Capítulo 10 «El último éxodo»

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Uno a uno, lograron darse alcance. La estrepitosa y agitada marcha de huida comenzaba a ralentizarse y otorgando la oportunidad de reflexiones aisladas en la mente de todos los ahí presentes, quienes valorizaron nuevamente los hechos ocurridos durante todos esos años, comprendiendo que este momento era injustamente inminente y ya había llegado la hora.

Después de infaustos momentos vividos con anterioridad, los científicos se desplazaban en conjunto con algo menos de doscientos treinta individuos, de distintas características únicas, que formaban un grupo humano muy diverso, aunque reducido, todos inexorablemente con empoderamiento sobre la gestión de su propia responsabilidad y comprensión de las diferencias de cada quién y admiradores de los unos de los otros, como nunca se hubiese visto a gran escala en la humanidad.

Pero para ese grupo de refugiados la caminata a minutos del anochecer, con la última luz del crepúsculo en dirección a los hangares de abordaje, les provocaba un sentimiento de melancolía amarga. Añoraban su pasado en la infancia más dulce, cuando un humano se hace uno con la naturaleza que lo rodea, aquella atmósfera de la que deberían escapar por su propia supervivencia. Ya no había vuelta atrás. Las armas de destrucción masiva iniciarían una cruzada nunca vista por los cielos de distintos continentes y las armas de manto saldrían a demostrar su valor de enjuiciar vastas extensiones de terreno, para exponer a toda la humanidad a un nuevo ciclo de destrucción masiva. Para ellos era solo una posibilidad muy remota, pero para la comunidad de «VNN» era solo cuestión de tiempo que decidiera el fin de toda la humanidad o el inicio de una nueva era.

Se encontraban en un terreno boscoso, donde se sentía vibrante el respirar de las plantas y la delicia que era sentir el oxígeno en los pulmones, cuando detuvieron la marcha, en un destruido hangar que alguna vez fue utilizado por las fuerzas libertarias de antaño, actualmente cubierto de vegetación, se vislumbraba movimiento militar muy reducido. Los transmisores de red iónica informaron que se trataba de soldados de la federación «D» que protegerían la huida del grupo, por lo que se les ordenó que se dirigieran hacia allá, estaban siendo perseguidos por fuerzas gubernamentales para encontrar el punto de destino. La milicia y las fuerzas especiales de espionaje del Estado no tenían herramientas para rastrear los sitios claves y hangares ocultos de la federación «D», por lo que los soldados de la federación podían bloquear sus transmisiones y tenían el deber de detener el avance de las fuerzas de reconocimiento del gobierno. Estaban en misión secreta a cargo de un escuadrón de inteligencia y sus maniobras, guiadas por el alto mando local, no podían solicitar refuerzos, dado que la misión infringía las normas de la comandancia gubernamental, según informaban por el canal de telecomunicación. Eso significaba que estaban bajo amenaza de muerte justificada y respaldada por el gobierno. Habían sido declarados agresores del Estado, fugitivos peligrosos y fuertemente armados. Aunque tan solo contaban con el AK de Randy y con una limitada cantidad de munición.

Fueron hacia los hangares entre la espesa vegetación por una accidentada geografía mientras descendían por una colina virgen de caminos, lo que no facilitaba el desplazamiento. Pero uno de los miembros del final de la fila fue alcanzado por un proyectil de marcaje estratégico de las fuerzas enemigas del gobierno, lo que desencadenó un ataque de las baterías de larga distancia, generando más de setenta pérdidas humanas por mutilación balística. Sabedores de que estaban bajo grave peligro, iniciaron una loca carrera por su vida hacia el hangar, mientras iban cayendo en el camino numerosos miembros del grupo.

—¡Ignacio! —gritó Misui.

—¡Aquí estoy!

—¡Tenemos que separarnos! ¡No podemos estar todos juntos! —indicó Isabel.

Las fuerzas enemigas estaban a poco más de un kilómetro de distancia de los últimos del grupo, por lo que todos se dispersaron y permanecieron fuera del alcance de los visores de marcaje gracias al dispositivo de campo evanescente, que hacía desaparecer los rastros vitales captados por los dispositivos militares.

Biodistopía «Destino prohibido»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora