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*

Me despierto de repente y lo primero que me llega es pánico al ver que estoy solo en mi habitación. Salgo de la cama rápido, tropezándome con mis propios pies a causa de la desesperación.

No pude haber soñado todo aquello con Anne.

Cuando llego a la cocina, me detengo de manera abrupta en la puerta y veo allí parada. Respiro aliviado y mi corazón se calma.

Anne me mira sobre su hombro, me da una suave sonrisa mientras termina de lavar los vasos. Entonces me doy cuenta que todo huele a limpio y que el departamento ya no está frío.

—¿Por qué me miras así? —me pregunta divertida.

—Creí que...

—Creíste que me había ido —termina la oración por mí.

—En realidad creí que nunca habías llegado.

Cierra la canilla y se seca las manos, gira y se apoya contra el borde de la mesada.

—No quería despertarte, yo no estaba cansada y me puse a limpiar un poco. También prendí la calefacción. Esto era un congelador.

—Lo siento.

—¿Por qué? —pregunta mientras vuelve su atención al microondas.

—Porque el lugar estaba hecho un desastre... —sacudo la cabeza, sintiéndome repentinamente nervioso —No tenías que limpiar, Anne. Yo podía hacerlo.

Gira y me mira con el ceño fruncido. Da unos cuantos pasos hasta detenerse frente a mí y los nervios se vuelven mortales en mi interior. El miedo todavía está allí, esperando el momento indicado para atacar.

—No debes pedirme perdón, principalmente porque solemos estar mucho aquí y es mi deber cooperar.

Toda la oración mantuve la mirada fija en su boca. No estoy muy seguro de qué fue lo que dijo.

Dejo de pensar tanto y me inclino hacia su rostro. Tomo sus labios en un beso suave. Mantengo los brazos inertes a los costados. Anne suspira, su boca se abre despacio y me devuelve el beso con extrema delicadeza.

Siento su mano, tibia y suave, metiéndose debajo de mi camiseta. Tiemblo por su toque, por lo cerca que he estado de perderla.

El beso comienza a ponerse un poco más intenso. Y yo sigo conteniéndome. Entonces me doy cuenta que estoy asustado.

—Necesito que sepas algo —le digo soltando sus labios. Ella abre los ojos, se ve confundida.

—¿Qué pasa? —murmura y lentamente su mano se desliza sobre mi abdomen.

—Sé que no soy muy romántico o que no soy muy expresivo con mis sentimientos, pero debes saber que cuando estamos juntos todo el amor que siento por ti, está ahí.

—Es por lo que dije, ¿verdad? —inquiere y retrocede un paso, sacando su mano debajo de mi camiseta —Nada de eso es realmente lo que quise decir. Hablé por hablar... yo amo cuando estamos juntos y me demuestras siempre cuánto me amas Gilbert, y me amas de verdad.

—Mucho —asiento.

Sonríe, vuelve a acercarse y me da un beso corto.

—¿Quieres comer algo? —ofrece entonces. Al instante mi estómago gruñe.

—Sí, muero de hambre.

—Pedí pizza —comenta contenta y se gira para darme un vaso con jugo. No sé cómo lo supo pero tengo sed —Llegará en cualquier momento.

—Wow, creo que haré que me dejes más seguido para que después seas mi ama de llaves. Me alegra saber que te sumergí en el mundo de la pizza otra vez—digo burlón. Al instante pone sus ojos en blanco, en su típica forma, y me río.

—Tengo un regalo para ti —me dice entonces, tomándome por sorpresa.

Dejo el vaso de jugo a un costado y le pregunto que es. Sin decir nada, toma mi mano y me arrastra hasta la sala de estar.

Hay luces blancas y doradas que se alternan una tras otra rodeando un enorme árbol de navidad que ocupa gran parte de la habitación. Estoy pasmado, y no puedo dejar de observar cada detalle. Desde las bolas rojas y doradas, hasta los listones que adornan algunas puntas. Y por último la estrella que corona la punta. Es mágico. 

—¿En qué momento hiciste esto?

—Mientras dormías —dice como si fuera lo más simple del mundo —Compré el árbol antes de venir aquí. Una vez te dije que quería uno.

—Es hermoso —giro la cabeza para mirarla y me asombra lo maravillosa que es. Ella siempre me sorprende.

No le comento el hecho de que nunca he tenido un árbol de navidad, Jeremy siempre odió esas cosas. Tampoco he festejado la misma desde que mi madre se fue.

Nos sentamos en el sillón, abrazados y contemplamos el árbol que prende sus luces de diversas y entretenidas formas.

—¿Dónde quieres pasar las fiestas? —pregunta rompiendo el silencio.

—No lo sé —es un poco extraño para mí pensar en ello.

—¿Te gustaría ir con mis padres? —ella gira entre mis brazos para mirarme a los ojos —¿O prefieres que pasemos la navidad solos? ¿Con los chicos? 

—Ya veremos, cariño —no tengo ganas de pensar en ello ahora, aunque falte poco. Tomo su rostro entre mis manos y la acerco a mí —Gracias por volver.

—Gracias a ti por recibirme —murmura.

Antes de poder besarla, el portero eléctrico suena y debo bajar a recibir nuestra pizza. Para cuando nos sentamos a comer estoy famélico, y devoro seis porciones de pizza mientras que Anne sólo come dos.

Volvemos a tirarnos en el sillón a contemplar el árbol y nos mantenemos en silencio.

—¿Me extrañaste? —le pregunto juguetón.

Ella asiente como un niña para luego besar mi mejilla, y vuelve la vista al árbol mientras apoya su cabeza sobre mi hombro. Se acurruca un poco más contra mi cuerpo.

—¿Y si lo pasamos con Marilla y Jhon? —dice entonces y me toma por sorpresa.

—Eso sería maravilloso cariño. Hope va a estar feliz —Le digo realmente entusiasmado. 

Ambos nos reímos un poco y volvemos a guardar silencio. Entonces Anne se remueve a mi lado y me empieza a hacer cosquillas.

—¿Qué haces juguetona? — Intento aguantar la risa.

—Nada solo quería saber si eras cosquilludo— Me mira inocente.

—¿y tú lo eres? — Le pregunto.

Anne solo me mira con una cara de asustada y sale corriendo. La comienzo a perseguir y de un momento a otra terminamos abajo del árbol de navidad, riéndonos como dos niños.

Me quedo aferrado a ella, nuestras respiraciones son pesadas y el árbol nos ilumina.

Alzo la cabeza y ella me sonríe cuando le digo.

—Eres exactamente lo que pedí para navidad. 

Peligrosa Obsesión (Adaptada)  │ SHIRBERTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora