Capítulo 7 «Plano lúmbrico»

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Ignacio y Charles recopilaban información mientras, a su vez, ordenaban lo que estuviese a su nivel de comprensión. Estaban estudiando arduamente un área de la ciencia que no formaba parte de su formación profesional y solo se acercaba al nivel de compresión que puede tener un aficionado en el caso de Ignacio, pero para Charles era aún peor, ya que su formación era en astrobiología y, dado el abandono de tales conocimientos tras largos años dedicado a biología molecular, provocaba en él sentimientos encontrados. Pero aquello era bien comprendido por su contacto de «PULSAR», quien inició un ciclo formativo con Ignacio y Charles, que reunían mejores competencias para poder desenvolverse con mayor libertad en un ambiente complejo de la astrofísica en materia cuántica. Sabían ambos que, llegado el momento, podrían estar inmersos en alguna misión espacial y era necesario tomar estas lecciones con carácter de «serio e intensivo».

Dentro del área de mayor interés, estaba el plegamiento del espacio tiempo en un contexto que solo los cálculos y la imaginación eran capaces de vislumbrar. Esta vez era el «Plano Lúmbrico» el objeto de todo el interés.

El «Plano Lúmbrico» es el estado compacto de la materia oscura, es una dimensión paralela que sostiene el universo entre los límites de la materia gravitacional y la materia antigravitacional. Es decir, es la placenta que nutre nuestro universo y nos mantiene a salvo en nuestro desarrollo. De lo contrario, sería imposible que este albergue vida, ya que solo estaría confinado a un espacio virtual entre materia y antimateria, en equilibrio gravitatorio y antigravitatorio. Eso es lo que denominamos «primadimensión», existe de manera colapsada por su peso gravitatorio y a la vez no está en ningún lado, pero de eso no seríamos conscientes si no hubiésemos encontrado el camino hacia el «Plano Lúmbrico», nuestro cascarón que nos mantiene a salvo y en expansión.

El ingreso al «Plano Lúmbrico» se realiza mediante una carga electroestática de hiperpolarización mediante fisión nuclear en el interior de una estructura electroestable que genere una aceleración en contra de la gradiente gravitatoria de un objeto pesado, denominado «atractor», idealmente, ante la proximidad de un agujero negro o muy próximos a una estrella, por lo que esta estructura que contiene el hiperpolarizador de fisión debe girar sobre sí misma a la velocidad de la luz en sentido contrario a la gradiente gravitacional del atractor, manteniendo siempre la inmovilidad del contenido en su interior. De esta forma se logra acceder al andamiaje del universo y con solo modificar una pequeña aceleración de partículas estáticas de este plano se puede desplazar libremente por la totalidad del universo. Sin embargo, siempre existe la posibilidad de colisionar con una brecha de fusión gravitatoria y pasar el resto de la existencia en nuestra naturaleza atómica aportando materia externa al «Plano Lúmbrico» y con ello poder exponer la integridad de este, lo que podría comunicar el universo con el verdadero espacio exterior, es decir, la primadimensión, y eso sería suficiente para que este universo colapsara en tan solo una fracción de segundo, por lo que se ha accedido experimentalmente al «Plano Lúmbrico» con solo sondas de prueba de baja masa atómica, ante la eventualidad de una complicación.

Los viajes infinitos sin barreras aún eran una puesta experimental en la expectativa científica y solamente era segura la utilización de brechas transtemporales capaces de comunicar con otras localizaciones espaciales de manera inestable en la constancia de su estabilidad dimensional. Por eso mismo, dos viajeros a la vez podían ser transportados con varios años luz de distancia hacia una misma dirección, en donde el tiempo jugaba una variable crucial, cada fracción de segundo era determinante en la distancia y, si ambos cruzaran en un mismo tiempo, existiría el riesgo de que aparecieran en un mismo lugar en un mismo instante y, como la existencia no permite albergar un átomo en el espacio de otro, estos se destruirían, por lo que no se recomendaba la concomitancia de dos estructuras polares, sino que se retrasaría cada flujo de materia en determinado orden temporal y el contenido de su interior conllevaba una cápsula de organización atómica en donde cada individuo ocupaba un lugar sin posibilidad de entrecruzamiento molecular. Por eso era la única forma segura de desplazarse a una gran distancia, que, en realidad, era solo un milímetro en la inmensidad del universo.

Biodistopía «Destino prohibido»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora