PRÓLOGO

26.3K 1K 32
                                    

Sólo he tomado un par de tragos y he bailado hasta que me han dolido los pies. Nunca he sido una persona que guste de llamar la atención. Prefiero pasar desapercibida, soy prácticamente una experta en ello. Por eso selecciono el banquillo más alejado de la barra, dónde la luz casi no llega. Soy una espectadora en este carnaval. Cuerpos se contornean al ritmo de la música. Y mirarlos es hipnotizante.

He estado sola en la barra bebiendo de mi copa de Sauvignon Blanc en este bar demasiado elegante para hacer una reunión de graduados no más de veinte minutos. Tomaba el último trago de mi tercer copa cuando un chico se ha acercado a platicar. Sin muchas ganas le contesté amablemente que venía acompañada. Mentira. Pero él no lo sabe. Después de un par de patéticos intentos se ha marchado. Bien por mi. De pronto siento una mirada. Llámame loca pero una sabe cuándo está siendo observada.

Giro lentamente mi banco, manténlo lento y casual. Pero no logro distinguir a nadie. Tal vez si estoy loca. Sostengo mi cabello en un moño desarreglado y con mi otra mano intento darle algo de aire fresco a mi cuerpo. Pero fallo miserablemente. De la nada llega a mi un ligero viento, directo y constante sobre mi nuca.

-Te he notado un poco acalorada.- dice la voz más caliente que he escuchado en mi vida. Me doy la vuelta para saber a quién le pertenece. Pero un par de enormes manos me lo impide.-He estado mirándote toda la noche-vaya, al parecer, siempre no estoy tan loca.

Su voz es como supongo que sería escuchar al mismísimo diablo susurrando. Una voz madura y ronca por una emoción a la que no quiero darle nombre. Intento darme la vuelta y pedirle que me suelte, pero las palabras se me quedan atascadas en la garganta como si fueran un nudo enorme que amenazaba con asfixiarme. Quero decirle que me suelte. Quiero decirle que...que...

Una canción lenta y cadenciosa reemplaza la anterior cambiando por completo el ambiente del local. La reconozco como "Creep" de Radiohead en versión acústica. Las luces bajan y sólo una débil luz roja y blanca inunda el lugar.

-Baila conmigo...- pide.

No es una orden, pero suena como una, comienza a girar mi taburete y miles de pensamientos se abren paso en mi cabeza al mismo tiempo. Quiero ver su rostro pero al mismo tiempo me aterra que me guste. Siento su imponente presencia y aunque siempre me han dicho que soy exagerada, presiento que este hombre sólo me traera problemas.

Pero sólo será un baile. No tendrás por que verlo después de esta noche. Me digo para calmar mis nervios.

Cuando quedo justo frente a él. Mis ojos están a la altura de su pecho. Dios. Mío. Debe ser alto, muy alto. Porque este taburete mide por lo menos un metro si no es que más. No quiero mirarlo, de verdad que no quiero pero una fuerza extraña me obliga a levantar lentamente la mirada.

Viste un par de jeans ajustados y desgastados como si hubieran tenido mejores días. Una camisa negra con los primeros dos botones desabrochados, revelando una pequeña masa de vello, las mangas dobladas hasta los codos dejando a la vista un par de brazos que lucen fuertes y con unas pocas venas remarcadas. Se nota que es un hombre al que le gusta cuidar de su cuerpo. Un cuello delgado pero musculoso al mismo tiempo, mandíbula cuadrada, labios que... Oh dulce bebé Jesús, esos labios, cuando por fin llego a su mirada siento que estoy convirtiéndome en un enorme charco de hormonas. Ellos son de un color azul que se desvanece hacia el centro de sus pupilas hasta casi convertirse en casi blanco...

Toma mi mano entre la suya, con su otro brazo sujeta mi cintura y me baja del taburete, pero mis pies jamás tocan el suelo. Por qué demonios lo dejó hacer esto. Por qué no lo alejo de mí. Parece que mi sentido común y la parte racional de mi cerebro salieron de vacaciones y es poco probable que regresen pronto.

MINE [editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora