🍴 XXIV: Incontrôlé

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Tn estaba ordenando las cosas en su nueva casa, se sentía realmente liberada tras su divorcio, aunque debía admitir que extrañaba a L. Pensando en ello, encontró una tarjeta entre varios papeles.

– "Daniel Abbott" –leyó.– El hombre del casino...

Mordió su labio, pensativa, y finalmente se decidió a llamarlo; al ver el número, reconoció el código de área, era el mismo que ella tenía, lo que quería decir que él era de New York. Sonrió y le marcó; el tonó de marcar sonó unos segundos.

– ¿Diga?

– ¿...Abbott? ¿Daniel Abbott?

– Sí, ¿En qué puedo ayudarle?

– Ahm...No sé si me recuerda, soy...Maggie. Nos conocimos-

– En el casino del hotel Sahara. Lo recuerdo.

– Estaba...ordenando unas cosas y encontré su tarjeta.

– Entonces, señorita...Maggie Addams, ¿Ya se divorció de su esposo?

– Hace relativamente poco, pero sí.

– Por su código de área, veo que vivimos en la misma zona y...hoy es viernes, ¿Planes?

– Ninguno.

– ¿Te gusta salir de fiesta?

– Ahm...Me casé joven, así que...nunca salí.

– ¡¿Bromeas?! 19 años, ¿Y nunca has salido?

Ella rió.

– Me temo que no.

– Oh, señorita Maggie, pierdes tu juventud –rió.– Si te parece, puedes darme tu dirección e iré por ti.

– Está bien, necesito distraerme.

– Perfecto. Ponte algo bonito, como lo que usabas esa noche en el casino.

– Hecho.

– Paso por ti a las 20:30. Iremos a cenar y luego saldremos.

– Está bien. Te enviaré un mensaje ahora con mi dirección.

– Hecho –rió.– Te veo en unas horas.

– Claro, nos vemos.

[Noche]

Tras la cena, ambos subieron al vehículo de aquel hombre, quien por suerte tenía chofer.

– ¿Te gustó la cena?

– Mucho.

– Bien. ¿Qué tanta resistencia tienes al alcohol?

– No lo sé, sólo tomó vino en cenas con gente importante y champaña en eventos.

– Aburrido –rió.– Bueno, probaremos tu resistencia.

– Está bien, adelante –rió.– Pero te lo advierto, mi ex-esposo trabaja para la ley, así que mantén tus manos donde las vea.

– Está bien, está bien –rió.– No te preocupes, soy todo un caballero.

– No lo dudo...Por cierto, te he dicho mi edad, pero tú no me dijiste la tuya.

– Ugh, me duele el pecho –llevó una mano a su pecho, de forma dramática. Ella rió.– Lo siento –rió.– Tengo 37 años.

– Oye, podrías ser mi padre.

Dans la nuit... 🍴 L/BeyondDonde viven las historias. Descúbrelo ahora