Apasionado y Romántico

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Era casi nuestro tercer aniversario siendo esposos, y nos hallábamos ahí, como muchas otras veces, haciendo el amor. Sentir tus dedos apretando mi cuerpo, estirando mi piel, mientras ambos gozabamos del enorme placer ocasionado por esas rítmicas embestidas, bailando un soneto inexistente, concediéndole esta pieza a tu miembro tan caliente que crecía en mi interior.
Podía sentir perfectamente como cada golpeteo contra mi interior, lograba partirme en dos, y oh, eso dolería mañana, pero no importaba nada porque me acercaba a cada instante a rozar el cielo, tomado de tu mano, cantando melódicamente un coro de gemidos y jadeos que hacían más íntimo aquel ambiente húmedo.

Y, ¡Dios!, Todo fue mucho mejor cuando comenzaste a nalguearme, podía sentir la sangre acumulándose en ciertas partes, mi piel calentándose e inflamándose por aquellas agresiones.
-Mmh~ sí, papi~ dame más -te gemí al oído, demostrando que estaba contento y satisfecho con tus acciones, pero en el momento en que sentía mi vista nublarse, y el orgasmo venir a mis brazos, te detuviste abruptamente dejándome a medias.

Caliente, ansioso y ávido por placer, te miré suplicante, subyacía la exigencia de una explicación bajo todos mis deseos, y pude comprender completamente todo cuando contestaste la llamada entrante, "Es importante", me dijiste, y con tu celular en mano, tu enorme pene y mi casi nacido orgasmo, te fuiste, llevándote también con ello mis ganas de vivir. Solo podía pensar "¿De nuevo?", viendo cómo hablabas con tu jefe mientras te vestías adecuadamente, aún con tu erección, y salías por la puerta sin más dilación.
Suspiré, y como muchas otras noches me acurruqué entre las sábanas, olfateándolas en busca de tu aroma para no sentir tu ausencia entre mis sueños.

No volvimos a hacer nada del estilo porque estaba tan molesto contigo, pero aún así los días siguieron transcurriendo hasta que llegó el nuestro, y se notaba, te morías de ganas por hacer el sin respeto conmigo, pero te dejaría con las ganas como tú ya hiciste tantas veces.
Aún con el ambiente algo tenso entre nosotros, me llevaste a cenar a un restaurante para celebrar nuestra unión. Nos arreglamos -y admito que babeaba un poco por ver tu sexy cuerpo modelando aquel traje, lástima que mi orgullo no me permitiría hacer nada hasta obtener una merecida disculpa-, llegamos al lugar y comimos alimentos sobrevalorados, un vino costoso y un postre muy rico. En cierto momento, nos vimos a los ojos fijamente, sintiendo deseo el uno por el otro, y con mi mirar intenté transmitirte mis deseos, tienes que convencerme, soy tu reina, debes suplicar por mi perdón.

Llegamos a casa no mucho tiempo después, nos preparamos para dormir... Pero, un aniversario no era lo suyo sin una larga noche de placer; ambos lo sabíamos, pero aún así...

-No -musité. Tú agachaste la cabeza como si fueras un perro regañado, y no sé que pasó por tu mente cuando comenzaste a acercarte peligrosamente a mí. Uniste nuestros labios.

Nos besamos por unos segundos, bastaba sólo eso para hacerme sentir cosas agradables en el cuerpo, y comenzaste a tocarme, erizando con tus roces cada milímetro de piel. Tus ojos se veían tan encendidos, iluminados por la escasa luz de la llama encendida en la vela de nuestro buró. A su lado se encontraba una foto de nosotros juntos...

-Estoy enojado -admití finalmente, con un tono más tranquilo del que me hubiera gustado. Tú me sonreíste, tan bobo...

-Sólo déjate llevar, como en nuestra primera vez... -me dijiste. Tonto, ¿por qué tenías que hacerme recordar esos momentos?, éramos unos adolescentes idiotas, ni siquiera teníamos mucho tiempo de conocernos, menos siendo pareja. Siempre fuimos unos calientes, agh, por eso me hacía tanta falta el sexo, te necesito tanto...

Por mi cabeza comenzaron a pasar un millón de imágenes más, y no pude más con la nostalgia por los recuerdos. Te amo tanto, sé que lo haré hasta el fin del mundo, y a pesar de que siempre hayas sido un idiota, eres, serás y has sido el único idiota que supo cómo hacerme feliz.

Santo cielo, mis mejillas ya estaban todas húmedas por el río de lágrimas que se desbordó de mis ojos. Tú, despreocupado, continuaste con lo tuyo, haciendo lo que querías con mi cuerpo. Me besabas cada centímetro cuadrado de la dermis, lamías, me rozabas con cariño. A cada segundo podía sentir el calor aumentar en mí, tú lo sabías, parecías feliz con ello.

Las palabras que decías eran tan dulces como el rastro de tus deseos sobre mi piel, como los suaves besos que depositabas en mi cuello, estimulante.

-¿Sabes, Karamatsu? -llamo tu atención con mis vocablos. Suspiro al ver tus ojos, te di un corto besos y te sonreí genuinamente. Mi corazón estaba contento de alguna manera, me sentía tan amado por ti-. Eres la persona a la que más amo, aunque seas un tonto...

Tras escuchar mis palabras, sueltas unas delicadas risitas, yo lo hago igual. Ambos continuamos con lo nuestro, y esa noche será inolvidable.
El cariño con el que me hacías el amor, me hiciste recordar por qué sigo contigo, a pesar de todo.

Y bueno, no sé para qué me hago el difícil, si sé que yo moriría, viviría, y haría cualquier cosa por ti.

30 Días De La Otp (+18) KaraIchi (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora