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El día de ayer se convirtió en el mañana.

Gulf bajo la frisa de su rostro para exponer la mitad de su rostro mientras ve a su alrededor con sus ojitos solamente.

«No recuerdo nada de lo que sucedió ayer excepto que baile y... Recuerdo que estuve en el baño... Me besé con Mew de nuevo... No recuerdo nada más.»

Gulf piensa ahora localizando el sillón frente a él dónde pacíficamente dormía Mew. Con su cuello ladeado a la izquierda, su boquita entreabierta, y una ligera papada reluciendo bajo su mentón. Es una posición incómoda la que su cabeza está representando. El padre miró abajo a su frisa. La alzó para revisar que estuviese vestido. Miró y todo parecía estar en su sitio. Su ropa, todo... Fue exactamente como la promesa que recuerda hizo con el individuo que duerme. No le hizo daño. El padre baja lentamente la frisa para verlo con una ligera sonrisa de labios. Se escuchan pisadas desnudas bajar por las escaleras de la casa al lado de la sala.

-Oh. Alguien despertó.- La mamá de Mew anuncia con una sonrisa. El padre deja de sonreír para mirar tras suyo con su rostro neutral. No era un rostro amargado cabe recalcar. Sino que era un rostro simplón que se veía humilde de alguna forma. Al voltear, al parecer activo un dolor de cabeza. Se sostuvo la cabeza con una mano. -Ah. Seguro es porque bebiste mucho ayer, joven padre. Enseguida te preparo el desayuno.

La mujer cariñosamente se apresura volteando a la cocina, pero vuelve a voltear para mirar a su durmiente hijo con indignación.

-M--Mew, levantate ya. Tu amigo está despierto.- La madre lo regaña. Mew deja de roncar con un sonido brusco para mirar a su alrededor con sus ojos gigantes como platos. El padre ríe un poco, mirándolo únicamente a él. La mujer sonríe dándose cuenta que el joven padre Kanawut sólo ríe con su hijo. -Bueno, voy ahora con la sopa.- Ella dice con una sonrisa dándose la vuelta.

-Voy a ayudarte, ma--- Mew iba parándose pero Gulf se levantó del mueble primero diciendo un repentino:

-Por favor, no.

Cosa que hace a Mew detenerse. Mirándolo a los ojos con el ceño fruncido.

-Yo la ayudaré. Tu duerme aquí.- El moreno no lo deja debatir pues lo toma de los brazos para acostarlo en el mueble. Le pone la frisa. -Dormiste con la cabeza en una mala posición. Hazme un favor a mí y a Dios, y descansa.- Gulf le dice ahora cubriéndolo hasta el pecho con la frisa. Mew se le queda viendo.

-Pero tienes dolor de cabeza por el alcohol.

-Estoy bien. Ayudaré a tu mamá.

Gulf anuncia antes de retirarse del mueble a ayudar a la amable madre de Mew quién le sonríe aún sabiendo que el joven padre Kanawut no le va a sonreír. En su corazón, ella sabe que él es amable.

Mew miró la frisa que lo abrazaba entero a excepción de sus piernas. Sus labios dibujaron una sonrisita y olió la frisa. Se acurrucó el doble bajo esta.

-Oye, padre Kanawut,- Mew llama desde el mueble.

-¿Sí?- Gulf se asoma en el borde de la cocina sujetando un pañuelo. Con un rostro interesado en el individuo del mueble.

-No lavaré esta frisa por un buen tiempo.- Juega el chico carismático.

-Puerco.- Es lo único que le dice el padre seriamente antes de volver a la cocina. Mew hace un puchero antes de volver a reír.

Cuando algo explota. Pero no explota con fuego. Ni tampoco explota algo dañino. El sonido proviene de la cocina.

-¿Qué fue eso? ¿Están todos bien?- Mew pregunta dándose la vuelta en su sitio, sentándose en su trasero para mirar a la cocina y ve una cómica escena de su madre y su padrecito Kanawut repletos en polvo negro. El horno frente a ellos abierto.

OH PADRE QUE ESTÁS EN LA IGLESIA•MewGulfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora