11- De paseo

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Amanece en la tierra, la gente se dirige ya sea a su trabajo o regresaban a sus casas del mismo.
En las montañas Paoz, dos saiyajines se encontraban abrazados mientras la luz del sol se cuela por la ventanas.

Goku, frunció el entrecejo cuando sintió la luz del astro rey iluminarlo, bajó su mirada y se dio cuenta de que estaba abrazando a Caulifla. Rápidamente la soltó esperando a que no le golpeara.

En ese momento, la chica gruñó al dejar de sentir aquella cálida sensación. Abrió sus ojos viendo que recién ha amanecido.

—Tsk, odio que moleste el sol. — comentó de malagana la chica saiyajin.

—Sí, suele ser molesto. Espero que hayas dormido bien. — respondió el saiyajin a su lado, con una sonrisa y algo de seriedad.

—Sí, gracias. — sonrió la chica de una manera muy tierna. —Te agradezco por dejarme dormir aquí. — cerró abrazando a Goku.

—No tienes nada que agradecer, me preocupo por mis amigos y familia, es todo. — respondió y decide añadir mientras mira a Caulifla. —¿Tuviste alguna otra pesadilla?

—No, en lo absoluto. Respeto tus deseos de no entrenar pero, creo que deberías distraer tu mente. — sonríe la chica amablemente.

—Por supuesto pero... — en ese instante el estómago de Goku ruge hambriento. —¡Cielos! Me estoy muriendo de hambre. — termina el saiyajin riendo como es típico en él.

—Nunca cambias. Ven, dejame ayudarte con el desayuno. — dijo Caulifla seguida de un gruñido de su estómago. —Es contagioso.

Ambos se ríen un poco por aquel hecho, Goku se dispuso a salir de su habitación junto a Caulifla mientras conversaban de cosas sin importancia. Claramente eran idénticos, eso precisamente lo sabía Milk en sus últimos días.

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En el templo de Kamisama se hallaban Kale y Piccolo meditando en flor de loto. A lo lejos se hallaban Míster Popo y el dios de la tierra Dende. Los dos observaban como ambos levitan sobre el suelo del templo sagrado.

—Me sorprende que sigan así desde hace ya varios días. Me pregunto si el señor Goku estará bien. — recordando que vio la muerte de la esposa del saiyajin.

—Seguramente debe estar bien, míster popos irá a verlo en cuanto pueda, Kamisamas. — respondió el asistente de manera sonriente.

Volviendo al entrenamiento del maestro y la alumna, de ambos cuerpos emanaban unos cuantos relámpagos que, haciendo temblar el templo sagrado, resplandecen rodeándolos a ambos.

El nameku abre los ojos observando a su discípula elevar su poder siendo rodeada por rayos de energía a su alrededor, una sonrisa tenue escapó de sus labios.

Kale, abrió los ojos y respiró agotada por el intenso entrenamiento mental que había tenido.

—Lo has hecho bien, Kale, ahora... — se puso muy serio mirando a la chica. —Entraremos a la habitación del tiempo.

—¿Habitación del tiempo? — comentó desconcertada la chica morena observando a Piccolo.

—Es un lugar donde un día en el mundo real es un año adentro. — contestó el namekiano.

—Entonces, ¿allí entrenaremos y seremos más fuertes? — cuestionó la morena de manera curiosa.

—Por supuesto. Sígueme. — pidió Piccolo con una sonrisa.

Los dos caminaron en dirección al director del templo, Kale siguió al namekiano a la habitación del tiempo. Una vez la puerta se hubo abierto, maestro y alumna ingresaron al sitio.

Fuerza y Valor [Finalizada] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora