🍴 Épilogue

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[ADX Florence, Colorado]

Tn se encontraba recostada en aquella cama, leyendo un libro mientras oía música clásica, cuando de pronto escuchó la puerta externa de su celda abrirse; curiosa, se incorporó.

– ¿Uhm?

– Nadie te va a hacer nada, sólo venimos a llevarte a la sala de visitas.

– ¿Visitas?

– Ya verás.

La puerta interna se abrió, y dos guaridas entraron para reducir a la joven y sacarla de su celda.


Tn se sentó delante de aquel cristal, viendo del otro lado a un hombre que reconoció de inmediato.

– Detective... –sonrió.– No esperaba que usted fuese quien me visitara...otra vez.

– Sólo venía a agradecer la ayuda. Hemos encontrado muchos restos.

– Oh, no fue nada. Gracias a ese trato pude tener libros, cosas para dibujar y música clásica.

– Claro, fue por su beneficio –rió.– Pero... ¿Qué hay con los demás? De las 18 víctimas confirmadas, hay 3 de las cuales no encontramos nada, ni siquiera en la página donde los vendías.

– Ah, esos han de ser los que trituré.

– ¿Trituraste?

– Sí. Hubieron tres personas cuyos huesos trituré y arrojé a la basura. Es menos sospechoso huesos triturados que restos de cadáver en la basura.

– Buen punto. Sabes bastante, ¿Por qué será?

– ...Mi ex-esposo es detective.

– ¿Del Estado de New York?

– No diré de dónde, estoy más que segura que no quiere estar ligado en absolutamente nada conmigo.

– Ya veo... –suspiró.– En fin, sólo venía a agradecer –se levantó.– Nos vemos.

– Vuelve cuando quieras –sonrió.

El detective sonrió y se fue. Los guardias se acercaron a la joven y se la llevaron de vuelta a su celda.

[Los Ángeles, California, USA]

Davis le dio un sorbo a su café y dejó este a un lado, para luego continuar trabajando en su laptop.

– ¿Está ocupado? –preguntó alguien.

El hombre levantó la mirada, viendo a un sujeto de pie señalando la silla en frente, aquel llevaba jeans azules y una sudadera negra con su capucha puesta.

– ¿Disculpe?

– Carl Davis... ¿Verdad?

– Disculpe –acomodó sus lentes.– ¿Lo conozco?

– Usted no a mí, pero yo sí a usted –sonrió de lado.

– ...Adelante.

El misterioso hombre tomó asiento y pidió un café, y cuando tuvo la taza frente a él le colocó varias cucharadas de azúcar, tantas que Davis advirtió que sería nocivo para su salud.

– Ahm –aclaró su garganta.– ¿Puedo saber de dónde me conoce, señor...?

– Mi nombre no importa –bebió y lo miró.

Los ojos de Davis se abrieron como platos al verle los ojos a aquel sujeto, pues estos eran rojos como la sangre, un color bastante extraño.

– Sé mucho sobre usted, en especial...su fanatismo por el 'Terror Nocturno de New York'.

Dans la nuit... 🍴 L/BeyondDonde viven las historias. Descúbrelo ahora