Capítulo I

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Estoy sentada mirando fijamente mi desayuno mientras mi mamá habla y habla sin parar

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Estoy sentada mirando fijamente mi desayuno mientras mi mamá habla y habla sin parar.

Me quedo así durante un rato hasta que veo una mano pasar frente a mi cara. Arrugo el entrecejo y levanto la mirada, encontrándome a mi mamá mirándome con una ceja arqueada.

—Skate, ¿Me estás escuchando?—me pregunta.

—Si, claro que.. no.

—Ya me voy a trabajar. Adiós amor—besa mi frente y agarra las llaves de su auto que están en la isla de la cocina.

—Adiós mamá—el portazo de la puerta principal me avisa de su partida y el escuchar el auto alejarse lo confirma.

Bajo mi mirada de nuevo hacia el desayuno, sin un poco de apetito. Levanto el plato y lo dejo en el refri junto con el de la cena.

Subo, yendo a mi habitación. Tomo una chaqueta y un gorro de lana negro, y me lo pongo para luego tomar las llaves del auto. Observo hacia el frente, hacia las calle vacía mientras el parabrisa está activado, limpiando las gotas de agua que caen en el cristal.

Me detengo, y ladeo la cabeza mirando con pereza la estructura que desde afuera se ve pequeña, pero en realidad es grandísima. Las paredes están pintadas de blanco y tiene pequeños toques con negro en algunos adornitos. Puedo decir que eso es gracias a mi, porque cuando llegue aqui tenía un color guayaba que asqueaba a cualquiera.

Salgo del auto, poniendo la capucha de la chaqueta sobre mi cabeza y con paso despreocupado, entró hasta el frío establecimiento que se encuentra vacío por las lluvias que han estado más habituales ahora.

Quitando el gorro de mi cabeza y acomodando mi cabellera suelta que llega hasta mi trasero, camino hasta el pequeño mostrador donde me dispongo a trabajar.

...

Veo la hora en el reloj de la pared de la biblioteca

11:30 am

Solo falta media hora para que pueda salir de aquí.

Termino de hacerle el lazo a la caja y se la paso a la chica que se encuentra esperando por sus libros nuevos.

Esta semana llegó un nuevo libro famoso a la librería y por lo tanto ha estado llena de muchísima gente, más adolescentes.

Stella dice los libros merecen comodidad y belleza, por lo cual aquí todo libro se vende con una pequeña caja en blanco y negro, con un lazo negro y la tapa de la caja con el nombre de la librería; Marli.

Tomo el libro que ayer le quite prestado a Stella sin su autorización, y me siento en la silla perdiendome entre las letras.

Todo rastro de concentración se esfuma al escuchar el golpe seco contra la madera que hace me sobresalté.

—Mierda—exclamo, poniendo una mano en mi pecho para calmar mi pobre corazón.

Escucho una risa en frente de mi, y con suma rabia y seriedad, levanta la mirada, encontrándome con un señor. Se ve como de la edad de mi mamá. Alto, piel morena, ojos negros y una sonrisa burlona que ahora quiero borrar de su rostro.

BranxtorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora