El vuelo estuvo continuamente remecido por alarmas de alerta de misiles que provenían de larga distancia. Sin embargo, ningún misil alcanzó a los transbordadores, los que estaban especialmente diseñados para ser antimisiles. Pero resultaba imposible procesar la información de que Charles ya no estaría más con ellos. Desde ese entonces, una extraña sensación comenzó a infiltrar los pensamientos de cada uno de ellos. No era frecuente experimentar sentimientos de pérdida, sin embargo, todos podían saber que en algún momento la muerte llega a quienes están más cerca de ella en el ciclo vital, pero aquí lo repentino y accidentado de todo el proceso de éxodo, desde que todos pudieron salir con vida desde la escuela de Rubén James gracias a dos mártires, empezaba a tomar fuerza la noción de bienestar y agradecimiento hacia quienes habían contribuido momento a momento de manera improvisada a poner cada uno de los ladrillos del muro que los mantenía a salvo de la aniquilación.
Todo se veía blanco y durante el descenso las turbulencias remecían la nave, mientras se aproximaban a un avanzado complejo de edificaciones. Finalmente pudieron aterrizar en el aeropuerto situado en el medio de la Antártida, lo que generó un gran alivio a todos los involucrados, al alejarse del ojo humano las naves eran invisibles a los radares, lo que hacía improbable haber sido detectados y menos haber sido seguidos.
—General Cox, me informan de un transbordador destruido a unos pocos kilómetros al Este de la Antártida —dijo un radio operador de la base Blanca, como era llamada aquella base militar con puerto espacial.
—Eso solo significa una cosa: existe un operativo costero por parte de alguna otra nación que está dando cacería a los «D» que hemos escapado. Tiene que existir un destructor con poder balístico mar-aire —dijo Cox a su subalterno.
—General, es imposible que nos haya seguido. Si existe un destructor en las costas, este tiene que estar al menos hace más de un día, siendo posible que se hayan interceptado los planes de escape de otra federación «D». Es decir, este destructor estaba «esperándonos» —observó el subalterno de Cox.
—Ya no nos queda un solo metro más de tierra donde podamos correr, amigo mío —comentó el general Cox a su subalterno con tono compasivo.
Inmediatamente llegaron, se formaron grupos por transbordador para así entrar ordenadamente a la gran base militar que, además, era el único puerto espacial con las naves más sofisticadas, diseñadas para llegar en tan solo veinte días a Marte gracias a su tecnología de procesamiento iónico de la materia oscura que utiliza como combustible para su propulsión en el espacio.
—Es irónico, pero Charles una vez me confesó que, si moría, le gustaría haber sido un mártir por una causa y es exactamente en lo que lo voy a convertir, para que la historia lo recuerde por siempre cada vez que se hable de comunicación electropriónica —dijo Ignacio decidido a llevar a cabo su promesa.
—Pensar que ya no está... Es el mismo sentimiento que se me repite una y otra vez desde que fuimos emboscados. Solía pensar lo mismo que tú una y otra vez, Ignacio. Pensé que esa situación terminaría siendo el momento en el que te arrebatarían la vida —dijo Isabel con tristeza y voz temblorosa, dejando aflorar sus lágrimas.
—Perdemos una mente maestra y eso dificultará nuestro desarrollo científico, pero, sobre todo, quiero acordarme de lo que realmente fue, y fue un hombre auténtico, que nunca dudó en arriesgar sus propios límites para llevarlos a otro nivel de desarrollo. Es decir, fue un hombre brillante y parte de él vivirá en todos nosotros, muchachos. Querámoslo o no, él seguirá siendo parte de cada una de las cosas que podamos inventar de aquí en adelante —dijo Ignacio con voz de consuelo mientras la abrazaba.
—Hagan el ingreso a la torre dos los que vienen en los transbordadores de Nueva Esperanza —dijo una voz por altoparlante.
Estando todos reunidos, tuvieron que atravesar en una fría y nevada mañana en la Antártida del refugio principal del aeropuerto hacia una construcción enorme que se extendía aproximadamente dos kilómetros de ancho, alzándose imponente sobre las colinas nevadas de sus alrededores. Era una fortaleza en el frío paisaje de lo que quedaba del Polo Sur.
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Biodistopía «Destino prohibido»
Science Fiction¿Un trío en medio del espacio? La sociedad se fue a la mierda y solo los "Despiertos"... ¡Descúbrela!