Nerd: obsesión enfermiza [Libro 1 y 2, COMPLETOS] [Ya en físico]

23: Empezando a gritar

Dejo por aquí un video de mi canal por si alguien no se ha suscrito 👀 Ahora sí, continúe su lectura xD

María

Las personas cometen el error de pensar que las mujeres atrapadas en un relación dañina se enamoran del caos y el dolor.

No es así.

Se enamoran de los chispeantes ojos gatunos que te sonríen como si fueses la única en su mundo, se deslumbran por la perfección de una barba bien delineada y un rostro perfilado. Se acobijan en esos brazos musculosos que exhuman el aroma de un perfume caro, y que ostentan las mangas de una camisa de marca.

Se enamoran de la manera en que los labios de él se deslizan desde los dedos de ella hasta su muñeca, donde, con la entrega de un millonario perdido de admiración, las manos de él envuelven una costosa pulsera de piedras brillantes.

Ellas se enamoran de las palabras, de la atención, de aquel que las oyes cuando nadie más parece saber escuchar.

Y se quedan dormidas en sus brazos, en la parte de atrás de sus pizzerías, soñando con los besos que su amado esparse desde su frente hasta sus mejillas.

Y se enamoran, sobre todo, del primer te amo.

María despertó con dificultad, preguntándose si de verdad acababa de escuchar "la palabra".

Estaba acurrucada en los brazos del turco, drogándose con su perfume, deleitada con los inocentes besos que él le regalaba. La pizzería hacía horas que había cerrado, él lo hizo por ella, para que tuvieran plena intimidad en el local, como si se tratara de un hogar para ambos lejos de la malicia de aquellos que no querían verlos juntos.

—¿Perdona? —preguntó María pestañeando.

—Que te amo, María.

Ella no lo podía creer. Después de todo lo que habían pasado, él sí la amaba.

Se besaron, y puede que a ella se le salieran un par de lágrimas de la emoción, porque la última vez que alguien le había dicho esa palabra había sido una artimaña para conseguir una foto que la destruiría. Esta vez, era real. Lo sentía en la pasión con la que él la abrazaba, en la devoción con la le agarraba el rostro mientras sus labios se deslizaban con pasión. Lo sentía en la manera en que su mano se deslizaba al interior de su vestido y...

—No. —Lo frenó, intentando no ser demasiado brusca, y le dio un pequeño beso en la nariz, sin perder la sonrisa. Estaba intentando algo que antes nunca consideró: ser honesta, ser fiel a sí misma. Ahora podía hacerlo, porque ahora él la amaba.

—¿No? ¿No qué?

—Esperemos. Podemos... No sé, ¿podríamos solo quedarnos abrazados toda la noche?

El turco se removió un poco y apretó los labios, consternado.

—¿Eso a qué viene?

—No lo sé. Nos hemos saltado muchos pasos, ¿sabes? Antes... lo hicimos sin sentir nada el uno por el otro, sin apenas conocernos. Quiero recuperar ese tiempo ahora y tal vez..

—¿Sin conocernos? Llevábamos meses saliendo, te buscaba al colegio, le brindaba el almuerzo a ti y a ese amigo desagradable tuyo. Te compré todo lo que me pediste, te consentí. Y luego fue que lo hicimos, y solo porque se me ocurrió pagar un hotel. No digas que no nos conocíamos.