𝗟𝗔𝗭𝗢𝗦/ La silla de plata, el terrano y las coronas de antaño (LCDN #4)

𝐈𝐗

Durante toda la semana Caspian hizo lo mismo, nos levantaba al alba para preguntar por noticias de algún avistamiento pero pasaron días sin noticias hasta la decima mañana

-Uno de mis arboles me informo de que vio una pequeña caravana de terranos y sospechan que el príncipe los lidera- comentó Einar haciendo que un escalofrio recorriera mi espalda pero me trate de mostrar tranquila. Habia pasado estos diez días convenciendo a Caspian, Einar, Sur y los demás miembros del reino que me quedaría neutra en el asunto pero por dentro quería gritar y salir corriendo a buscar al príncipe. Pude ver un brillo de algo parecido a la alegría en el rostro del rey

-Organicen un grupo, iremos a buscarlos en una hora- ordenó, vi la mirada preocupada que Este me dirigía. Mi índice golpeaba inquietantemente la mesa, necesitaba pensar en algo, en alguna forma para detenerlos. Pense que explotaría hasta que lo vi, sus plumas escarlatas combinaban de una bella forma con el paisaje otoñal, se asomo por la ventana avisando de su presencia pero afortunadamente los demás estaban demasiado ocupados con su plan para notarlo asi que me levante lo mas tranquila posible -¿A donde vas Kay?- pregunto Caspian con la vista pegada en el mapa, trazando las posibles rutas de su presa -A mi habitación, no he dormido bien- Era cierto, aquellas pesadillas se habían dedicado a atormentarme desde aquel dia y los gritos de ayuda de los Pevensi y mis hermanos aun rondaban por mi cabeza. Caspian no dijo respuesta alguna asi que me dirigi a la puerta y una vez que estuve segura que nadie podía verme empece a correr a mi habitación escuchando mis pisadas hacer eco al chocar contra el mármol del piso. Me apresure a entrar y ponerle llave por si a alguien se le ocurria venir a verme, abri las puertas que daban al balcón y en el barandal cubierto de hojas secas, ahí estaba el pequeño petirrojo que traía colgando una pequeña nota desde su pata. Me aceque cuidadosa y acaricie su pequeña cabeza -Te había extrañado pequeño amigo- susurre desatando la nota para verlo volar de vuelta al bosque.

Desenrolle con ansias aquel pedazo de pergamino en el que solo venia la palabra "AHORA". No lo due ni un segundo, tome mi capa y mis botas. Seria demasiado llamativo irme en caballo asi que sali por la puerta de servicio y corri atravesando el jardín intentando que los arbustos me taparan lo suficiente para pasar desapercibida hasta que me interne en el bosque. Tenia memorizado el camino, sabia a donde ir.

Mientras corria pude notar una figura peluda saltando por los arboles -¡Baco!- grite sin detenerme, mi ardilla amiga volteo a verme pero tampoco se detuvo -¿Que esta pasando?- lo escuche preguntar -No tengo idea pero tenemos que llegar...- Me detuve al darme cuenta de a donde nos dirigíamos -¡Baco espera!- grite. La ardilla freno de golpe y se acerco a mi -No podemos ir a donde siempre- estábamos en el norte, Einar y Caspian no tardarían en llegar -Lo mas seguro es que Eiden ya este alla, ve y dile que vaya al bosque del oeste, un árbol los llevara hasta mi- le susurre lo mas bajo que pude para evitar que cualquier árbol escuchara, Baco asintió y nos separamos. Empece a correr lo mas rápido que podía hasta que escuche pisadas detrás de mi acompañadas de un ligero choque metalico, como el de las armaduras. No me detuve, segui corriendo pero al voletar un instante pude distinguir el ondear de un par de capas verdes, eran guardianes terranos y por algún motivo mi instinto me grito que corriera mas rápido, que estaba en peligro, eso hice, empece a apretar el paso hasta que al llegar a mi bosque pude notar como las pisadas se hacían mas ligeras hasta ser casi imperceptibles pero no disminui mi paso, segui corriendo con mi corazón a punto de reventar y sientiendo la sangre correr por mis venas debido a la adrenalina hasta toparme con un grande y viejo roble. No había tiempo para descansar. Apoye mi cabeza en el tronco y suplique por que me ayudara; La figura de una anciana hecha de hojas secas se hizo presente ante mi -¿Que necesita Oeste?- su voz era calida -Necesito que busque al príncipe Eiden y lo traiga hasta aquí- dije entre jadeos tratando de recuperar el aliento, la figura asintió y desaparecio con el aire, fue en ese momento que me deje caer; sentía mis muslos punzando y mis pulmones gritar por mas aire y me sentí estúpida por no haber traido mi espada.

La espera parecio una eternidad. Primero escuche pisadas y temi que fueran los guardias pero después lo vi, su cabello rojo se asomo por los arboles combinando perfectamente con ellos, me levante de inmediato y corri a el, a sus brazos y la seguridad que estos me daban -Te extrañe demasiado- su voz en mi oído me hizo temblar y apretar mi abrazo -Tienes que decirme que esta pasando- su aroma a pasto recién cortado y tierra mojada inundo mi nariz -Lo hare, lo promento, pero primero necesito que me ayudes a escondernos- nos separamos e hizo una seña, un pequeño grupo de terranos salio de entre los arboles, no serian mas de treinta. Ellos no se veian como los guardias que me perseguían, se veian asustados y vuonerables, mi corazón se estrujo y solo pude asentir -Síganme- ordene y empezamos a caminar hasta llegar a un pequeño claro con una cueva -Estaran algo apretados pero nadie los encontrara aquí- dije dándoles un gesto de que podían entrar. Los terranos se apresuraron a adentarse en la cueva susurrando palabras de agradecimento cuando pasaban al lado mio. Tome su brazo y nos lleve lo suficientemente lejos para que el ligero barullo no se escuchara pero aun poder ver la cueva con Baco siguiéndonos por los arboles -Ahora dinos ¿Por qué mierda desapareciste tanto tiempo?- reclame, Baco bajo hasta mi hombro; Eiden nos hizo una seña para que nos sentaramos -Reino profundo no es un sitio seguro, nuestros guardias, esos pobres narnianos...- había dolor y angustia en su voz -Nos encerro, apenas pudimos escapar y aun quedan miles ahí abajo...- en sus ojos empezaban a asomar unas lagrimas -Y ella la tiene, tiene a Tala y la usa como su títere- -¿Quien es ella?- pregunto Baco con cautela. Los ojos de Eiden que hasta ahora estaban fijios en la cueva y en su gente nos voltearon a ver, se veía roto y con voz ronca nos dijo -La Saya verde, la hermana de Jadis-