Capitulo 3

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Meses después.

 

Si dices que el tiempo pasa muy deprisa solo estas demostrando que hace mucho que no vives.

La vida pasaba, el tiempo corría y yo estaba allí quieta esperando que alguien me rescatara del hoyo en el que había caído. Superar una muerte no era tan fácil y menos para una niña de mi edad. Muy poca edad para tanto dolor. ¿Quién lo diría? A las personas menos afortunadas les suceden las peores cosas.

Todo esto solo parecía una simple pesadilla, de esas de las que nos cuesta un poco levantarnos. Al fin y al cabo la esperanza que tuvimos en todo ese periodo de tiempo no sirvió de mucho porque aun así se fue. Todos dicen que a cada uno le llega su hora pero yo pienso que todo ocurre por un propósito y si ella no está en estos momentos con nosotros fue por algún motivo.

El día en el que ocurrió todo me viene a la mente miles y miles de veces. Cada suceso, cada sufrimiento y cada alegría junto a ella fueron inolvidables a pesar de todo. Su sonrisa apagada durante todo el proceso. Las preocupaciones de mi familia, el miedo de que llegara el día en que se fuera. Pero llego y ahora hay que aprender a vivir con eso.

Mi mama siempre me enseño que debemos superar pero nunca olvidar. Y eso es algo que me propuse en ese momento de mi vida. Superar el hecho de que se haya ido pero nunca olvidarla. Aunque después de esos difíciles meses se me dificultaba mucho no recordarla cada vez que abría la nevera y no escucharla a ella pelear por solo abrirla para mirar ya que siempre hemos tenido la costumbre de simplemente abrirla y mirar que hay.

O tal vez simplemente echar de menos verla horas largas maquillándose. Y la forma en la que lo hacía tan lentamente. Darme la bendición cada noche antes de dormir era una de las cosas que más extrañaba, nunca me dormía sin eso pero ahora tengo que hacerlo.

Una de las cosas que más me daba miedo era olvidar el sonido de su risa tan peculiar. Se reía de una forma que no puede explicarse porque cada vez que entraba a un lugar ella iluminaba el lugar con el sonido tan alegre de su risa.

Simplemente esas eran cosas que me daban miedo olvidar, pero las olvide, cosa que no quería pero inevitablemente sucedió ya no recuerdo su risa, ni la forma en que sonreía, mucho menos la manera en que me daba la bendición tampoco la forma en como se maquillaba.

La vida de mis hermanas y la mía se había vuelto de un color gris, opaco. No había luz y lo peor era que en todo ese tiempo la vida fue pasando y no había felicidad en nosotras. Hacían falta buenas noticias pero esas nunca llegaban.

Cada noche el miedo se apoderaba de nuestra casa de madera. Mi padre salía a trabajar de noche y llegaba de madrugada. Cosa que nos ponía a nosotras sus hijas en peligro. Tres menores de edad en una casa solas digamos que no es muy responsable de parte de él. Pero bueno así era él. Un padre irresponsable desde que mi madre falleció.

No le prestaba mucha atención a nuestras necesidades básicas pero bueno seguía siendo el padre cariñoso, bromista y bueno que nosotras conocíamos, después de todo el ante nuestros ojos era un superhéroe. Como toda hija, nosotras lo veíamos con los ojos del alma.

Nuestras vidas habían cambiado bastante…  Para ese momento de mi vida ya ir a la escuela para mí no era lo más importante. Mas sin embargo todavía no me libraba de los jalones de pelo por la mañana mientras me peinaban mis hermanas. Eso era algo de lo que nunca me libraría aunque mi madre ya no estuviera, mi hermana mayor tomo su lugar. Todos los días me preparaba para la escuela y ya que la escuela quedaba muy cerca de mi casa pues emprendíamos el viaje a pie. Ella se encargaba de ir al medio día a verme y siempre llevarme algo de comer. Desde muy pequeña yo siempre tuve la certeza de que mi hermana mayor en un futuro sería una madre ejemplar.

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