𝐗𝐗𝐗

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-Como lo dijimos, cada uno cubra un frente – dijo Susan tomando la delantera, los demás asintieron y bajaron de sus caballos, estaban a un par de metros de la entrada. Eustace avanzo por el flanco derecho, aguantando la respiración y cuidando de no pisar ninguna rama que pudiera alertar a los guardias, aun no se podía ver la entrada de la guarida, pero esperaba que no estuviera tan lejos, sentía como su capa arrastraba por la nieve y por miedo a que se fuera a enredar la enrollo abrazando el nudo mientras sus ojos se esforzaban en adaptarse a la oscuridad. Por su lado Susan se dirigía al frente con una flecha lista en su arco por si llegaba a necesitarla, cada cierto tiempo se detenía detrás del tronco de un árbol para asomarse y asegurarse de que no hubiera nadie más en los alrededores, volver al arco le había resultado tan emocionante como complejo, sus dedos ya no estaban acostumbrados a tensar cuerdas si no a escribir miles de cartas y a sujetar tazas de té de manera correcta pero la mente no olvida y aún mantenía una buena postura y habilidad para la puntería que esperaba no le fallara, había sido la más complicada de convencer y no porque no quisiera aprovechar todo el tiempo posible si no porque tenía una sensación carcomiéndole la boca del estómago, un presentimiento que le indicaba que algo no saldría bien que intentaba acallar pidiéndole a Aslan que estuviera equivocada. Per por su lado fue por la parte de atrás, acompañó a Lucy hasta su sitio y siguió su camino, el rey se sentía realmente cómodo, aunque el peso de la espada le era un poco ajeno sus manos no habían olvidado como sujetarla ni sus brazos los movimientos que debía seguir, el chico caminaba presuroso entre los troncos, ansioso de llegar a la entrada al reino. Lucy fue por el lado izquierdo sujetando su daga con mano firme mientras en su espalda cargaba con su caraj y sus flechas, la sensación de valentía permanecía en ella junto con la adrenalina corriendo por su cuerpo, la chica fue la primera en llegar a la entrada, se quedó quieta detrás de un tronco asomando la cabeza para contar el número de guardias que se encontraban custodiando la puerta – Uno, dos, tres – murmuraba hasta que se percató de una sombra en frente suya, distinguió la figura de su primo ocultándose lo más posible en unos arbustos, sus hermanos aun no llegaban y eso empezaba a preocuparle pero decidió volver a contar, debía enfocarse – Tres, cuatro, cinco - siguió murmurando hasta contar alrededor de doce guardias solamente en la entrada y si había el mismo numero patrullando no tardarían en encontrarlos, debían darse prisa. Pasaron un par de minutos hasta que Susan apareció, su hermana pudo distinguirla detrás de un enorme arce, decidida a avanzar aun con la falta de presencia de su hermano Lucy les hizo una seña a los demás cuando escucho unas pisadas detrás de ella haciéndola girar alerta provocando que varias ramitas crujieran bajo sus pies; Eustace noto este brusco movimiento al igual que los guardias, un grupo de ellos se acercaba presurosamente a donde estaba Lucy, Susan tensó su arco a la espera, sabía que si disparaba esa flecha abría caos asi que esperaba al ultimo minuto, cosa que Eustace no quiso hacer, buscó a tientas una piedra en la oscuridad, al tomarla la tiro lo más lejos que pudo en una dirección más al norte de donde estaba, el grupo, los guardias se alejaron de la posición de Lucy y corrieron hasta donde habían escuchado el ruido. – Lucy, soy yo – Susurro Peter algo avergonzado por no anunciarse antes, Lucy suspiró aliviada - ¿Qué haces? Deberías estar en tu puesto – le indicó la chica, su hermano negó – Hay guardias por ahí, era demasiado arriesgado – le explicó, la chica asintió y Peter se asomó lo suficiente como para que Susan y Eustace pudieran verlo dando la señal de que era momento de entra, Susan y Peter adelantaron, Susan disparando flecha tras otra mientras que Peter atinaba golpes con su espada, le siguieron Lucy y Eustace ayudando con los demás y cuando todos los guardias estuvieron tumbados en el frio suelo los cuatro se aventuraron a la entrada de la cueva.

Descendieron por las húmedas y resbaladizas escaleras con cuidado de no caer y quedaron fascinados ante la vista. Aunque los tres hermanos ya habían bajado, eso había sido hacia ya cientos de siglos y habían olvidado lo diferente y mágico que era el Reino Profundo – Vamos – animó Lucy siendo la primera en cruzar el arco de piedra que daba entrada, Eustace desdobló el bosquejo de mapa que le había dado el príncipe Eiden y junto a su prima encabezaron la marcha mientras que los mayores cuidaban sus espaldas – Según esto debería haber una entrada por la parte exterior este del castillo – murmuró el chico siguiendo atento el camino trazado, Lucy cuidaba de que no se golpeara con ninguna rama o que se tropezará con alguna raíz, procuraban ir por las sombras la mayor parte del tiempo evitando los pocos guardias que podían observar, sin embrago no se percataron de las serpientes que custodiaban las ramas de aquellos enormes arboles ni que al notar la presencia de seres extranjeros, sus ojos se tornaron de un escarlata vibrante.

𝗟𝗔𝗭𝗢𝗦/ La silla de plata, el terrano y las coronas de antaño (LCDN #4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora