Quimica

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Davina, Kol y Delilah, se habíamos registrado en un motel barato en medio de la nada, después de ese desastroso viaje a Mystic Falls, planeando permanecer fuera de la visto después de los eventos recientes

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Davina, Kol y Delilah, se habíamos registrado en un motel barato en medio de la nada, después de ese desastroso viaje a Mystic Falls, planeando permanecer fuera de la visto después de los eventos recientes. Kol se había negado a dejar el lado de Lilah.

Davina estaba en su propia habitación, según ella pensaba que Kol y Lilah necesitaban tiempo a solas para hablar. Lo que  llevo a la rubia estar de pie frente a un espejo roto, tratando de reparar el daño que Kol le había hecho a su hechizo.

—Veretre en un sondre. Veretres en un sondre.

Kol había salido del baño, la observo tratando de reparar el espejo, acercándose a ella, se inclinó más cerca.

—¿Todavía allí?

Estaba tan sorprendida por su repentina aparición que el espejo comenzó a agrietarse de nuevo,  no dejo de notar que su camisa estaba desabotonada, revelando su torso desnudó, pero mantuvo su mirada fija en su rostro.

—¡Estoy tratando de reparar el daño que le hiciste al hechizo de desvinculación— vaya, estos días su tono estaba lleno de molestia.

—Oh.

Kol también sabía que su mal humor se debía a su encuentro con Kai, la había intento matar y el sifón no había mostrado nada de emociones ante ella, pero no a iba a molestar más con eso, lo había intentado todo el camino de regreso.

Su mirada cayó a la estaca de roble blanco sobre la mesa, ella y Davina nos habían tirando para cuidad el arma indestructible. Lilah la arrebató de la mesa.

—La única razón por la que todavía estamos en este motel de basurero contigo es porque, por mucho que odio admitirlo tú me enseñaste casi todo lo que se sobre magia y estoy segura que no me dijiste todo. Tú extraña enciclopedia de brujas es todo lo que necesitamos.

Kol no podía negar el hecho de que las palabras le dolían, pero su enfoque principal estaba en las bolsas color púrpura que rodeaban sus ojos.

— Está bien, bueno, aquí hay un secreto mágico de las antiguas leyendas de los psíquicos romanies, ¡duerme un poco Delilah! Has estado despierta durante días— Delilah no iba admitir que le gustaba como se preocupaba por ella y que había extrañado eso mucho aunque fuera un dolor en el trasero.

—Es difícil descansar con años de confianza rota y que eres un completo dolor en el trasero.

Kol se burló.

—Me hieres.

Dejando escapar un suspiro frustrada, la chica se volví hacia el chico.

—¿Puedes simplemente detenerte?

—¿Detener  que, cariño?

—Llamándome cariño, no soy alguien se que va a doblegar a tus pies por tus encantos, tratando de hacer te el gracioso, no otra vez. Como de seguro lo hubiera hecho alguien más— hizo una pausa, señalando con la camisa desabrochada— Y eso.

Darkness: Kol Mikaelson <2>Donde viven las historias. Descúbrelo ahora