Capítulo 43

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Rebeca

Por ahora estaba tratando de asimilar lo que ocurría, mi padre estaba tan borracho que me confundió con alguien... ¿cómo para intentar abusar sexualmente de mí? Gritar fue mi primer impulso, y pedir ayuda a base de aullidos aterrados. Todo lo que mis ojos habían logrado ver antes de que el director de la escuela llegara y me tomara de los hombros para sacarme de ahí al igual, fue aquella imagen de mi padre: tumbado en el suelo con botellas de whisky y un guardia de seguridad sobre él. Todavía recuerdo los latidos de mi corazón latir hasta golpetear mi cabeza cuando mire mi playera rota de un hombro; el sentimiento de decepción y tristeza en mi pecho eran tan fuertes, como los malos olores a exceso de bebida alcohólica entrar por los poros de mi nariz, amargando aún más aquella fetidez con el aroma terroso y quemado del cigarro.

Habían dicho que papá tenía un permiso para pasar toda una noche en su oficina por trabajos pendientes, pero en vez de eso; decidió montar una escena bastante traumática para los alumnos, y en primer lugar a mí.

Desde entonces me obligaron a ir a casa para descansar, pues en clases no pude evitar llorar bajo la cueva obscura que había hecho entre mis brazos y pupitre. Me sentía demasiado mal, no había explicación para decir cómo me sentía, si mi propia expresión era indescifrable cuando trate de mirarme al espejo de mi habitación. Sabía que sentía dolor por las lágrimas que salían una tras otra. Y como cualquier adolescente me tumbe en mi cama, mientras mamá hablaba con su abogado sobre lo ocurrido y sobre el día del juicio. ¿Por qué tenían que hacerlo frente a mí?, ¿no veían que era demasiado afrontarlo?

Entonces llego el momento en que empecé a faltar a clases, pareciendo sin vida cada vez que contemplaba mi reflejo.

El director estaba bien con lo que hacía, yo tenía el permiso de faltar hasta poder mejorar, él comprendía mi situación aunque yo no lo hiciera; no tenía por qué hacerlo, simplemente había una parte de mí que estaba apagada y que me impedía ser la misma Beca de todos los días.

Si tuviera que hablar sobre cómo me sentía en ese momento, tal vez diría que odiaba mi vida o a mí, por haber querido arreglar lo que ya no se podía volver a formar, en este caso: la relación entre padre e hija que nunca existió.

—Hija... ¿No vas a ir a la escuela mañana? —preguntó mi madre tocando la puerta con cuidado. Esta era la primera vez que lo hacía desde hace una semana que no salgo de mi habitación.

Coloque las palmas de mis manos en mis párpados para no llorar otra vez, pues con tan solo recordar el colegio; los malos recuerdos y experiencias llegaban a mí como un tremendo golpe. Esto dolía mucho, era diferente a las situaciones que antes había vivido.

—¿Beca? —susurro mi madre de nuevo.


Y no iba a contestar, pero luego me acorde de que no le había dirigido la palabra durante todo este tiempo. Me sorprende el espacio personal que me da mi madre, porque la puerta no está asegurada y aun así no entra.

Aleje mis manos de mi rostro y respire a fondo, jalando aire por medio de mi boca, reteniéndolo por un momento y después dejarlo ir.

—¿Dónde está él?... —pregunte, sin dar explicaciones acerca de a quién me refería. Ella sabía que hablaba de Robert. —Puedes pasar mamá, estoy bien.


Mi madre se quedó callada y después de unos minutos de entrar a la habitación para sentarse con cuidado sobre el costado de mi cama, dijo:

—No lo sé, hija, pero no se acercara a ti jamás

—¿Y ustedes?...¿de verdad ya no será mi padre?, no es que ya haya tenido uno antes, pero siendo lo más cercano a una figura paterna; él se ira, ¿verdad?

Intocable ➳ DO'B©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora