•IV•

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Gulf fue a su casa. Era alejada de cualquier vecindario con una vista impresionante al mar. La casa era en una montañita. Se quitó los zapatos en la entrada antes de quitarse la chaqueta de forma moderada, doblándola sobre uno de sus brazos para ponerla en el brazo de su mueble. Con un suspiro, fue hacia la cocina. Abrió la nevera para tan sólo ver huevos.

-Debo hacer la compra mañana.- Él murmura antes de cerrar la nevera con otro suspiro, desviando la mirada. Quieto en su sitio.

Recibe una llamada. Saca el teléfono de su bolsillo para ver el teléfono. Es el número de un monje.

-Diga.- Gulf pide con indiferencia de nuevo. Cruzando su brazo libre bajo el codo del que sostiene su teléfono.

-Debo cantar en unos días, no es así, ¿padre Kanawut?

-Ya te digo que sí, hermano Rathavit.

-¿Podríamos practicar mañana para que usted verifique mi cántico?

Gulf rueda los ojos al mirar a la nevera de nuevo pero con enojo. Todo su calendario esta lleno en sharpey rojo excepto el día de mañana que era su único día libre de la iglesia. Trato de calmarse al cerrar sus ojos con un suspiro. Alivio la tensión en sus hombros. Hizo sonar los huesos de su cuello con sus ojos cerrados como todo un hombre enfurecido sin abrir los ojos. Por último, pilló el teléfono entre su hombro y cuello para alzar sus manos más arriba de su cabeza con los dedos entrelazados para hacer tronar sus nudillos con un gruñido. Sus dientes agrietados.

-¿Padre Kanawut?- El muchacho pregunta todo tímido.

-Oh señor dame paciencia...- Gulf pide sin abrir los ojos lentamente bajando sus brazos del aire. La bombilla de la cocina aclaró su luz como si fuese una señal de Dios. Deslumbró tanto en el rostro de Gulf que esté sonrío con sus labios sin notar la mosca que salió de la bombilla (a.k.a la que causaba sombra en la luz). -De acuerdo. Mañana practicaremos.- Gulf dice todo serio ya volviendo a ser amargado mientras sostiene su teléfono con una mano. Sus ojos abiertos sin brillo alguno.

-Gracia--

El padre colgó y camino hacia su habitación.

👄

-Aaah~, por tu gracia, aah.- El chico tímido intentaba cantar en el altar vestido con su traje de monje negro y sus zapatos. El chico de muy baja estatura, orejas grandes, y tierna nariz pequeña intentaba lo mejor de sí pero su voz decaía en las últimas "a" de la canción. Sostenía el libro de líricas en su mano para mirarlo de vez en cuando sin notar que el padre Gulf a una esquina atrás de él, se estaba cubriendo un oído con un dedo. Sus dientes agrietados. Tratando de acoplarse a la voz fallida del chico. Cerraba y abría los ojos con enojo por ese tono de voz tan erróneo.

-Ni los ángeles lo querrían en el cielo, por Dios.- Gulf murmura.

-¿Lo hice bien, padre?- El chico termina su cántico dándose la media vuelta con una sonrisa tierna en su carita. Gulf rápido destapa su oído para que el menor no se de cuenta. Pone sus manos contra su espalda, pareciendo un comandante militar.

-Uh, Plan... Eres... ¿Cómo lo digo?

Gulf ladea la cabeza viendo al techo. Fingiendo pensar.

-Un desastre.- El es franco con el chico ahora viéndolo con una sonrisa súper cuadrada de dientes agrietados.

-Oh...- El chico se pone cabizbajo todo triste.

OH PADRE QUE ESTÁS EN LA IGLESIA•MewGulfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora