🍴 I: Enfance perturbée

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La mujer cepilló el cabello de su pequeña hija y sonrió.

– Estás lista, mon ange (mi ángel) –besó su cabeza.– ¿Por qué no vas a buscar a tu padre? 

– ¡Oui!

La pequeña se levantó de un salto, corrió fuera de aquella cabaña vacacional, y se adentró al bosque, en busca de su padre.

– ¡Père! –llamó.

– ¡Aquí!

Sonrió y corrió hacia el hombre, abrazándolo por detrás.

– ¿Qué sucede?

– Mère me mandó a buscarte.

– Debe querer saber si capturé algo para el almuerzo. No te preocupes, me encargaré ahora.

El hombre levantó el rifle, le apuntó a un ciervo y sonrió.

– Lo tengo.

Disparó. El pobre animal cayó, muerto. La niña cubrió sus oídos cuando sonó el disparo, y se encogió de hombros al ver al animal morir.

– Tenemos la cena, Krista –rió.

– ...

El hombre bajó el rifle, se acercó al ciervo y lo cargó, para volver a la cabaña junto a su hija.


Krista (Tn), 4 años. Era una pequeña niña francesa, había nacido un 13 de noviembre en Lille, una hermosa ciudad de Francia a casi 3 horas de la capital, Paris. Vivía feliz con sus padres, siendo consentida y amada. Su madre era profesora de arte en la Universidad de Lille Nord-de-France, su hobby era la cocina y era una amorosa madre; y su padre era Jefe de Policía de Lille, su hobby era la caza y adoraba las armas.

Su vida era tranquila, hasta que su madre enfermó un día por un parásito que tenía un trozo de carne roja que comió; estuvo enferma un tiempo, hasta que finalmente falleció una noche, en el hospital. Tras la muerte de la mujer, su padre se volvió más frío y distante, bebía constantemente y se la pasaba de malhumor, incluso casi le pega a su pequeña hija un día; debido a esto, decidió alejarse de todo y separarse de la niña, así que la dejó en un orfanato manejado por una iglesia.


El vehículo se detuvo delante de aquel enorme y viejo edificio.

– Baja –ordenó el hombre.

La pequeña, algo temerosa, abrió la puerta de su lado y bajó; él bajó también, la tomó de la muñeca e ingresó al orfanato, siendo ambos recibidos por una monja.

– Bienvenido, monsieur Dupond –sonrió.

– Buenos días, Madre Superiora. Ella es la niña de la cual le hablé.

La mujer miró a la menor y sonrió.

– Es muy bonita –lo miró.– Hará muchas amigas aquí, estoy segura.

– Eso espero.

– Por favor, acompáñeme a mi despacho. Mientras, esta niña irá con las demás –giró.– Hermana Amelie –llamó.

Una monja se acercó, saludó al hombre y miró a la mayor.

– ¿Necesitaba algo, Madre?

– Lleva a esta pequeña con las demás, por favor.

– Sí, Madre.

La monja tomó la mano de la niña y tiró de ella para llevársela, pero ella se aferró a la manga de la camisa de su padre; el hombre se soltó con delicadeza y acarició su cabello.

Dans la nuit... 🍴 L/BeyondDonde viven las historias. Descúbrelo ahora