Decidimos esperar, el médico nos recomendó prudencia, al día siguiente la valoraría el psiquiatra y nos daría las indicaciones a seguir.
Salimos del centro muy tocadas y ninguna de las dos podía hablar, cada una iba en sus pensamientos y de pronto Amelia me dice.
- Llévame algún sitio que no sea mi casa, por favor.
Llevaba la mirada fija en el frente y su expresión era de cansancio y angustia, decidí que sería lindo ir algún sitio tranquilo y fuimos a un mirador a las afuera de la ciudad, era un sitio tranquilo, que daba paz, donde podíamos ver la magestuosidad de Madrid sin que nadie nos moleste.
Hacía frío pero eso no le importó se bajó del vehículo y miró la ciudad, me puse al lado de ella y quise entrar en calor, la abrace y apoyé mi cabeza en su hombro. De pronto habló.
- Tengo miedo - Y la sentí estremecerse, me aferré más a su cuerpo, como quería hacerla sentir segura, si estábamos juntas sería más fácil, creo que entendió el mensaje corporal que le envié porque giró su cuerpo y quedó frente a mí, acercó su frente a la mía y nuestras caras estaban muy juntas, su aliento caliente me reconfortaba.
- Con el Destino no se pelea, nos trajo hasta acá para que estemos juntas y para que nuestras madres también lo estén.
Levantó un poco la cabeza para que me vea.
- Con todo esto entendí que si es Amor, es para siempre.
Y nos quedamos mirando fijamente, era hermosa y estaba vulnerable y cada cosa que pasaba me confirmaba que la quería en mi vida para siempre, me fui acercando a ella necesitaba sentir sus labios, ya se había convertido en la necesidad más grande que tenía y ella lo entendió, me toma de la cintura y yo la rodeo por el cuello, e iniciamos un beso lento y delicioso que no quería detener, deleitarme con sus labios era un acto sublime, solo era el rose de labios y yo me estaba derritiendo, pero sentí que algo crecía dentro de mí, quería más, de pronto no me importó más nada que demostrarle que quería más y jugué y mi lengua entró en contacto y ella como si la esperara la recibió, esta mujer besaba de 10, que delicia y que ganas de sentir su piel, quise explorar y comencé a besar su cuello, era suave y sentía como latía, ella gemia cada que mi lengua encontraba un punto de excitación, de pronto Amelia se separa un poco y me mira, su respiración era irregular y sus ojos oscurecidos por la pasión.
Toma mi mano y me pide que entremos al vehículo, la seguí pero ella me lleva al asiento trasero, sentí un poco de vergüenza pero era lo que quería, nos miramos como pidiendo permiso la una de la otra y en ese momento recordé que no tenía ninguna experiencia, y que se suponía que debía hacer? Y si no estaba a la altura de semejante mujer? Creo que me leyó los pensamientos y me acaricia la cara, su expresión se suavizó y me dice - No pasará nada que no quieras.
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