EL APELLIDO LEDESMA

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- Amelia por favor ven a dormir que mañana vas estar muy cansada.

- Solo me faltan unas cuantas cosas cariño.

No puedo dejar nada, no sabemos en Manchester que nos va hacer falta.

Que no nos falte ropita del bebé porque sé que ese tratamiento funcionará, ni mis cremas o los libros de Luisita, hago un repaso mental por el equipaje y a no ser por esa maleta en casa de los Gómez, creo que tengo todo y me voy a dormir.

Cuando entro a la habitación ya Luisita se ha dormido, me acomodo a su lado y solo puedo contemplarla dormir.

- Por fin cariño mío cumpliremos nuestro sueño.

Y así me dormí con la esperanza que mañana emprendemos el viaje a nuestra felicidad.

Soñé que llegamos y que la ciudad nos deslumbró, es que era todo tan mágico tan irreal, Manchester era una ciudad hermosa, mágica y nos brindaría la posibilidad de realizarnos como pareja, en Manchester teníamos lo que queríamos.

Despierto y ya Luista no está.

- Luisita?... Luisita? - No hay respuesta, bueno ya vendrá seguro fue por esa maleta que nos hacía falta, me levanto, me ducho y me arreglo, espero no se demore porque debíamos irnos al aeropuerto.

Escucho que la puerta suena y ahora quien sería? abro y a quien menos espero está ahí.

- Que haces acá? Ahora no tengo tiempo de hablar.

- Vamos hija, dejarás a tu madre y a tu padre acá afuera?

- Mamá no te esperaba, pensé que ya nos habíamos despedido - Pero mamá bajó su mirada y solo vi angustia en ella, algo pasa acá, pero antes de pensar algo más papá pasó.

- Esperen acá por favor - Le dice a dos soldados que lo acompañaban.

- Que pasa, que hacen acá - Ya todo me fastidia, sólo esperaba que se fueran antes que llegara Luisita.

- Yo sé hija que estás aún enfadada conmigo pero soy tu padre y eso no puedes cambiarlo.

- Si pudiera seguro que lo haría, pero ya dime que quieres, tengo prisa.

- Bueno hija sólo quiero decirte que eres mi familia, mi única hija y no voy a permitir que sigas enojada conmigo.

Yo no daba crédito a esto, miraba a mamá buscando algo que me diera una luz por esta actitud de papá pero no levantaba la cara.

- No sé qué pretendes con esto pero no quiero saber nada que tenga que ver con ud señor y si lo que quiere es perdón pidaselo a Dios porque ud ya no tiene hija.

Le hice una seña con la mano para que saliera pero él se me acercó con una sonrisa prepotente en su cara y yo ya no sabía que pensar, se puso tan cerca de mí que me intimidaba, lo vi tomar un pañuelo en su mano.

- Siempre fuiste una piedra en mi camino, tenías que ser mujer, tenías que ser todo lo que aborrezco pero nunca permitiría que sigas pisoteando mi apellido de la forma que lo has hecho.

En un movimiento rápido colocó el pañuelo en mi cara y ya no supe más, todo se volvió oscuro y daba vueltas solo sentía que caía.

"Donde estoy, qué es este lugar, donde está Luisita"

Quería moverme pero no podía, quería gritar pero no podía, quería al menos alzar mi mano, o abrir mis ojos, todo era muy confuso, todo era borroso, me dolía mucho la cabeza, pero más me dolía el alma, escuchaba voces y quise saber que decían, sólo tenía que concentrarme.

Aunque pasen los años, nuestro amor es imparableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora