Uno [Editado]

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Sus pisadas hacían eco en el frío asfalto, su andar era rápido, las calles se hallaban prácticamente solas excepto por un par de borrachos que merodeaban por el lugar, eran las diez de la noche y su turno se había extendido. Odiaba caminar a esas horas hasta su casa, pero si quería conservar su trabajo y mantener su carrera universitaria debía doblar turno las veces que a su jefe se le ocurriera que necesitaba ayuda.

Abrigó mejor su cuerpo, tapando parte de su rostro con la suave bufanda roja, un leve estornudo escapó de sus labios y un bajo gruñido salió de su garganta, odiaba el clima frío ya que sus alergias se intensificaban sin poder hacer nada para impedirlo.

Aligeró el paso sintiéndose inquieto, su lobo se removió en su interior por primera vez en mucho tiempo cuando el sonido de las llantas de un auto resonaron en el asfalto haciéndolo sobresaltarse al estacionarse justo frente suyo impidiéndole continuar.

Su ceño se frunció y su boca dibujó una mueca de confusión imaginando mil escenarios en los cuales era raptado por quien sabe quien. La puerta de copiloto se abrió y un imponente alfa bien vestido bajó de este -Su alfa ha vuelto- habló.

Sus sentidos se dispararon, su garganta se secó y el miedo invadió su cuerpo, quiso huir, sin embargo sus extremidades no reaccionaron -Y-yo no tengo alfa- respondió con indignación sintiendo como su omega abría los ojos y se sentaba con las orejas a gachas en una esquina con inquietud.

El hombre bien vestido abrió la puerta trasera de la lujosa camioneta negra -Suba señor, su alfa lo espera- ordenó haciendo caso omiso a lo antes dicho.

Jimin tragó saliva sintiendo como sus ojos se llenaban de lágrimas, se sentía ansioso, su omega aún con el corazón herido rogaba por su alfa, no obstante era más la ira de su parte humana al haber sido abandonado a su suerte con una marca sabiendo que podría haber muerto de tristeza por la falta de su compañero de vida.

-He dicho que no tengo alfa- insistió nuevamente sintiendo como su cuerpo temblaba.

Un suspiró escapó de la boca del hombre de traje antes de tomarlo por los hombros y prácticamente cargarlo metiéndolo luego a la parte trasera del auto.

No tuvo tiempo de protestar o de intentar escapar cuando los seguros fueron puestos y el motor del auto rugió al ser encendido haciendo que su cuerpo se fuera hacia atrás golpeando su espalda en el asiento -Aush- se quejó.

-Lo siento señor, pero el amo tiene prisa- se disculpó sin dirigirle la mirada.

No, no, no, no, no -¡Dejame bajar!- exclamó con rabia sin recibir respuesta, intentó abrir la puerta sin éxito alguno, suplicó con todas sus fuerzas mientras el auto avanzaba por una carretera llena de árboles, la densa neblina cubría el camino haciéndole casi imposible el saber hacia dónde se dirigían, de lo que sí estaba seguro era de que a cada minuto se alejaban más de la ciudad.

No supo cuánto tiempo pasó, pero a medida el auto avanzaba el nudo en su estómago se acrecentaba un poco más, cuando se hubo dado por vencido cerró los ojos intentando tranquilizarse y rogó en silencio que eso fuera sólo una de sus frecuentes pesadillas.

Escuchó el sonido de una reja siendo abierta y sus ojos se abrieron buscando el lugar del cual provenía el sonido, ante él se imponía una hermosa mansión que casi parecía una fortaleza, no tuvo tiempo de ver alrededor, pero sabía que estaba rodeada por un extenso bosque.

El auto se estacionó frente al lugar y el mismo hombre de traje salió nuevamente abriendo su puerta. Su cuerpo se puso rígido, sus músculos tensos, luchó con todas sus fuerzas arañando y pataleando cuando el hombre lo tomó por los hombros y lo obligó a salir -¡Por favor, por favor, por favor!- suplicó al ser cargado en peso al interior del lugar.

