•VI•

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-Mm...- Gemían entre besos apenas adentrando la casa. Las suelas de sus zapatos soltando chillidos. Mew cerrando la puerta de la casa tras ellos. Está tratando de ponerle seguro a la puerta.

-¿Por qué seguimos en la puerta de la casa?- Gulf pregunta entre los besos. Mew le responde los besos. Se dejan de besar.

-Para ponerle seguro a la casa. Nos pueden robar mientras lo hacemos.

-¿Y si Dios nos protege?

Gulf tienta adentrando su mano con desespero dentro de los pantalones de Mew para frotarlo ahí adentro. -Oh...- El pelinegro cierra sus ojos sin soltar la cerradura de la puerta con una de sus manos. Su labio inferior pillado entre sus dientes. -es tentador sin dudas pero dejáme cerrarla.- Mew logra girar el pequeño metal extra que la cerradura de la puerta camufla en su metal.

-Ahora sí. Sigamos.

Mew lo sujeta de los cachetes besándolo con demasiada pasión. Gulf no dejaba de masturbarlo con la mano dentro de sus pantalones. El pelinegro los lidera arriba las escaleras pero choca la espalda del moreno contra el brazo de las escaleras.

-Ow.- Jadea con dolor el padre dejando el beso. Su espalda toda inclinada sobre la baranda de las escaleras.

-Lo siento.

-¿Hay que subir las escaleras?

-No debes subirlas tú, padrecito.

Mew le promete con una sonrisa encantadora de labios antes de tomarlo de las caderas para alzarlo. Como respuesta, las piernas del contrario rodean la cintura del pelinegro. Sus manos abrazadas al cuello de este. Se vuelven a besar apasionadamente mientras que Mew los sube a ambos. Ambos llegan a la habitación.

La casa era toda de blanco como la de Gulf. Con ventanas de cristal. La puerta de la habitación es marrón oscuro.

Ingresando a la habitación, Mew suavemente lo inclina sobre la cama, trepando una rodilla.

-Ah...- Gulf gime en el último beso antes de que retrocedan sus rostros con los labios hinchados. Rojos. Sus cachetes están rojos. Se tornan tan rojitas las orejas del moreno que se ve tierno aunque nunca sonría. Sólo tiene su expresión de amargado o (entre a veces) una expresión de impresión. Sus labios entreabiertos. Mira a su alrededor con curiosidad. Es una habitación pequeña de paredes en crema con dos gavetas a las esquinas de la habitación. Un armario gigante frente a la cama (a una esquina de una pared), un televisor enorme colgando de la misma pared del armario pero a la derecha directamente volteada a la cama.

-¿Te gusta mi cuarto, padrecito?

Mew tienta.

-El colchón es suave.- Gulf dice agarrándose con una mano del colchón.

Mew le alza el traje por completo hasta quitárselo. Viéndolo ahora en boxers y esas medias negras que se le veían sensuales. Vio ese cuerpo expuesto delante suyo... Esos pezones marroncitos no tan oscuros... Ese estómago con una ligera pancita aunque no se viese "gordito". Lo vio con tanta adoración que parecía perdido en esa belleza lujuriosa. Las manos del padre cayeron en los hombros del pelinegro. Sus pulgares y dedos bastantes maduros rozando con el cuello del pelinegro suavemente. -¿Mew?- Llamo el padre con confusión al ver cómo él pelinegro había quedado estoico.

-Lo siento, es que... Te ves muy lindo, padrecito.- Mew desliza una de sus manos grandes, marcadas con venas sensuales... Por todo el estómago del piel bronceada. Los ojos del padre siguieron esa mano hasta que la mano bajo al borde los boxers. Mew tienta el borde con un dedo. Deslizando este hacia los lados (en un mismo lugar) pero alzando el boxer.

OH PADRE QUE ESTÁS EN LA IGLESIA•MewGulfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora