Había transcurrido ya un mes desde el último encuentro que tuvieron por medio de la plataforma virtual y de aquel encuentro con el agente Matías. Desde entonces habían decidido permanecer alejados de las actividades de esparcimiento y de comunicación con los demás integrantes de la hermandad, el último encuentro los había hecho dar un paso al lado ante la posibilidad que el tal Lidrium fuese en realidad un agente encubierto que hubiese dado por casualidad con aquel reducido grupo de banda. Era tan masivo el ingreso que pareciera imposible tener un control individual en el flujo de información dentro de Gaia, por una sencilla razón: el motor de expansión estaba limitado a tecnología de treinta años atrás y, con más de diecisiete millones de usuarios, más bien se sostenía gracias al pago mensual. Eso generaba un ingreso económico millonario y, aunque los niveles, temáticas y expansiones dentro del terreno estuviesen en constante crecimiento, las políticas de privacidad podían ser adaptadas por cada jugador, equipo, banda o hermandad, utilizando nuevos sistemas de ocultamiento digital. Los administradores de variables tenían dificultades para dar con el contenido desarrollado cuando se realizaban las conversaciones y todo redundaba en «encuentros» con fines recreativos, asociados a que, en realidad, también eran jugadores comprometidos, así que todo en sí calzaba para ser el punto de telecomunicación más cercano entre personas de todo el mundo que tuviesen la oportunidad de conocerse desde el exterior en algún encuentro científico o referidos de los mismos participantes del grupo de confianza. Sin embargo, Lidrium, un conocido xenobiólogo, había sido anfitrión hacía un par de años en un destacado encuentro científico organizado por un instituto de estudios internacionales de un país de la federación del Atlántico Norte. En ese entonces era un activista para el círculo privado de discusión compleja sobre nuevas propuestas de innovación e investigación, todas ellas financiadas por el instituto y el gobierno local, pero entre líneas dejaba ver su inquietud inherente a la situación global y se expuso de manera que todos estuviesen compenetrados con la rebelión científica. Él hizo caer el sistema de canales de comunicación por solo cinco minutos, en los que hubo transferencia de datos de ubicación y lugares de trabajo en conjunto con algunos lineamientos investigativos propios, y decidieron que los próximos encuentros serían en la plataforma de Gaia, siendo reactivado el sistema de monitorización personal en aquella sala de reunión, reportándose por parte de él y su equipo un fallo informático transitorio. Pero ahora todos dudaban de la verdad acontecida y estaban inquietos por la posibilidad de que hubiera sido una manipulación y un engaño por parte de un espía profesional del gobierno local, probablemente un infiltrado con habilidades superiores. Después de todo, solo un «VNN» con afán de apoderarse de un cargo y un estatus jerárquico elevado en su gobierno local y quizás con aspiraciones mayores. Si ese fue el caso, estarían todos los demás miembros del grupo bajo seguimiento y, gracias a que no pudo contener su afán destructivo y su ego enmascarado, dio a la luz parte de su verdadero yo, en aquella pasada conversación con Ignacio, en donde al demostrar sus diferencias cometió un error muy habitual de todos los «VNN», son incapaces de generar una discusión hacia las hipótesis, teorías o ideas porque terminan siempre agrediendo de alguna forma al individuo que desarrolla dichos procesos, para afectarlo emocionalmente y truncar sus procesos neurocognitivos.
Se trataba de una técnica que pareciera transcender el nivel de inteligencia dentro de los «VNN» y, de una u otra forma, ayudaba a provocar tan alto nivel de sospecha, el verdadero objetivo del estudio de la señalización y comunicación priónica solo llegó a comentarse a modo de motivación para los demás científicos allí presentes con el afán de contribuir en una red oculta que compartiese las experiencias locales en una misma línea de investigación. Solo por eso podían contener la difícil situación de cuestionarse una vez más sobre por qué los «VNN» habían vivido una vida engañando y abusando de la confianza de los demás, inclusive de ellos mismos.
Podríamos considerar solo una escena anecdótica el visualizar a Ignacio meditando de alguna forma activa o pasiva con la mente en blanco. Definitivamente, el precio de una mente con capacidades humanas desarrolladas era un bien preciado que requería de una administración de extrema responsabilidad y la fuga de ideas muchas veces colisionaban con el pedestal que sostenía intrigantes hipótesis silenciadas con el advenimiento de los momentos de paz.
ESTÁS LEYENDO
Biodistopía «Destino prohibido»
Science Fiction¿Un trío en medio del espacio? La sociedad se fue a la mierda y solo los "Despiertos"... ¡Descúbrela!