El hombre se detuvo frente a una puerta de madera tallada, lo bajó de su hombro sosteniéndolo con uno de sus fuertes brazos impidiendo de este modo cualquier intento de huida.

Un leve olor a chocolate amargo y tierra húmeda golpeó sus fosas nasales, ese delicioso aroma que le recordaba su hogar, que le incitaba a cobijarse bajo una caliente manta en un día lluvioso. Su omega levantó las orejas y él arrugó la nariz ante el reconocido olor de su alfa -Es nuestro alfa, ha regresado por nosotros- Habló su omega, y él sintió náuseas al saber que lo tendría nuevamente frente a frente.

El hombre tocó suavemente y su cuerpo se tensó cuando escuchó esa voz que tanto había añorado escuchar durante tanto tiempo, ronca y profunda como la recordaba, tan hermosa y llamativa cual cántico de sirena que hipnotiza a su presa para devorarla una vez haya caído ante su cruel y bello encanto -adelante- habría dicho.

La puerta fue abierta por el hombre haciéndolo entrar luego, pese a sus quejas. Una corriente eléctrica recorrió su cuerpo cuando estuvo dentro, el olor era exquisito e intenso, su omega movió la cola emocionado al sentir el aroma de su destinado cerca, al sentir que compartían el mismo lugar después de tanto tiempo, lloriqueó implorándole acercarse importándole poco todo lo que habían sufrido por él.

Sus ojos vagaron por el bien iluminado lugar tratando de enfocarse en algo más. Era un despacho elegante y sobrio, tras el escritorio se hallaba una silla de cuero, de la cual sobresalía una negra cabellera, el alfa estaba de espaldas con sus ojos puestos en la bonita vista que daba el bosque bajo el cielo nocturno.

Cuando la silla giró Jimin sintió que el tiempo de detuvo.
Su garganta se secó y sus piernas temblaron, boqueando por mantener el aire, teniendo que luchar con todas sus fuerzas para no salir disparado a sus brazos o para no caer de rodillas ante él mostrando sumisión.

Sus oscuros ojos cual dos pozos negros, hermosos y atrayentes, su delicada piel blanca como la nieve, en sus finos labios se dibujaba una leve sonrisa socarrona que hizo que su corazón latiera desesperado ¡diosa su alfa era perfecto!

Yoongi se levantó de la silla sin apartar los ojos de los suyos y a paso lento caminó en su dirección, Jimin contuvo la respiración cuando estuvo frente a él, su gran mano tomó su mentón con delicadeza y acarició su mejilla con sus fríos dedos, sin poder evitarlo cerró los ojos ante ese tacto que tanto había extrañado -Te has portado bien durante mi ausencia ¿No es así?-

Jimin abrió los ojos viéndole con indignación, apartando bruscamente su mano de su rostro y mirándole de manera airada -¡Déjame ir, no quiero estar contigo!-

Una suave sonrisa se dibujó en los bonitos labios y esta vez tomó su barbilla con fuerza -Tan terco... Te extrañé ¿sabes?- llevó su nariz a su cuello olfateando el delicioso aroma a lavanda y frutos frescos, su lobo aulló suplicando tomar a su omega ahí mismo y renovar su lazo -Mío...- musitó.

Jimin lo empujó con todas su fuerzas -¡No... No soy más tu omega! ¡aléjate de mí!- sus ojos estaban llenos de rencor y de miedo.

-¡Eres y seguirás siendo mío- replicó con enojo yo me encargaré de recordarte a quien le perteneces, soy tu alfa te guste o no!-

Sus ojos no tardaron en derramar lágrimas de frustración e impotencia al verse recluido en ese lugar en el cual no deseaba estar.

-diosa apiádate de mi-

¿Cómo es que la luna lo odiaba tanto como para castigarlo con un alfa como ese? ¿Cómo fue que terminó de ese modo?

¿Cómo es que la luna lo odiaba tanto como para castigarlo con un alfa como ese? ¿Cómo fue que terminó de ese modo?

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Mi omega

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