*
—Gilbert, ¡Gilbert! —abrí mis ojos algo sobresaltado. Miré a mí alrededor y estaba acostado en la parte de atrás del auto. Miré al frente y la vi parada con la puerta abierta – Llegamos a tu casa, sal del auto.
Solo había sido un sueño. Un maldito sueño.
—¿Por qué me despertaste? —le pregunté mientras lograba sentarme —Estaba por hacerte mía en mis sueños...
Entrecerró los ojos y me miró mal.
—Eres un sucio —me acusó.
Me ayudó a salir del auto, y me ayudó a caminar hasta mi departamento. El sabor de sus labios había sido tan real, que puedo jurar que eso no había sido un sueño. Llegamos y ella abrió la puerta. Al parecer no había nadie.
—¿Dónde está Diana? —le pregunté.
—Debe estar por ahí, no lo sé —me dijo ella con dificultad ya que casi podía decirse que me estaba arrastrando hacia dentro —¿Podrías ayudarme un poco? Si no te has dado cuenta pesas el doble de lo que peso yo, y no puedo cargarte...
Me incorporé bien y ella suspiró. Caminamos hasta el cuarto. Al fin iba a dormir en mi cama. Entramos y ella me ayudó a acostarme. Suspiré aliviado.
—Bueno, ya estas sano y salvo en casa. Ya me voy —me dijo.
—No, no te vayas —le pedí.
—Tengo que irme, Gilbert...
—Quédate hasta que me duerma, por favor —le rogué.
—Está bien —dijo soltando un suspiro.
Se sentó en el suelo, justo a mi lado. La miré fijo a los ojos, y traté de entender mi necesidad de que se quedara.
—¿Puedes darme tu mano?
Despacio levantó su mano y tomó la mía. Sus fríos dedos se entrelazaron con los míos, que estaban calientes. Su mano era el doble más pequeña que la mía, el doble de frágil y el doble de suave... Cerré los ojos y acerqué nuestras manos a mi pecho. Quizás así no se pueda ir cuando me duerma, o quizás sí. Al final siempre termino quedándome solo.
Comencé a despertarme porque mis ganas de ir al baño me estaban llamando. Cuando sentí que mi cabeza despertaba, sentí un terrible dolor allí. Cerré los ojos con fuerza, para persuadir un poco al dolor. Y entonces sentí que algo estaba entrelazo con mi mano. Abrí un ojo y miré que era. Era otra mano. Entonces levanté la cabeza y la vi allí.
Sentí como mi corazón se aceleraba al ver que ella estaba allí, con la cabeza apoyada sobre el borde del colchón, y con los ojos cerrados. Se quedó, no se fue. Me puse a mirarla fijamente, me puse a observar las delicadas líneas de su rostro, sus pecas, sus hermosas pecas. Intenté buscarle algún defecto, como tantas veces, pero no lo tiene. Ella simplemente es perfecta. Levanté mi otra mano y con cuidado acaricie su mejilla. Se movió un poco y arrugó la nariz, pero no se despertó.
—Arriba Gilbert, ya traje a Betty y...
—Shhhhhhh —le dije cuando lo vi entrar. Jerry me miró bien – Cállate que vas a despertar a mi ángel guardián.
—¿Qué hace ella ahí? —me preguntó en voz baja.
—Me cuida —le dije con una pequeña sonrisa.
Soltando su mano con cuidado me levanté de la cama. La alcé en brazos y la acosté en la misma, para que pudiera seguir durmiendo, un poco más cómoda. Salimos con Jerry del cuarto y caminamos hasta la cocina. Fruncí el ceño extrañado al no ver a Rose por ahí.
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Peligrosa Obsesión (Adaptada) │ SHIRBERT
Hayran KurguMis defectos según ella: -Eres impulsivo, cínico, irrespetuoso algunas veces, mujeriego, egocéntrico, narcisista, vicioso, ninfómano -dijo todo de corrido y sin respirar. La miré realmente divertido. Yo podré ser todo eso. Pero ella es eso y muchas...