13: Adicto a revivir personas

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Axer Frey,
miércoles por la mañana.

El laboratorio estaba dispuesto para él. Lavaba sus manos hasta los codos con una sonrisa de anticipación. ¿Qué tendrían para él ese día?

La bata blanca cubría su camisa blanca de botones, su pantalón negro con cinturón de cuero lustrado, sus medias tibias negras y sus zapatos de igual color. La corbata quedaba a la vista, una pieza de colección azul rey con franjas plateadas y un pequeño broche con la F ornamentada del apellido Frey.

Se vio en el espejo que cubría toda la pared de su área en el laboratorio. Su mentón cuadrado, sus facciones definidas como por el cincel de un artista, su cabello secado al natural con reflejos dorados y sus ojos verdes rayados. De por sí era bastante atractivo, pero reconocía que con los anteojos de montura cuadrada que usaba para leer y trabajar, se veía todavía más interesante e irresistible.

Su físico era, tal vez, de todos sus atributos el que menos le interesaba, pero reconocía que era un punto a su favor para conseguir sus objetivos.

Mientras no habían novedades en el laboratorio se acercó a la sala confinada de muestras, donde un equipo de bioanalistas trabajaba con pasión. Observó los microscopios alineados en cada mesa, las centrifugadoras de un blanco perla brillante, los tubos de ensayo organizados, los muestras en fila y etiquetadas con caligrafía impecable. Y el blanco; puro y limpio blanco. Aquel era su lugar feliz.

—¿Algo interesante que desees compartir conmigo hoy, Anne? —preguntó en inglés a una de las mujeres. Anne venía con el equipo de Canadá y todavía no aprendía a hablar español.

La mujer alzó la cabeza, movió sus lentes hasta su cabeza con sus manos enguantadas, y le sonrió a Axer Frey, su ídolo.

—Los valores del nuevo espécimen son esperanzadores. No creo que haya complicaciones, por ahora. Igual, déjame probar su reacción a otros medicamentos para estar segura.

—Confío en que nunca me darías un veredicto erróneo.

Axer sonrió con su mejor sonrisa de joven prodigio. Él estaba al tanto del poder de sus labios, del efecto que tenían en otras personas dependiendo de cómo los manipulara, al igual que sus ojos y las distintas miradas que era capaz de proyectar con ellos. Sin embargo, Anne era demasiado profesional, como máximo las sonrisas de Axer servían para alentarla.

—De verdad creo que este nuevo blanco sería interesante y accesible —prosiguió Axer—, espero que su sangre no nos arruine el juego.

—¿Desde cuándo llamas juego a nuestros experimentos, Axer?

El inglés de Anne era mucho más fluido y americano, el típico que te consigues en una comedia romántica. Axer no perdía la rudeza de su lengua natal, pero trataba de jugar con esa complicación al pronunciar para hacer de su voz un aditivo. Y funcionaba, porque la gente siempre quería seguir escuchándolo hablar una vez lo hacía la primera vez.

—Tal vez me excedí con lo de juego, tienes razón. Es que a veces me cuesta creer que el trabajo sea tan...

—¿Divertido?

«Excitante».

—Sí, esa era la palabra que buscaba. Vaya, Anne. Me lees la mente. —Le guiñó un ojo—. Bien, te dejo para que termines.

—¿Nos vemos pronto?

—Por supuesto.

Axer salió del área de bioanálisis y cruzó hasta los casilleros del personal para buscar su cuaderno de estudios y sentarse a corregir apuntes y agregar nuevas anotaciones en base a sus nuevos conocimientos del sistema nervioso adquirido durante las clases online.

Nerd: obsesión enfermiza [Libro 1 y 2, COMPLETOS] [Ya en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora