𝐗𝐗𝐗𝐈

234 32 15
                                    

Aunque Eiden era quien daba las indicaciones de cómo llegar, Sur era quien encabezaba la marcha guiando con paso sigiloso a su tropa - ¿Hay alguna ruta que esté más cubierta? – le preguntó al príncipe tratando de cambiar cada cierto tiempo de camino, la guardiana sentía que alguien o algo los vigilaba y trataba de hacer todo lo que le fuera posible para despistarle – Podríamos ir por un camino en el bosque, pero es más largo y me imagino que los demás ya estarán en el interior del castillo – contestó el príncipe realmente preocupado, si de él dependiera ya hubieran llegado a la entrada secreta. Después de un par de minutos más por el camino largo todos llegaron a un muro de ladrillo perfectamente construido, no había ni indicios que ahí pudiera haber una puerta secreta; el príncipe se acercó y después de quitar varias ramas y raíces dejo al descubierto una trampilla algo grande hecha de madera oscura y desgastada con el paso del tiempo y la humedad que al abrir dejaba ver un largo y oscuro túnel – Llega cerca de las mazmorras pero debemos darnos prisa, a estas alturas ya han de saber que estamos aquí – dijo Eiden mientras buscaba algo en las orillas de la entrada hasta sacar algo parecido a una lampara de gas con el vidrio cubierto por una manta de hojas y polvo, las quitó y una especie de hongos iluminaron el lugar con una tenue luz de azul antes de internarse y guiar la marcha por el túnel, Sur bajo después de él y seguida de todas sus tropas, estaba alerta y preocupada de no haber encontrado rastro de los Pevensie en el camino - ¿Qué sigue después? – le preguntó el príncipe – Si no encontramos a los reyes y reinas deberemos de ir con nuestros hermanos – ordenó. Este se había quedado al último a esperar la entrada de todas las tropas y cerrar la trampilla, apenas habían avanzado un par de pasos cuando escucho algo a lo lejos en la superficie – Silencio – ordenó en un murmuro haciendo que todos se volvieran inmóviles solo para escuchar miles de pasos acercándose cada vez más -¡Corran!- gritó el guardián apresurando a la tropa haciendo que de un momento a otro el túnel se llenara del eco de los pasos y el choque del metal de las armaduras, debían ganar el mayor terreno posible antes de que entraran, Este continuaba al final de la línea cuidando que nadie se quedará atrás cuando volvió a escuchar ruidos a sus espaldas pero ahora eran golpes que rebotaban sobre la madera haciendo que esta crujiera amenazando con romperse en cualquier segundo, la respiración de Este se agitó -¡Rápido!- insistió apresurando el paso a cada golpe hasta que por fin la vieja trampilla cedió y le dio paso al ejercito terrano - ¿Cuánto falta? – preguntó Sur al príncipe pero no hubo tiempo de contestar ya que el retumbar del techo del túnel los hizo detenerse - ¿Qué es eso? – se escuchó una voz al fondo, Eiden levantó su linterna alumbrando unas crecientes grietas en el techo del túnel que se abrían al segundo, para cuando lograron ver la primera raíz ya había sido demasiado tarde - ¡Preparen sus armas! – gritó Este dando la vuelta para encarar a los guardianes terranos que aparecerían en cualquier instante mientras que los demás dividían su atención entre los guardias y la nueva amenaza que acababa de surgir desde arriba, arrastrando a los soldados por las grietas - ¡Por Narnia! – gritó Sur con afán de inundar de coraje a sus soldados los cuales no tardaron en responder el llamado y el grito de ¡Por Narnia y por Aslan! rebotó por las paredes del túnel elevando el espíritu y el coraje de los narnianos, nadie se iría de ahí sin pelear.

-Queridos ¿Por qué tardaron tanto en llegar? – preguntó la Saya con una voz que era venenosamente dulce y parecía embriagar el ambiente – Mis guardianes, acérquense por favor – pidió suplicante; me sentía mareada, como si una espesa niebla me estuviera nublando, mis piernas se adelantaron acatando la orden de la bruja pero sentí una mano jalando mi cintura - ¿Qué haces? – me preguntó Edmund desconcertado pero yo solo pude negar torpemente, voltee a ver a Einar y vi que Caspian también lo tenía sujeto – Cierto, por un momento me había olvidado de nuestros inoportunos invitados – dijo para acto seguido hacer un gesto de manos que empezó a mover las lianas, ramas y raíces hacia los reyes quienes sacaron de inmediato sus espadas – Hagamos las cosas más fáciles ¿les parece? – la voz de la Saya volvió a inundar mis oídos, sabia que Edmund me trataba de decir algo, lo veía en su cara preocupada pero no escuchaba nada de los que saliera por su boca, las palabras de la Saya rebotaban con eco entre las paredes de mi cráneo – Vengan, se los suplico – insistió y Edmund estaba muy ocupado cortando las raíces y ramas que empezaban a atraparlo como para detenerme, empecé a arrastrar mis pies en su dirección Se los suplico la petición recorría mi cuerpo indefenso, me empecé a sentir débil cuando un ejército de terranos irrumpió el sitio despejando mis pensamientos y devolviéndome a aquel lúgubre lugar, gire a mi alrededor desconcentrada y me dirigí corriendo a Einar quien no se había detenido del todo, lo sacudí regresándolo al momento, parecía igual de sorprendido que yo. La Saya se levanto amenazante hasta que vio a quienes acarreaba; mientras que al fondo del pasillo pude ver a nuestra tropa en vuelta en raíces y ramas, le pedí a Aslan que siguieran vivos; mientras con las tropas terranas vi a mis hermanos y al príncipe ser arrastrados hasta en frente del trono, no pude ver la cara de Eiden al ver a su hermana en tal estado pero me rompió el corazón solo imaginarlo -Pero si tenemos más visitas, ya decía yo que mis queridos Norte y Oeste no podían haber venido solos- pronunció haciendo que mi pulso disminuyera, empezándome a inducir ese asqueroso trance y con miedo a que esta vez me acercará lo suficiente a ella empecé a llenar mi cabeza de pensamientos, tratando de que mi voz sonara más alto que el canto de su voz resonando en mi cabeza, eso no evito una sensación de adormecimiento pero al menos estaba consiente - Oh, príncipe terrano, es una pena lo de su hermana, parecía ser un ser encantador - dijo con un extraño sentimiento de pesar en su voz que no reflejaba en su mirada -¿Qué es lo que quieres?- le encaró Eiden con voz ronca, ella alzo la mano señalándonos - A ellos, su sangre para ser más específica, mi pobre hermana Jadis esta colgando de un hilo - al oír su nombre un escalofrío recorrió mis huesos – Y ustedes, quienes juraron proteger a Narnia y a sus habitantes, ustedes tienen el deber de salvarla – ahora si podía relacionar aquello que salía de su boca con lo que expresaba el rostro, desesperación - ¡Ellos no deben hacer nada! – exclamó Eiden poniéndose de pie, los guardianes terranos trataron de volver a arrodillarlo pero la Saya los detuvo con un gesto. A sus espaldas pude notar algo cuidadosamente tapado con un denso follaje detrás del trono, por las pocas partes donde estaba al descubierto había un ligero destello azul y el último consejo de Liliandi resonó en mi Solo acabarán con esto, la idea de que aquello pudiera ser la raíz hizo que me acercara hacia Eiden con la intención de observar más de cerca pero cuando este notó mi cercanía de aparto de un manotazo – Kayssa ¿Qué haces? – escuché a Edmund en el fondo junto con un par de sus pasos que nunca llegaron a mí; insistí y tomé al príncipe del hombro – Si lo cortan de raíz – murmuré, escuchaba los reclamos de los demás a mis espaldas pero no encontraba otra alternativa – Oeste la guardiana, en el fondo sabía que serías tu quien se acercara – dijo ofreciéndome su mano que acepté cuidadosa No te desconcentres Enfócate Kayssa, tienes que hacerlo me repetía para tapar aquella voz que se impregnaba en mi como un perfume empalagoso; su tacto fue extrañamente cálido y cuidadoso Si uno de los dos cea, el otro también lo hará, subimos hasta el trono con las quejas y golpes interrumpidos que supuse que serían intentos de llegar hacia mí que aquellas raíces y enredaderas entorpecían, en todo ese momento yo no despegue la vista del follaje tratando de ver más allá de sus ramas y hojas, cosa que pareció notar la Saya – Parece que tenemos a alguien muy observadora – dijo separándose de mí y acercándose a ese extraño muro, levanto las manos en algo que pareció ser una orden y el follaje se separo dejando ver algo que me hizo retroceder hasta el filo de las escaleras, justo al lado de Eustace, quien todavía yacía dormido entre hojas y lianas. Aquello que emitía el leve destello era un enorme bloque de hielo puro y en su interior se hallaba el cadáver de Jadis, como si únicamente una fina capa de piel la mantuviera cubierta a excepción de una parte del cuello donde supongo que Aslan la habrá atrapado, sin embargo su larga cabellera seguía intacta y traía puesto un largo y extravagante vestido blanco, desvié la mirada casi de inmediato pero la imagen ya se había grabado y se repetía cada que parpadeaba – Deberán disculpar su mal estado, el tiempo no la ha tratado muy bien, no como a ustedes – dijo acercándose a mí y tomando con cuidado mi barbilla, yo seguía demasiado impactada como para hacer algo al respecto - ¡No la toques! – escuché gritar a Edmund – Mírense nada más, varios siglos y apenas se empiezan a marchitar, es una pena que nada sea eterno ¿no es así? – me preguntó en un suave murmullo, baje dos escalones e inconscientemente dirigí una mirada a mis hermanos, marchitarse era la palabra correcta para lo que nos sucedía, cansados, débiles y tratando de no sucumbir al hechizo de la Saya, lancé otra mirada aquellos que yacían a mis pies en un profundo sueño mientras que el resto batallaba contra las lianas y raíces que cada vez se hacían más y más ¿Cómo se suponía que salvaríamos Narnia? – Ahora es momento de cumplir tu palabra – dijo amenazante - ¡Yo lo haré! – escuché una voz a mis espaldas y pude ver como Caspian trataba inútilmente de detener la subida de mi hermano hasta donde estaba, Este y Sur también intentaron detenerlo, pero pareció susurrarles algo que los convenció de dejarlo pasar - ¿Qué carajo haces? – pregunté aferrándome a su brazo una vez estuvo a mi lado, mis palabras temblaban y sentía el miedo en mi cuerpo pero en él solo había una estúpida confianza – Si uno cae, todos caeremos – nunca había visto tanta seguridad en su mirada, tomo mi mano que aun aferraba su brazo y la tomó cariñosamente y me guio unos escalones abajo donde Sur y Este se apresuraron a recibirme - ¡Einar! – gritaba a viva voz, Este me sujetaba mientras que Sur acariciaba mi cabello empapándome un poco con las lagrimas que caían de sus ojos - ¡Tenemos que hacer algo! – les gritaba pero ellos solo me veían mientras nuestro hermanito subía los escalones hasta posarse en frente de la tumba de hielo de la Bruja Blanca. Unas ramas descendieron hasta donde se encontraba la Saya con unos objetos, a su vez unas raíces empezaban a cubrir el cuerpo de Einar, quien solo me miraba tranquilo. Sentía mi corazón latir a mil por hora y al miedo convirtiéndose en terror desde la punta de mis dedos, mi garganta ardía de tanto gritar, Caspian se liberó de las lianas, pero antes de que si quiera pudiera llegar a los escalones un par de raíces lo golpearon haciéndolo retroceder. Las raíces habían sujetado las piernas de Einar y un par de ramas amarrado sus muñecas dejándolo a la merced de la Saya que en una orden hizo crecer un cáliz de madera donde deposito un cuenco.

Todo se detuvo, todo a mi alrededor pareció ir en cámara lenta, sus manos sujetando el cuchillo, mi hermano dirigiéndonos una última mirada y podría jurar que una última sonrisa – Por Narnia – pronunciaron sus labios antes de que el filo del cuchillo cortara su garganta.

𝗟𝗔𝗭𝗢𝗦/ La silla de plata, el terrano y las coronas de antaño (LCDN #4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora