52: Traitor

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Consejo de la escritora: para más placer, escuchar Traitor de Olivia Rodrigo.

Sinaí, nunca más Monte, Ferreira

A la mañana siguiente decidí que era el puto momento de darle sentido a mi relación, ya sea que tuviese arreglo o que lo mejor fuera terminarla.

La madre de Soto me abrió la puerta. Seguía sin saber de nosotros, así que me saludó como una amiga más y me condujo a la habitación, donde abrí sin tocar.

Soto quedó perplejo de encontrarme parada en el umbral de su habitación. Frunció el ceño mientras ponía en pausa su juego. Dejó el control de la PlayStation a un lado de la cama, y me miró sin ningún rastro de todo lo que habíamos tenido alguna vez.

Las bromas.

El coqueteo.

La confianza.

Las ganas.

La cagamos tanto al hacernos novios.

—Te fui infiel.

—Ah —reaccionó él con frialdad—. Buenas tardes para ti también.

Después de aquella respuesta, Soto caminó hasta el televisor para alcanzar el segundo control, el que estaba encima de la consola. Regresó a su cama y empezó a configurar el juego para que pudieran participar dos personajes en lugar de uno.

Cuando tuvo todo listo volvió a mirar hacia la puerta y frunció el ceño, como si no entendiera por qué seguía ahí.

—¿Vas a pasar o...? —empezó a decir, haciendo un gesto dubitativo con sus manos.

La opresión en mi pecho era demasiada, y no precisamente de arrepentimiento. Tuve que tomar una fuerte bocanada para continuar.

—¿Es todo?

—¿Es todo, qué? —inquirió él.

Estaba demasiado tranquilo, pero eso era una alarma en sí misma. Sin rastros de todo lo que lo hacía ser Soto. El problema es que no sabía determinar si se debía a mi confesión o la irreversible cagada que cometimos al hacernos novios.

—¿No piensas hacer o decir nada? —insistí—. Acabo de decirte que te fui infiel.

—¿Y qué esperas, que llore?

—¿Lo harás?

—¿Eso quieres? —Se encogió de hombros—. Sí, quizá lo haga cuando te vayas. Quizá me estoy haciendo el fuerte.

—O quizá no te importa una mierda.

Soto soltó el control y metió las cabeza entre sus manos, despeinándose de frustración.

—Sina, te voy a ser muy honesto: llegaste en un momento de mierda. Puedes quedarte y jugar, y hacemos como si nada pasó, o puedes irte a joder a otro maldito lado porque...

—Sí estás molesto, entonces.

Di varios pasos hacia él y le tomé del brazo. Lo había extrañado tanto... No de la forma necesaria para ser su novia, pero sí como la amiga que una vez fui para él.

—Puedes decírmelo —presioné—. No tienes que guardarte nada. Puedes gritarme, sacar todo lo que...

—Hey. —Soto me agarró el rostro con sus manos heladas por el aire de la habitación—. No estoy molesto contigo, ¿okay?

—Pero te acabo de decir que...

—Yo conocía los riesgos de esta relación.

Y aún así insistió por ella.

Nerd: obsesión enfermiza [Libro 1 y 2, COMPLETOS] [Ya en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora