𝐗𝐈𝐈

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-Lo que un no entiendo, es como se te ocurrió ir tu sola al bosque, sin decirle a nadie; un sabiendo lo que está pasando- Apenas les prestaba atención a los regaños de Caspian, lo único que quería hacer era dormir -Cariño- lo calmo Liliandi quien se encontraba terminando de vendar mi pierna. su rostro lucia más radiante y su cabello tenía más brillo haciéndolo parecer de un oro muy fino -Nuestra Kayssa necesita descansar, no regaños- añadió y la expresión del rey pareció ablandarse, se acercó a la orilla de mi cama y despeino dulcemente mi cabello -Descansa, mañana hablaremos de lo sucedido- dijo rendido antes de salir de la habitación dejando pasar a Sur, quien traía un par de frasquitos -Esto te ayudara con el dolor- me paso uno de ellos, contenía un líquido espeso color azul, aun se podían ver pedazos de las hierbas que había utilizado para crearlos -Y esto te ayudara con las pesadillas, para que puedas descansar bien- dijo pasándome uno aún más pequeño con un líquido más suelto de color purpura -¿Dónde estaba esto hace dos semanas?- bromee antes de tomar todo el frasco azul, un sentimiento de frescura recorrió mi garganta dejándome un intenso sabor a corteza y moras -Hubiera estado si hablaras conmigo- Aunque lo haya dicho siguiendo mi broma podía notar la molestia en sus ojos -Yo he terminado, descansa cariño, estoy segura de que mañana estarás mejor- Liliandi se despidió con un beso en mi frente dejándome a solas con mi hermana -Sur, perdón por no decirte sobre esto, es que solo...-

- ¿Solo qué? ¿No pensaste que me fuera a interesar? ¿qué le restaría importancia? No soy tan seca y lejana como creen- reclamo mientras acomodaba otros frascos idénticos en el buró al lado de la cama -No es eso, solo que han sido días difíciles- suspire cansada, no quería tener esta conversación, solo quería dormir, ella solo negó - ¿Y crees que no lo sé? No tienes que cargar todo el peso del mundo sobre tus hombros, lo sabes ¿Verdad? -

-Si, lo sé, solo que hay cosas de las que yo me tengo que encargar- acomode mi cabeza intentando hundirla en las almohadas como si pudiera desaparecer -Siempre haces eso, te adjuntas responsabilidades que, si las platicaras con nosotros, te darías cuenta de que te podríamos ayudar, por algo somos cuatro, bueno, ahora cinco- se sentó en la orilla de la cama mientras acariciaba mi cabello, aunque su voz transmitía calma, sabía exactamente que esto era un regaño -Sur, quiero dormir- suplique, ella solo volvió a negar ahora con una sonrisa mientras sus delgados dedos acariciaban mi cabello ayudándome a relajarme -Solo que no quiero perder a mi hermanita- susurró -Lo sé, yo tampoco quiero perderlos- y después de decir esto, ambas nos quedamos junto a un cálido silencio

-Ahora toma esta, asi no tendrás pesadillas- su susurro no hacía más que arrullarme tiernamente. Me paso el otro frasco, el líquido en su interior era más insípido, pero aun podía sentir un rastro de algo amargo bajar por toda mi garganta -Gracias, en serio- murmure mientras sus caricias me invitaban a cerrar los ojos y la calidez que habían generado los dos líquidos me incitaban a dejarme llevar por esa sensación y al fin descansar. O eso creía.

Sentía frio en la palmas de mis pies, no podía ver nada pero sentía un gélido susurro rozando mis brazos -Ellos, son ellos- una combinación de cientos de voces pasaban por mis oídos pero no podía ver a nadie que pudiera producirlos -Ellos han estado desde su origen, ellos tienen a sus aguas rondando por sus venas, tienen sus vientos rondando en sus pulmones...- Los susurros empezaban a unificarse formando una sola voz, una voz terriblemente familiar, mientras que a mi alrededor un par de ojos rojos como rubíes empezaban a aparecer enfrente mío y el ambiente se volvía cada vez más frio -...La tierra forma más parte de ellos que ellos de ella, Narnia es de ellos al igual que es de Aslan o hasta más, porque ellos son Narnia- el susurro empezaba a tomar fuerzas a una sola voz que no quería reconocer -¡Ellos son la clave, ellos son la respuesta!- para este punto, la voz empezaba a alzarse mientras yo volteaba a todos lado intentando ver un poco de su terrible origen pero solo me iba topando con muros de hielo que se me iban cerrando -¡SON ELLOS! ¡DEBES ATRAPARLOS! ¡DEBES MATARLOS! - Los gritos de Jadis no hacían nada más que aumentar, generando un dolor intenso en mi cabeza, como un fuerte martilleo cada vez que lo repetía, una y otra y otra y otra y otra vez; mientras que los enormes muros de hielos se iban cerrando cada vez más y los ojos solo me veían distantes y burlones. Trataba de golpear las paredes, pero era inútil y los gritos que salían de mi garganta, haciéndola pedazos por la intensidad, se veían opacados por las órdenes a gritos de Jadis - ¡MÁTALOS! ¡MÁTALOS A LOS MALDITOS CUATRO! -.

𝗟𝗔𝗭𝗢𝗦/ La silla de plata, el terrano y las coronas de antaño (LCDN #4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora