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En cuánto cruzó la puerta de su habitación, su cansado cuerpo aterrizó por inercia en su cómoda cama, había sido un largo y agitado día

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En cuánto cruzó la puerta de su habitación, su cansado cuerpo aterrizó por inercia en su cómoda cama, había sido un largo y agitado día. Afortunadamente mañana era sábado y eso significaba una cosa, no iría a clases pero si a trabajar, por esta noche descansaria para recuperar todas sus energías perdidas.

Corretear y servir a los clientes no era nada fácil, pero lo hacía para poder pagar sus estudios académicos y tener un futuro mejor.

No llevaba una vida millonaria, no tenía una suite de lujo, sólo ganaba lo suficiente para poder sobrevivir en esta enorme jungla que se llama vida. Vivía en una pequeña casa no lujosa pero muy cómoda que heredó de su padre tras su muerte, el hombre trabajó por muchos años para comprar una casa en un barrio tranquilo de Seúl, él quería darle una vida decente a su único hijo. Pero desafortunadamente el hombre perdió la vida en un terrible accidente hace algunos años, cuando regresaba de uno de esos tantos viajes que hacía por negocio.

Desde entonces el lindo chico ha estado viviendo solo, pero ha logrado sobrevivir por su propia cuenta.

—¡Maldito mocoso despierta!

La ruda y severa voz de un hombre lo despertaron, talló sus ojitos somnolientos con sus ambas manos tratando de ahuyentar el sueño y bostezo largamente por el cansancio. ¿A que hora se había quedado dormido? No quería dejar su cama calentita, pero a fuerzas tenía que abandonarla, ya que ese hombre perteneciente a una de las tantas familias de la nobleza del reino, lo obligaba a levantarse a la hora que el gallo cantaba. Se puso unos zapatos de cuero gastados y agujereados, eran los únicos que tenía.

No podía comprar unos zapatos nuevos ó mandarlos hacer con el zapatero del pueblo, porque su mísero salario de criado no le alcanzaba ni para comprar una aguja. La ropa que utilizaba, eran prendas que el noble las deshechaba cuando ya no le servía, él se encargaba de recogerlos y remendarlos a su medida.

Salió desde muy temprano al pueblo, para hacer las compras del día. Primero pasó por el verdulero y el frutero, luego pasó por la panadería, pero en el camino se entretuvo en el pequeño taller de la modista, observó detenidamente desde la ventana, a la mujer que cosía con sumo cuidado y delicadeza las galas reales del príncipe. Había oído hablar de él, pero nunca lo había visto en persona, sólo sabía que era sumamente apuesto y elegante, sino fuera por su mal carácter que lo contrariaba sería una excelente persona. Y siguió con su recorrido hasta llegar al taller del zapatero, le brillaron los ojos de emoción al observar un par de zapatos de cuero muy hermosos que modelaban en el mostrador, seguramente aquella bonita prenda le cabrían muy bien en sus pies, pero era una lastima, no podía pagarlos.

Observó sus pies, jamás tendría unos bonitos zapatos como los que usaba el noble y su sobrino. De pronto, escuchó los trotes de los caballos que se acercaban por ahí, aquel peculiar sonido venía acompañado de voces de soldados, era el príncipe que pasaba por ahí, haciendo su recorrido desde muy temprano por todo su reino. Y la gente del pueblo se asomó por sus ventanas para observar al apuesto joven que paseaba galantemente por las calles de París, cabalgando su corcel. Algunos aldeanos salieron de sus viviendas para observar más de cerca al apuesto joven. Hasta que alguien empujó fuertemente al muchacho en medio de la calle, cayendo sobre sus manos y rodillas al suelo, impidiendo que el príncipe siguiera con su recorrido.

¡MI PRÍNCIPE DE NIEVE! - [HyunSaeng] ¡Editando! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora