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Carlos💞🤤: nena, relájate, el no te habrá visto, estoy saliendo de casa voy a por ti, no te muevas.

No sé cuánto tiempo ha pasado pero decido salir del baño, chocando directamente con Riccardo, quién parece estar muy sorprendido de verme aquí.

-¡Carina! ¡Estás aquí! -Dice emocionado- ¿Has venido a ver a Michael?

Saco las fuerzas de donde no sé dónde -Algo así.

-Eso es genial ¿Te ha gustado pues?

No tengo tiempo para eso, necesito poder entrar en trance. Y él en realidad es una buena opción, es mono y seguramente este bueno. Las únicas pegas que tiene, que notaría sí me encontrara en mis momentos de lucidez seria que es un deportista y que es menor que yo.

-Una pregunta- Me atrevo a decirle no estando muy segura.

-Claro.

-¿Tienes pareja?

-Umm, no- Contesta, creo que ya sabiendo hacia dónde va esta conversación.

-¿Y te gustan las chicas?

-Por supuesto.

-¿Me follas?

-¿Vas diciendo eso a todo el mundo que conoces? -Dice en voz baja, con un típico tono cautivador. Me hace derretir con el tacto de su mano caliente contra mi fría piel.

Se siente tan bien, cada palabra aduladora me envuelve más de lo que debería ser sano y voy a hacer cualquier cosa por seguir escuchando.

Suelto una risa llena de humor. Tomo la cintura de Riccardo sin darle muchas vueltas al asunto, aún que el coqueteo me parece algo genial necesito poder desconectar completamente, aún quiero más.

Le atraigo a mi, pegando contra la puerta del baño femenino. Su mano acariciando toda mi definida cintura por debajo de la sudadera gigante, hasta llegar a mis nalgas. Mira hacia los lados cerciorándose de que no hay nadie que pueda vernos. Así que cuando ve que estamos completamente solos me toma del culo haciendo que enrosque mis piernas en su cintura y nos adentra en la habitación, cerrando no sé como con pestillo.

Dios, cuanto lo vamos a disfrutar.

Las manos de Riccardo van a mi cintura y sus labios se pegan a los míos, delicioso. Sus labios se tragan uno de mis gemidos pero la sensación de desesperación se apodera de nosotros.

Es tan... peligroso tanto como excitante.

El empieza a mover las caderas para tener algo de fricción, nuestros alientos estancándose en la garganta, sin dejar salir ningún jadeo.

Riccardo me observa de arriba a abajo- Quítate los pantalones- Obedece al instante haciéndolo en el mismo momento en que yo lo hago. Los zapatos quedan olvidados en algún lugar y saco de mi cartera un sobre dorado entregándoselo a él. Sus manos grandes y firmes me sujetan del trasero, masacrando la cana suave y me agarro de los hombros de Riccardo, cuando levanta y me aplasta contra la pared para mantenerme arriba. Me carga on un brazo, para alinear su miembro con mi entrada.

-Me encantan tus ropas holgadas, dejan todo a la imaginación. ¿Quién diría que la niña buena está llena de tatuajes y le gusta hacerlo en lugares públicos? -Me susurra de la nada, inclinándose a besarme los labios de forma caliente. Jadeo sobre sus labios sin poder evitarlo.

-No soy tan buena como todo el mundo cree- Y la risa se nos va cuando me penetra lento, pero santa mierda, arde, por la poca lubricación.

-Lo estoy comprobando, si.

Me estoy quemando, dejo de respirar y trato de relajarme mientras Riccardo me usurpa el cuerpo centímetro a centímetro, sintiendo todo de el, parece interminable. Mis uñas se encuentran con su uniforme, pero no me impiden clavarlas en su espalda, me trago un ruidoso gemido cuando siento que me llena.

Abro la boca para poder respirar por allí, y este aprovecha para besarme de nuevo.

Empieza a moverse.

Me agarro a su cuerpo y muerdo el hombro de este para calmarme, porque el arrastre de su miembro en mis estrechas e irritadas paredes es eléctrico, casi llegando a mi punto dulce.

Riccardo me acomoda contra la fría pared, intentando apartar la sudadera, que le impide embestirme bien- Ah, más... ¿puedes... follarme más niño bonito?

Cede ante mi pedido, y se las arregla para sostenerme con una sola mano y cubrirme la boca con la otra -Sh... No pueden oírnos... ¡Joder!

Echo la cabeza hacia atrás cuando mi manojo de nervios es golpeado, una y otra, y otra, y otra vez.

Estoy viendo blanco, viendo estrellas, estoy viendo la nada que este placer me provoca y me obligo a callarme, a disfrutar y a hacer privado el placer que se me está dando. Nuestros cuerpos actuando por si solos, buscando rápidamente un orgasmo.

Escucho el tono de llamada que tengo únicamente para Carlos y vuelvo a la realidad.

Riccardo sonríe ladino cuando observa mi cara de puro gozo. Y ahí, acabo repentinamente, y me aprieto deliciosamente a su alrededor. Lo succiono tan deliciosamente que no puede evitar correrse.

SMS [Riccardo Di Rigo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora