Lo que atraemos a nuestra estructura única e irremplazable, que aloja las aferencias del entorno y nos nutre en todo el espectro de las posibilidades existentes, es lo que denominamos el «epicentro interconectivo». Aquella estructura central elongada en su expresión tridimensional, abarca los polos de la «expresión existencial» hacia donde se reciben los estímulos y, a su vez, florecen y se proyectan las respuestas (los eferentes) es esta nuestra estructura primordial, la que posee cada individuo, que se conecta mediante un comportamiento transdimensional hacia los núcleos de las múltiples inteligencias, que, a su vez, están orbitadas por el manto extenso de las habilidades cognitivas, siendo estas una especie de citoplasma y los organelos anejos, que rodean su núcleo celular.
De esta manera, podemos vislumbrar y hacernos un primer acercamiento a nuestra estructura básica mental en la comprensión y la expresión. De igual modo que somos capaces de permitir el ingreso de los impulsos hacia lo profundo de las redes integrativas, para luego dar una respuesta que se abra a todas las posibilidades constructivas del existir o, tristemente, se expresen las maquinaciones destructivas de la existencia en diferentes escalas, siendo de esta última todas las posibles repercusiones con un mismo significado: la autodeterminación de uno mismo hacia la nulidad del ser existencial. Cada acto destructivo es un fragmento de la vida misma que se va extinguiendo de una u otra forma al momento que las respuestas siguen la convergencia de fenómenos ligados a la destrucción. Una variante de esta, igualmente destructiva, es la selección autodeterminada de los estímulos y aferentes que los seres humanos «dormidos» o «VNN» suelen condicionar ante un pensamiento crítico, en un falso vínculo de intercambio de ideas con otro ser humano, haciendo finalmente una malversación de confianza, tiempo y aseveraciones, tras lo cual el sentimiento de expresar su sentir de estar ofendido por lo que sea que se presente es evacuado de aquella estructura central como una «reacción» y no como una «respuesta», estando rodeada aquella reacción con un infinito deseo destructivo donde las emociones y sentimientos más ruines son arrojados hacia el canal de las aferencias del receptor, con una única finalidad: destruir el equilibrio armónico de la multidimensionalidad de las conexiones inter, trans y multi cognitivas en la expresión de todas las inteligencias integradoras.
De esta forma, se anula la capacidad de sentimientos como el amor y las reacciones positivas, ya casi inexistentes, que nos sirven como puente para alcanzar esa capacidad que nos hace únicos en nuestros confines explorados como seres universales, ya que, siendo coartadas e inhibidas dichas capacidades, se va determinando instantáneamente un bloqueo inminente de las distintas conexiones activas, para lograr que de ese «D» afloren reacciones que caigan al nivel de un «VNN» y se traduzca concretamente como un eferente, un impulso de defensa que será fácilmente interpretado por un número mayor de existenciales como el origen de la hostilidad (desde un D), aquellos «VNN» no buscan acaecer al cuidado del arte de la empatía o la comprensión, sino subyugar al coexistencial (D y/o VNN), demostrando hacia un número mayor de individuos el peso y la fuerza física de su actuar, carente de heurística, rebosante de odio y miedo a su vez. El ego y el afán de destrucción hacia los de superioridad intelectual, en una cruzada eterna al no poder anhelar más allá que del fruto de sus propias habilidades y virtudes, esto, el primordio, radica en su incapacidad de generar amor verdadero y empatía.
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Biodistopía «Destino prohibido»
Ficção Científica¿Un trío en medio del espacio? La sociedad se fue a la mierda y solo los "Despiertos"... ¡Descúbrela!