𝐕𝐈𝐈𝐈

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Regrese al castillo al anochecer con una pequeña llovizna cayendo en mi rostro. Caspian estaba junto a Einar en la entrada del castillo y por sus miradas sabía que estaba en problemas.

- ¿Dónde estabas? - preguntó mi hermano mientras me escoltaban al interior del castillo -Solo necesitaba pensar, además, fui a ordenar lo que nos pidió su majestad- dije sin suavizar mi tono, quería que supiera que estaba molesta por su decisión - ¡Por Aslan Kayssa! No puedes irte asi, no cuando hay este nivel de peligro- me recrimino Caspian, pero simplemente lo ignoré y seguí caminando directo a mi habitación -Se cuidarme sola- fue lo único que dije antes de desaparecer por las escaleras

Una vez en la seguridad de mi cuarto me tumbe en la cama, mis parpados pesaban y me sentía especialmente agotada asi que sucumbir a mi sueño y al pesar de mi cuerpo para quedarme profundamente dormida.

Era la pesadilla. La que tuve un par de veces hace dos estaciones, aquella pesadilla a la que no le había tomado importancia en ese entonces. Estaba empapada, perseguía a alguien por el bosque, no, corría con el - ¡Corre más rápido Kay! No nos pueden atrapar, no ahora- era la voz de Eiden, yo apenas lo escuchaba encima de todo lo demás, truenos, lluvia, el golpe de los cascos de los caballos detrás de nosotros hasta que la luz de un rayo me hizo cambiar de escena. Era más como un recuerdo, me encontré rodeada de plantas tan exóticas y peculiares que solo había visto una vez en mi vida, en la isla de Coriakin -Guardiana Kayssa- escuche el suave murmullo del viento -Debe estar lista, recuerde, si uno de los dos cae será nuestra perdición- la imagen de aquella dama de los árboles que había visto hace años aparecía delante mía -Prepárese- dijo antes de rodearme con sus pétalos y oscurecer todo. Volví a escuchar los gritos, gritos de voces que conocía como a mí misma, gritos que me pedían ayuda pero por más que volteaba no podía ver más que oscuridad, hasta que los vi, un enorme par de ojos rojos, iguales a los de una serpiente -Kayssa- escuchaba un susurro mientras los ojos se acercaban a mi -Kayssa- escuche repetir mientras junto a los ojos iba apareciendo un silueta alta y esquelética -¡Kayssa!- y al momento del grito, justo antes de que la silueta atacara... Desperté.

Voltee nerviosa a mi alrededor, era de noche y a mi lado estaba Este, parecía preocupado -¿Estas bien?- pregunto ayudándome a reincorporarme, estaba cubierta de sudor y podía sentir el subir y bajar de mi respiración agitada -¿Qué pasa?- pregunté aun algo desconcertada buscando aquellos ojos escarlata por mi habitación pero lo único de luz que había era gracias a la vela que traía Este en la mano -Te escuche gritar- dijo dejando la vela en la mesita a un lado de mi cama -Vine corriendo- agrego. Su cuarto estaba casi al lado del mío. -Fue una pesadilla, eso es todo- dije tratando de convencerme a mí misma que eso era, solo una pesadilla -¿Segura? Tus sueños y más tus pesadillas no suelen llevar a algo bueno sabes- se sentó a mi lado y quito un par de mechones de mi rostro -Eso... Eso creo- Este no se creía la duda en mi voz -No me engañas Kay, a mí no- no se escuchaba molesto, más bien, suplicante, como si me pidiera de favor que le contara que estaba pasando, pero ¿Qué le decía? Si ni yo misma entendía lo que estaba sucediendo -Este tu confías en mi ¿Verdad? - el solo asintió -Si te dijera algo, algo que ocurrió hace años, no me juzgarías por no haberlo dicho antes ¿verdad? -. Nunca le había contado a nadie lo que había pasado en el invernadero de Coriakin, ni si quiera a Eiden. Voltee a ver a Este y no había más que curiosidad en sus ojos -No- respondió asi que solo me quedo soltar un suspiro y empezar mi relato. Le conté todo lo que paso esa noche, lo del peligro inminente y lo del destinos unidos, le conté también lo que ocurrió después de nuestro regreso, el significado de los nombres de Eiden y mío y los años de miradas lejanas. Cuando termine de contarle ya empezaba a amanecer. Él se quedó un momento en silencio -¿Por qué no nos lo dijiste?- no había reclamo en su voz pero no impidió que me sobresaltara -Dijiste que no me juzgarías- exclame pero él se apresuró a contestar -No te estoy juzgando, solo fue una pregunta- aclaro -No lo sé, eran tantas cosas y sabía que tendrían miles de preguntas a las que no les podría dar respuesta -¿Pero ahora me crees? Acerca de que algo malo debe estar pasando en el reino profundo- tenía esperanzas de que asi fuera, necesitaba que alguien más me creyera -Si, puede ser que tengas razón- escuchar esas palabras salir de su boca me relajaron -Deberías de decírselo a Caspian- sugirió pero yo negué casi de inmediato -No, en este punto creerá que lo invento para librar a Eiden- Los rayos del sol empezaban a iluminar mi habitación sin hacer desaparecer el frio -Este, necesito que si tus arboles te informan algo acerca de él, me lo digas, por favor no le vayas a decir a Caspian- suplique y el asintió; no pude evitar abrazarlo -Gracias, gracias- no pude evitar que un par de lágrimas salieran del alivio, ya no me sentía sola.

Unos golpes en mi puerta hicieron que nos separáramos -Guardiana Kayssa, el rey ha solicitado una junta urgente- escuchamos la voz de uno de los guardias -Iré enseguida- respondí levantándome de la cama -No puedes ir asi- dijo Este señalándome. Aun usaba el vestido con la falda llena de lodo del día anterior, además de que seguía algo sudada y pegajosa, me di un vistazo en el espejo, tenía el rostro rojo y el cabello despeinado y con algunas hojas -Deben creer que estamos de acuerdo con ellos hasta que encontremos la forma de hacerlos entrar en razón- dijo Este con la voz baja, casi como un susurro, solo asentí -Te veo arriba- dijo antes de desaparecer por la puerta.

Me tomé mi tiempo con el baño, trate de aclarar mi ideas mientras dejaba que el agua corriera por mi espalda quitando la sensación pegajosa que había dejado el sudor, empecé a repasar la pesadilla, recordando detalle a detalle y analizándolos ¿De quienes huíamos? Solo había escuchado los caballos, no había visto nada más que la espalda de Eiden y las ramas aun con un par de hojas secas, si mi hermano tenía razón y era una visión ocurriría pronto ya que los árboles no tardarían en perder sus hojas y las lluvias no tardarían en cesar y dar paso a nevadas "No nos pueden atrapar, no ahora" eran las palabras que había dicho pero que se refería con "no ahora" es como si tuviéramos algo listo, algo que se pudiera arruinar, después de eso seguía mi imagen en el invernadero, eso no podía ser una visión, no podría viajar tan rápido a la isla de Coriakin, pero tampoco era un recuerdo, no eran las palabras que me había dicho; "Si uno de los dos cae, será nuestra perdición" ¿Se referiría a uno de los dos reinos o uno de nosotros? Pero esas preguntas deberían esperar, no podía tardar más o mandarían a alguien a buscarme. Salí del baño, me cambie lo más rápido posible y me decidí a salir, suplicándole a Aslan que me diera paciencia.

𝗟𝗔𝗭𝗢𝗦/ La silla de plata, el terrano y las coronas de antaño (LCDN #4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora