenga un payaso de circo en su nombre, sabré que nuestro tiempo juntos ha valido la pena.–

Yun arrugó la cara. Su tutora personal de fuego control tenía una habilidad especial para encontrar sus momentos de orgullo y luego aplastarlos.

–Terminé mis series de sentadillas temprano.– Contestó. –Quinientas repeticiones de manera perfecta, todo el tiempo.–

–Y, sin embargo, elegiste pasar tu tiempo libre descansando en el techo, en lugar de pasar a tu siguiente ejercicio o meditar hasta que regresara. No es de extrañar que todavía no puedas generar llamas, puedes entrenar tu cuerpo tanto como desees, pero tu mente permanece débil.–

Se dio cuenta de que Hei-Ran nunca le hablaba así mientras su hija estaba cerca. Era como si ella no quisiera disminuir la reputación del Avatar antes los ojos adoradores de Rangi. Su imagen tenía que ser bien cuidada y conservada, como los árboles en miniatura que adornaban el jardín; los espíritus prohibían que fuera humano por un momento.

Yun se dejó caer en la postura para realizar la técnica del Puño de Fuego, luego hizo una pausa para corregirse, aunque era innecesario. Ni siquiera Hei-Ran podía culparlo de como ubicaba su cuerpo, la postura de su columna y su control al respirar. Lo único que faltaba era la llama.

Ella frunció el ceño ante él, interpretando su perfección como un acto de desafío, pero le dio la señal para comenzará de todos modos. Cuando él lanzó un golpeó el aire, ella caminó lentamente alrededor de él en círculo. Las sesiones de Puño de Fuego también eran sus oportunidades para sermonear.

–Lo que haces cuando nadie te está guiando determina quién eres.– Dijo Hei-Ran. El lema probablemente estaba grabado sobre una puerta en algún lugar de la Academia de Fuego. –Los resultados de tu entrenamiento son mucho menos importantes que tu actitud hacia el entrenamiento.–

Yun no creía que ella realmente creyera eso, ni por un segundo, ella simplemente lo estaba atormentando con los detalles que no podía examinar y ajustar para una mejora inmediata. Si él no podía hacer fuego control aún bajo su cuidado, entonces su defecto residía más profundamente que en cualquiera de sus estudiantes anteriores.

Sus golpes se volvieron más nítidos, hasta el punto en que las mangas de su uniforme de algodón se rompieron como el viento con cada movimiento. Era como un par de imágenes en un pergamino, dos intervalos que se repetían una y otra vez, puño izquierdo, puño derecho.

–Tu situación no es única.– Continuó Hei-Ran. —La historia está llena de Avatares como tú que intentaron aprovechar sus talentos. No eres el único que quiere tomarlo con calma.–

Yun resbaló. Un evento lo suficientemente raro como para notarlo.

Su movimiento lo llevó demasiado lejos fuera de su centro de gravedad, y cayó de rodillas. El sudor le picó los ojos y corrió hacia la comisura de su boca.

El Ascenso de Kyoshi [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora