22- Pandilleros espaciales

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En la tierra, Piccolo se hallaba de pie sobre una empinada montaña meditando con los ojos cerrados mientras un grupo de criminales que salieron de la prisión galáctica descendían en naves directo al lugar en qué el namekiano medita.

Una de las máquinas cayó estrellándose contra una montaña alertando al guerrero de piel verde.

—¿Qué fue eso? — indagó el namekiano elevándose.

Rápidamente dos criminales se lanzaron contra Piccolo siendo inferiores a él. El namekusei esquivaba cada golpe de los tres guerreros sin ni siquiera quitarse su capa pesada. Se elevó más mientras se mantenía serio, llevó su mano derecha al turbante y su mano izquierda a su capa despojándose de ellas.

—Demonios, tal parece que su poder se ha incrementado — afirmó uno de los fugitivos.

—No debimos dejarlo que se quitara la capa ni el turbante, Marcron — escupió furioso otro sujeto lanzándose contra Piccolo.

El namekiano gruñó molesto y empezó a lanzar esferas de energía contra sus adversarios que a duras penas y lograban esquivar los ataques del poderoso Piccolo.

—¿Qué demonios está ocurriendo? No puedo sentir el ki de Goku ni el de Vegeta — murmuró Piccolo observando el cielo —. Esto es muy extraño — musitó el guerrero ante la extrañeza de los acontecimientos acaecidos en el universo siete.

(...)

Kyabe y Caulifla intercambiaban golpes rápidamente mientras eran observados por Whis quien toma un té negro. El ángel veía con algo con seriedad a ambos saiyajines.

Ambos jóvenes saiyajin se impulsaron lanzándose el uno contra el otro preparando sus puños para una posible colisión, la cual llegó instantes después; luego, ambos fueron cubiertos por un aura de color azul celeste que se disipó en segundos.

—Deben conservar ese ki que obtuvieron dentro de sus cuerpos — regañó el ángel con un semblante serio.

—No es tan fácil cómo lo dices tú, Whis — contraatacó Caulifla apretando sus puños.

—Caulifla, Goku me pidió que te entrenara porque hay algo que amenaza el universo. Y quizá otros universos — cerró Whis con un tono de incertidumbre.

—Ya, ya entiendo — susurró la saiyajin mientras cierra los ojos.

—Caulifla, él va a estar bien bien — sonrió Kyabe poniendo su mano en el hombro de la chica que lo repelió con agresividad —. No te pongas así — pidió el chico, siendo ignorado.

La saiyajin aterrizó ignorando a todos,  a su mente vienen las imágenes de Goku y de su primera amiga terrícola, Milk; una lágrima traicionera rodó por su mejilla. Miró al cielo recordando a Goten y Goku.

—Whis — la saiyajin rompió el silencio llamando al ángel.

—Sí, ¿qué sucede? — indagó Whis vigilando a la chica.

—Milk... — respondió con un nudo en la garganta — ¿practicaba artes marciales? — preguntó con una pausa entre las palabras.

El ángel miró perplejo a la chica que le daba la espalda mostrándose fuerte.

—Deja que investigue, ¿de acuerdo, Caulifla? — habló Whis atrayendo su cetro a su mano derecha.

Caulifla se dio la vuelta sonriente tras oír esa frase, la saiyajin miró con detenimiento al ángel que veía la esfera brillante de un color azul casi verdoso.

Instantes después, Whis cruzó la mirada con la chica sonriendo tranquilamente.

—Ella sí practicaba artes marciales, luchó con Goku en un torneo de artes marciales hace unos años — respondió el ángel con tranquilidad.

Fuerza y Valor [Finalizada] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora