Durante esa mañana, reunidos todos en una sala de análisis de biomasa del laboratorio de Charles que poseía aislación especial y estaba exenta de cámaras de vigilancia, Ignacio pensaba en voz alta, mientras los demás desarrollaban complementos teóricos e intentaban continuar con sus investigaciones obligatorias por parte de la dirección de sus jefaturas. A Ignacio una pizarra de cuatro metros de largo se le hacía pequeña y, en resumidas cuentas, plasmaba la siguiente reflexión de una hipótesis fugaz, de esas que se realizan con el primer café de la mañana:
«Nosotros mismos, como interventores en nuestro desarrollo, fuimos distanciándonos cada vez más mientras nuestro desarrollo tomaba la forma de un peldaño evolutivo».
En su cabeza, la reflexión se ordenaba de la siguiente manera: las actividades neuronales realizadas por la mañana posterior a una nutrición inicial adecuada promovían una singularidad indiscutida, y es que se lograban movilizar de forma masiva un sinnúmero de neurotransmisores en múltiples áreas corticales y subcorticales cuando el principio se centraba en la resolución de una problemática multivariable, generada por las interacciones con otro ser humano, otra computadora veloz que modificara sustancialmente cualquier parámetro de predictibilidad durante la interpretación de eventos transtemporales. Utilizaba las habilidades cognitivas y la inteligencia aplicadas en un contexto educativo o profesional, determinando así el escenario correcto para iniciar un ciclo de estudios orientados a la integración compleja de contenido establecido para, de esa forma, elaborar una nueva dimensión que trascendiera lo definido como parámetro de evidencia, logrando así complementar paso a paso la construcción de cultura inventiva como sociedad.
Sin embargo, precisamente en ese punto crucial en nuestra evolución es donde se mostraron todas las variables que generaron una serie de errores sucesivos, esos errores que transportaron a tantos al punto de no retorno hacia la cordura en la línea evolutiva en la construcción de un ser humano social cada vez mejor, en dicho proceso se evidenciaron las diferencias en las distintas subespecies que habían coexistido sin notar siquiera sus diferencias cruciales, que determinarían una expresión aún mejor, comprendida en la colaboración como entes de una misma sociedad. Dichas diferencias se hicieron presentes en cada resolución de conflicto, e imagínense millones de procesos donde el caos y el conflicto forman parte de una única vía de transmisión de flujos interactivos aplicados a diario y a cada segundo, a cada minuto, a cada hora y a cada día durante años y años.
Era tan sencillo... Ya había descubierto el eje central que cambió el proceso de educación para que fuera efectiva. Solo requería de la colaboración individual de cada estudiante para dar arranque a la maquinaria mental y lograr aprender e innovar y generar competencias que estuviesen al alcance de cada uno de los miembros para, de esa forma, otorgarles posibilidades de continuar creciendo intelectual y laboralmente. Pero los «VNN» no resistieron ver tanta diferencia y decidieron arremeter contra los «D», los artífices del desarrollo y la innovación, lo que llevó en algún momento a pensar que lograrían llegar a un punto de equilibrio en una sociedad armónica y pacífica, pero solo fue un sueño.
—Chicos —dijo Ignacio—, necesito comentarles algo. Quién iba a pensar que nuestras interacciones diarias como seres humanos engendrarían el fuego de la destrucción que consumiría nuestra naturaleza desde sus cimientos. Esto es todo lo que nos queda, pero quiero que sepan una cosa: lo único que nos queda somos nosotros mismos. Aunque vivamos en las sombras, poseemos la ventaja evolutiva y no interferiremos con la destrucción de todos los «VNN», ellos se están destruyendo solos, y nosotros trascenderemos las estrellas sin ellos.
—Estás hablando de ¿abandonar la Tierra? —preguntó Martín.
Martín era un estudiante brillante que estaba por terminar su doctorado en biociencias moleculares y estaba de paso por los laboratorios de X&Y-Biogen. Debido a su gran potencial, había sido invitado meses previos a una revisión bibliográfica para desarrollar un seminario de ciencias en conjunto con los cinco científicos, demostrando así a todos que en realidad era un «D», sin siquiera saber él mismo de qué se trataba todo eso. Se hacía notar por su naturaleza introvertida, su gran estatura y delgadez, de piel blanca con secuelas de acné, pelo negro peinado hacia el lado, nariz aguileña, lentes gruesos de marco ancho y barba negra corta al igual que el color de sus ojos, que acompañaban a una mirada desconfiada. Apenas comenzó a comprender y dimensionar en lo que se estaba introduciendo, se alejó sin nada de alboroto, refiriendo que no era de su interés. Los demás lo vieron con indiferencia, no generaba ningún escenario propicio para levantar sospechas, así que no era visto como una amenaza, sino como alguien que únicamente busca su camino. Pero en este momento algo pareció interesarle por azar, por lo que volvió a formar parte del círculo íntimo de análisis que creaban los cinco científicos, aunque fuese sin intención de permanecer por más tiempo en él.
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Biodistopía «Destino prohibido»
Science Fiction¿Un trío en medio del espacio? La sociedad se fue a la mierda y solo los "Despiertos"... ¡Descúbrela!