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Ahora me pinchaba todos los días

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Ahora me pinchaba todos los días.

JeongIn se había trasladado a mi apartamento de Henry Street, puesto que ya no quedaba nadie que pagara la renta del apartamento que había compartido con Hobi y Claudia.

Hoseok fue atrapado mientras realizaba un trabajo, al parecer muy seguro, y estaba en la cárcel del Bronx en espera de juicio.

Claudia se había largado a Florida con un "cabrito."

A JeongIn nunca se le había ocurrido que tenía que pagar un alquiler. Había vivido toda su vida en apartamentos de otras personas.

SeungMin tenía por entonces un buen arreglo. Había localizado a un médico en Brooklyn que le extendía recetas.

El tipo era capaz de extender tres recetas al día con prescripciones de hasta treinta tabletas cada una.

De vez en cuando se mostraba remolón, pero a la vista del dinero terminaba siempre por decidirse.

Hay diversas variedades de médicos de esta clase. Unos solo extienden la receta si están convencidos de que eres un adicto, otros solo si están convencidos de que no lo eres.

Muchos adictos cuentan historias gastadas por años de uso.

Otros hablan de piedras en la vesícula o el riñon.

Esta es la historia que se cuenta con mayor frecuencia, y yo mismo he visto a médicos levantarse y enseñarme la puerta en cuanto hablé de cálculos en la vesícula.

Suelo obtener mejores resultados con la neuralgia facial porque me conozco los síntomas de memoria.

SeungMin tenía una cicatriz de operación en el estómago y la utilizaba para apoyar su historia de cálculos en la vesícula.

Había un médico viejo que vivía en una casa victoriana de ladrillo por la calle Setenta Oeste.

Con él bastaba con presentar un aspecto respetable. Si uno conseguía entrar en su consulta, la cosa estaba hecha, pero solo extendía tres recetas.

Otro médico siempre estaba borracho y había que agarrarlo en el momento justo.

A veces extendía la receta mal y había que volver para que la corrigiera. Entonces, podía decir que la receta era falsa y te echaba de su casa.

También estaba otro médico senil al que había que ayudar a llenar la receta. Se olvidaba de lo que estaba haciendo, dejaba la pluma a un lado y se ponía a recordar a los pacientes tan importantes que trataba antes. En especial le gustaba hablar de un hombre, un tal George Gore, que en una ocasión le había dicho:

—Doctor, he estado en la Clínica Mayo y puedo asegurarle que usted sabe más medicina que toda la clínica junta.

Era imposible pararlo y el adicto se veía obligado a escuchar pacientemente.

Muchas veces, la mujer del médico aparecía en el último momento y rompía la receta o se negaba a confirmarla cuando llamaban de la botica.

Por lo general, los médicos ancianos extienden recetas con mayor facilidad que los jóvenes.

Los refugiados extranjeros constituían un buen terreno, pero los adictos en seguida los quemaban.

En ocasiones un médico montaba en cólera ante la simple mención de estupefacientes y amenazaba con llamar a la policía.

Los médicos están tan atiborrados de ideas exageradas acerca de su posición que, por lo general, un planteamiento directo es lo peor que a uno puede ocurrírsele hacer.

Aunque no se crean la historia que les largas prefieren que se la sueltes de cabo a rabo. Algo así como el afeitado ritual de los orientales.

Un hombre interpreta el papel de médico lleno de grandes propósitos que no quiere extender una receta ni siquiera por mil dólares, el otro se esfuerza por parecer un enfermo auténtico. Si uno dice:

—Mire, doctor, quiero una receta de estupefacientes y estoy dispuesto a pagarle por ella el doble de lo normal.

Si uno dice algo como eso, el matasanos monta en cólera y te echa de su consulta.

Es necesario saber comportarse con los médicos o no se va a ninguna parte.

SeungMin se picaba tanto que JeongIn y yo teníamos que pincharnos más de lo que necesitábamos para mantenernos a su altura y que nos tocase la parte que nos correspondía.

Yo empecé a inyectarme directamente en la vena para ahorrar material y porque el efecto inmediato era mejor.

Empezamos a tener problemas con las recetas. Muchas boticas solo nos despachaban una o dos veces, y otras ni siquiera una vez.

Había una botica que nos despachaba todas las recetas, y por eso íbamos siempre allí, pero SeungMin dijo que debíamos andarnos con cuidado para que los inspectores no nos descubrieran.

Sin embargo, andar de botica en botica era molesto y terminábamos por acudir siempre al mismo sitio.

Yo estaba aprendiendo a esconder mi material cuidadosamente para que SeungMin y JeongIn no lo encontrasen y me lo quitaran.

Quitarle a un yonqui parte de la droga que tiene escondida es pegarle un palo.

Resulta difícil protegerse contra esta forma de robo porque los yonquis saben dónde buscar el material. Hay algunos que siempre llevan la droga encima, pero un hombre que haga eso se expone a una acusación de posesión si lo detiene la policía.

Cuando empecé a pincharme diariamente, e incluso varias veces al día, dejé de beber y de salir por las noches.

Cuando se usa droga no se bebe.

Es probable que un cuerpo que tiene una determinada cantidad de droga en sus células no absorba el alcohol.

La bebida se queda en el estómago, poco a poco provoca náuseas, incomodidad y vértigo.

Usar droga quizá sirva como cura de alcohólicos.

Usar droga quizá sirva como cura de alcohólicos

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Heterosexual¹ /Chanho.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora