𝐗𝐈

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Baco llegó un par de minutos después junto a nosotros

-Sus majestades- su tono sarcástico seguía presente lo cual hacía que la tensión se disipara solo un poco -Baco ¿nadie te siguió, ¿verdad? - no quería parecer paranoica pero no podía dejar que alguien lo siguiera, era un riesgo que no estaba dispuesta a correr, no ahora que lo tenía de vuelta -Tranquila, me he mudado a un viejo y hueco árbol de tu bosque para evitar que eso pasara- me explico calmado.

-Kay, tranquila- Eiden tomo mi mano y la acerco a sus labios brindándole un ligero beso -Estamos los tres y estamos a salvo, estamos bien- su sonrisa seguía rota pero no había desaparecido ese cálido efecto que provocaba seguridad y protección a quien la viera -Descubrí algo- les comenté recibiendo sus miradas atentas -Creo que es lo que quiere hacer La Saya- de mi bolso saque un libro de pasta dura de piel con detalles en plata -En este libro aparece un hechizo llamado de "Liberación" sirve para traer a este plano a alguien condenado, necesita una cantidad exagerada de energía y lo que tu mencionaste antes. La esencia más pura del lugar en donde se liberara al sujeto- explique mostrándole la página amarillenta donde se explicaba el ritual -Todo a base de sacrificios de sangre-. El aire se tornó más gélido provocando escalofríos en las partes donde tenía mi piel al descubierto

- ¿Y para que quiere la Saya un hechizo de liberación? - Baco nos volteo a ver. Yo ya tenía la respuesta a esa pregunta, pero no tenía el valor de decirla en voz alta; el solo pensar en lo que pasaría si lo lograba me partía el alma -Creo que quiere traer de vuelta a su hermana- Eiden seguía concentrado en el libro - ¿Jadis? ¿La Bruja Blanca? Las historias que mencionan su nombre no son muy agradables- pude notar como el pelirrojo rabo de Baco se esponjaba -No, no lo son- afirme con la mirada perdida en mis recuerdos y mi mano en la boca de mi estómago, como si pudiera sentir su cuchillo atravesándome. La batalla en contra de Jadis vino como un golpe de agua fría a mi mente, el pánico que sentí al ver a Edmund tirado en el suelo y mis manos cubiertas de su sangre, el llanto de los hermanos al pensar que lo habíamos perdido.

Me levante, dejándolos, observando el libro, empecé a respirar y relajarme con la esperanza de que los pensamientos se disiparan, me recargue en tronco de un árbol "Piensa en otra cosa, piensa en las hojas, concéntrate en el murmullo que producen cuando el viento las mece" me repetía mientras elevaba mi cabeza para recibir los pocos rayos de luz que se filtraban y le brindaban calidez a mi rostro. -Kay ¿Estas bien? - Eiden se acercó a mi -Si, solo... no fue nada. Entonces ¿Se les ocurre algún plan para parar esto?- sujete su mano y volví a sentarnos -Lo único hasta el momento es descubrir cual sería esa esencia pura de la que se habla y ponerla en un lugar seguro, lo siguiente podría ser ir en sigilo por ella pero debemos saber si el matarla afectara a aquellos que tiene controlados- dijo Baco cambiando las páginas del libro en búsqueda de más información -De acuerdo, tratare de buscar más libros, a ver si averiguo algo. Se hace tarde, tengo que irme- me despedí levantándome rápidamente -Tratare de traerles toda la comida que pueda, aunque, no creo poder venir todos los días- Él sujeto mi mejilla haciendo que lo volteara a ver a los ojos -Estaremos bien, ahora ve con cuidado por favor- pidió dándome un tierno beso -Que Aslan nos proteja-.

No quería correr, no tenía la energía suficiente para eso. Hiba con paso apresurado, mi paranoia no me dejaba en paz haciéndome sentir observada, o al menos eso creí que era. El crujir de una rama y pasos rápidos sobre el tapete de hojas secas que había en el piso me hizo darme cuenta de que no estaba siendo paranoica. Pasos más rápidos y más cercas y después el ligero sonido del choque de armaduras. Cometí el error de volear a ver, solo para toparme con varios guardias terranos con los ojos inyectados en un rojo brillante corriendo hacia mí; dos segundos fue lo que me costó en reaccionar y empezar a correr. Ya estaba algo lejos de donde escondía al príncipe y demás, pero debía alejarlos aún más, corrí hacia el este, esquivando troncos y ramas, maldiciendo en voz baja. Volví a voltear, otro pésimo error. Vi a más guardias uniéndose a mi cacería, pero al haber volteado me distraje, mi pie se atoro en una raíz haciendo que cayera. Continúe a gatas hasta que pude volver a levantarme. Seguí corriendo, sintiendo un fuerte ardor en mi tobillo, intentaba confundirlos, pero era como si siguieran un rastro muy marcado. A cada paso mi tobillo dolía cada vez más y al ver que simplemente no los perdería empecé a correr en dirección al castillo, podía sentir dolor en mis pulmones y el pulso acelerándose cada vez más; sentí un pequeño sentimiento de tranquilidad cuando alcance a ver la punta del castillo, intente correr aún más rápido cuando sentí algo pasar a mi lado e incrustarse en un tronco. Una flecha. El zumbido de otras tres flechas atravesando el aire inundo mis oídos hasta que pude sentir el hierro de una de ellas incrustarse en mi muslo provocando que gritara, seguí intentando mantener el paso, no podía detenerme estando tan cerca, cada vez podía ver más del castillo - ¡CASPIAN! - empecé a gritar desgarrando mi garganta - ¡CASPIAN AYUDA! - gritaba una y otra vez con la esperanza de que alguien a los alrededores me escuchara. Un nuevo murmullo de flechas cruzando el aire y una rozando mi brazo creándome una cortada - ¡CASPIAN POR FAVOR! - intente alzar aún más mis suplicas, pero cada vez me sentía más cansada, sentía como mi cuerpo, por más que intentaba mantener el paso me iba deteniendo poco a poco haciendo que la distancia que nos separaba se hiciera cada vez más corta, otra flecha en mi muslo fue la que finalmente me derribo.

Intentaba seguir huyendo a gatas por el piso lleno de hojas, ayudándome de raíces y troncos para impulsarme, sintiendo que ya todo había terminado y que sería llevada al Reino Profundo hasta que los escuche; cascos de caballos haciendo crujir las hojas cada vez más cerca y en un parpadeo pude ver varios centauros y caballos con guardias montados en ellos pasar a mis lados, pero un en particular se detuvo frente a mi - ¡Kayssa! ¿pero qué carajo? - La voz de Einar me hizo romper en lágrimas. Estaba a salvo. Los brazos de mi hermano no tardaron en levantarme provocando múltiples quejas de mi parte que fueron opacadas por mi llanto -Tranquila, ya estás conmigo, ya estas a salvo- murmuraba mientras cabalgábamos en dirección contraria pero no era cierto, yo no estaba totalmente a salvo, ninguno de nosotros lo estaba.

𝗟𝗔𝗭𝗢𝗦/ La silla de plata, el terrano y las coronas de antaño (LCDN #4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora