María Betania odiaba el uniforme del colegio casi tanto como aborrecía su cuerpo. Su ritual al llegar a casa empezaba siempre deshaciéndose de todas las prendas que conformaban ese conjunto reglamentario. Usaba una red de baño para no mojarse el cabello y dejaba que la ducha le lavara el sudor de estudiar hasta las dos de la tarde y de los recesos en un patio sin techo ni ninguna otra protección del abrasador sol del mediodía.Cerraba los ojos. Lo hacía incluso antes de enjabonarse la cara, para evitar mirarse.
Salía del baño y se miraba al espejo alto del lavamanos porque desde él era perfecta. Una coleta despreocupada en su cabello, algunos mechones sueltos que enmarcaran sus deslumbrantes ojos, varios gestos distintos con sus labios carnosos y expresivos, y eso era todo. Perfección. Pestañas oscuras y voluminosas, pechos impresionantes que no necesitaban sujetador para resaltar, reflejos dorados en su cabellera, pómulos resultantes y un mentón en punta que le daba un acabado apoteósico a su rostro.
María era perfecta en ese espejo, siempre que no tuviera que ver lo que ocultaba tras la toalla.
Salió del baño y se dirigió al closet. La camisa que escogiera daba igual, todas le quedaban bien excepto las que le había regalado su abuela a lo largo de los cumpleaños y navidades, pero que de todas formas conservaba porque amaba a su abuela más de lo que le desagradaban sus obsequios.
Con respecto a los pantalones era mucho más estricta. Siempre ajustados y de cintura alta, era la única manera de mantener su barriga recogida, de esculpir una figura más pequeña, de parecer de caderas anchas y no "gorda".
Por eso odiaba su uniforme. Camisas de botones con pantalón de corte bajo. Agradecía no tener espejos de cuerpo completo que le mostraran los cauchos que sentía resaltar en la parte bajo de su camisa.
Aunque no lo necesitaba y solo saldría a conversar con su familia, se puso algo de rubor en las mejillas y la punta de la nariz, y rímel en las pestañas. No podía permitirse salir desarreglada. No podía ser ante nadie menos que perfecta. No podía darle a nadie el poder de llamarla "fea". Porque ya era gorda. No podía ser también fea.
Se vio una última vez en el espejo y sonrió. No tuvo que fingirlo, de verdad amaba la imagen que la miraba directo a los ojos. Ella se "amaba". Muchísimo. Al menos vestida. Vestida así. Sin importar su gastritis y lo insoportable que eran a veces las cinturas de esos pantalones cuando los cólicos la atacaban, sin importar las noches que pasaba retorciéndose del dolor luego de soltar esos botones. Valía la pena porque era hermosa.
María pensaba que Dios se había equivocado con su cuerpo, y se dijo a sí misma que ella era la encargada de terminar su obra.
Salió a la sala, donde su hermana chateaba con los pies encima del sofá, y se sentó junto a ella solo porque a su lado era todavía más perfecta. Génesis era ordinaria. Delgada, pero ordinaria. Tal vez por eso María sentía que su hermana la envidiaba tanto.
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Nerd: obsesión enfermiza [Libro 1 y 2, COMPLETOS] [Ya en físico]
Mystery / ThrillerSinaí Ferreira no debió haber interferido en los secretos de los Frey; por desgracia, se obsesionó locamente con uno de ellos, y haría cualquier cosa para conseguirlo. Ruso. Peligrosamente atractivo. Un prodigio. Adicto a revivir personas. Axer Frey...