XVII

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-Bésame- Demanda con seguridad- Bésame, Carina.

Le miro atónita. Aún con lágrimas brotando de mis ojos, así que aprovecha para eliminarlas con ambas manos. Después de eso empieza a recorrer mi cuello y nuca con estas mismas. Mi respiración entrecortándose al mismo tiempo que la de el.

-¿Porqué me pides eso? -Pregunto con la voz aún entrecortada y grave por culpa de los hipidos- ¿Porque quieres que te bese Riccardo? ¿No has entendido aún que no puedo quererte?

-Necesito distraer tu cabeza -Murmura acercándose a mi rostro- Si no lo hago, seguirás rompiéndote la cabeza con algo que no puedes cambiar.

-Riccardo, solo dejando que te toque te estás engañando a ti mismo, no te he pedido que vengas para follarme.

-Lo sé bien, pero si yo sé donde me meto, tú no debes preocuparte de nada.

-Una excepción, será la única excepción. Después de esto no va a pasar de nuevo ¿Lo entiendes?

Me interrumpe- Lo entiendo- Pone su dedo en una caricia encima de mis labios. Como puedo, reduzco el pequeño espacio que hay entre nosotros y me trago la vergüenza cuando me siento encima de su regazo- Solo sígueme ¿Mh?

Con un asentimiento leve y de mi parte mueve sus manos y las envuelve en mi cintura como si estuviera abrazándome, en el acto, Riccardo de un movimiento me acerca más a él, alineando nuestras pelvis. Nuestras respiraciones entrecortadas se mezclan entre sí, nuestras manos curiosas siguen una travesía desconocida encima de la piel ajena. Esto es simplemente increíble, ver cómo nuestras reacciones son casi parecidas.

Antes de siquiera permitir pensármelo, rápidamente Riccardo me toma de la nuca y me lleva directa a sus labios. Puedo notar la anticipación de este beso en sus labios, al igual que la dicha y la satisfacción.

Abro mi boca dando permiso a que su lengua entre en esta y al instante su lengua tibia está jugando con la mía con desesperación y anhelo. Mis manos vagan de su nuca, acariciando y tiroteando sus cabellos cada vez que un sonido húmedo hace eco en mi habitación. Paso por sus fuertes y esbeltos hombros, sigo por sus trabajados abdominales que se tensan solo con un pequeño toque de mi parte, y finalmente termino en el borde de sus pantalones jugando con el.

El beso termina apenas unos segundos después. Riccardo junta nuestras frentes y lleva sus manos a mis mejillas.

La vergüenza se cuela por mis venas y una pequeña vocecita en mi cabeza me grita que salga corriendo. ¿Dios cómo he sido yo capaz de caer ante él de nuevo? Pero antes siquiera de que me de la oportunidad de separarme de su caliente cuerpo y poner fin a esta situación, Riccardo lo impide al poner sus manos con intención en mi espalda baja, agarrando con fuerza.

-No está bien- Hablo nuevamente, acariciando sus mejillas- No está bien jugar con el estado mental de una persona- Frunzo el ceño, ahora confundida- Me siento como si té estuviera utilizando de nuevo. Riccardo, jamás vamos a ser algo más que amigos.

-No- Responde al instante- Carina, no pienses en eso -Empieza a bajar el tono de voz y siento mis mejillas rojas como tomates, bajo la atenta mirada de Riccardo- Quiero que me uses así.

Siento sus manos recorrerme toda la espalda hasta mi trasero, escalofríos se cuelan por mi espina dorsal. Al estar encima de el, nuestras alturas se compensan, así permitiéndome ver todo su hermoso y bien esculpido rostro. Asiento con la cabeza una ultima vez, enredado mis manos en su nuca- Follame, tócame- Demando.

Nuestras bocas se encuentran de nuevo. Pero este beso no es como el de hace unos minutos, este es tremendamente sensual y desesperado, tanto que solo se escuchar el sonido sordo de nuestras lenguas mi zona baja se retuerce de placer. En un intento de aliviarlo, acomodo mejor mis piernas a cada lado e su cadera, empezando un vaivén. Siento su miembro duro, lo cual no hace más que alimentar mi hambre por tenerlo dentro de mi.

Nuestras bocas se separan por un momento para que pueda deshacerse de su camiseta que llevo puesta. Riccardo agarra suavemente mi pezón con los dientes, causando que un gutural gemido escape de entre mis labios.

-Bonito... -Jadeo, llevando mis manos a su pelo, empezando a tironear de este- Más...

-No seas impaciente -Responde con su voz ronca cargada de deseo sexual.

Me toma desprevenida, cuando echa a un lado mi ropa interior, metiendo un dedo en mi. Lo acepto gustosa empezando un deliciosos viven de caderas, dandole profundidad y ritmo. Gimo en su oído y aprieto sus hombros en un intento fallido de controlarme -Estás muy húmeda bonita, menos mal que no te gustan los bebés.

-Riccardo- Gruño, empezando a sentir la desesperación subir por todo mi cuerpo e ignorando sus comentarios

Suelta una sonora carcajada en mi cuello, en donde besa y succiona a la vez. Sus dedos siguen acariciando hasta mi monte de venus, hasta mi clítoris y lo retuerce, con el simple objetivo de estimularlo para que siga soltando jadeos en su oído.

Saca sus dedos de mi interior, haciéndome sentir extraña y procede a quitarme la bragas, dejándome completamente expuesta para él. Jadeo al solo escuchar su plan. Tomo sus pantalones junto a los calzoncillos y se los quieto, dejándole a el ahora expuesto ante mi mirada.

Me toma de las caderas, depositándome en la cama de forma suave, subiendo encima de mi abriendo mis piernas con lentitud- Me encantas- Dice, dándome un casto, pero mojado beso en mis labios, delineándolos lentamente con su lengua.

Pongo mis piernas al rededor de su cintura, lo acerco a mi para agarrarme de su espalda, justo como a el le gusta. Su miembro entra fácil en mi por lo muy lubricada que estoy.

-Quiero que grites mi nombre, Carina- ¿Dónde ha quedado el niño bonito del Raimon?

Entra y sale de mi en un delicioso movimiento, sin dejarme tiempo de pensar o hablar con claridad. Busco desesperadamente la profundidad de sus embestidas, moviendo mis caderas al compás que las suyas. Me toma del culo, haciendo el movimiento de mis caderas aún más brusco, haciéndome gritar de pura satisfacción cuando entra en mi.

Sus labios buscan los míos con anhelo, y enredo nuestras lenguas en una guerra. Succiona mi labio inferior repetidas veces, sabiendo que eso me hace ver las estrellas. Mis uñas se limitan a dejas caminos rojos por toda su espalda.

En un movimiento rápido lleva su mano a mi feminidad, pellizcando mi ya hinchado clítoris. Nuestros labios se unen en un segundo, al sentir una corriente eléctrica formarse en mi zona baja.

Gimo al escuchar sus jadeos roncos en mi oreja. Empieza a besarme el cuello con su lengua y al instante nos consume la gloria. Es sumamente excitante, exquisito y maravilloso sentir su entrecortada respiración en mi cuello.

Mientras me encuentro en las nubes reparte besos en mi cuello, haciéndome estremecer por completo.

SMS [Riccardo Di Rigo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora